Hace tiempo que se habla de la clínica Antártida, la cual fue inaugurada dos veces por el otrora titular de la Confederación General de Trabajo (CGT), Hugo Moyano. Parece ser que al fin y al cabo terminaría escondiendo un asaz fraude.

Es dable rememorar que, para fines del 2009, cuando el kirchnerismo iba de la mano con Moyano, en la cancha de Vélez se realizaba un acto en donde se llevaba a cabo la primer presunta inauguración de este sanatorio, donde el sindicalista mencionó: “Hoy hemos inaugurado simbólicamente lo que dentro de 90, o unos días mas, estará funcionando a pleno. Uno de los sanatorios más emblemáticos y más importantes que existió en nuestro país, el sanatorio Antártida”.

Tal parece que esos “90, o unos días más” se convirtieron en casi 9 años, y la espera sigue corriendo, ya que el establecimiento aún se encuentra sin funcionamiento.

Sin embargo, recién arrancado el año, más precisamente el 8 de enero de este corriente 2018, frente al titular del Ministerio de Trabajo, Jorge Triaca, y del vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, Hugo reinauguró lo que tan solo 24 horas después se encontraría en la misma condición, la clínica.

Casi tres meses después de lo acontecido aquellos primeros días de 2018, donde se hicieron escuchar bombos y platillos, el sanatorio se encuentra sin rastros de movimiento.

¿Habrá algún ilícito detrás de esta majestuosa obra?

El negocio esconde un fraude millonario, ya que la obra social de Camioneros compró el sanatorio por un monto de 10 millones de pesos en el año 2009, sin embargo, en el año 2011, se lo vendió al sindicato, el cual también es conducido por el clan Moyano, por una suma de 334 millones de pesos.

Este último es un dato sumamente relevante, es decir ¿Cuál sería el incentivo de Moyano para venderse a sí mismo, poco más de 33 veces más caro, algo que ya poseía?

Este accionar se trata, lisa y llanamente, de lavado de dinero, ¿Sino por qué otra razón lo haría?

Se supone que no es la única manera que encontró el líder camionero para conseguir lavar activos, para fines de febrero de este año, la fiscal federal Silvia Cavallo, peticionó que se investigue a Hugo Moyano, junto con su hijo, Pablo, a Héctor “Yoyo” Maldonado, y al resto de los directivos de Aconra S.A., una de las firmas ligadas a este personaje.

Esta petición no es casual, ya que se presume que los Moyano y Maldonado habrían cometido ciertos actos ilícitos dentro de Independiente, entre ellos lavado de dinero, por tanto, solicitó medidas de pruebas para poder proseguir con la investigación.

Pero quizá lo que presenta mayor relevancia que el lavado de dinero, es el origen de esos activos.

Como ya se demostró en este mismo medio hace poco menos de dos años atrás, el sindicalista en cuestión, se encargaba del transporte de estupefacientes a través de la firma postal OCA, un negocio redondo heredado, ni más ni menos, por Alfredo Yabrán.

No es para nada novedoso el vínculo de Moyano con las drogas. Ya entrados los años 90’, se vio complicado por la misma causa.

Resulta que en un allanamiento, en el escritorio de la oficina que ostentaba entonces el líder camionero, encontraron una bolsa de plástico con un polvo blanco dentro, no hace falta decir más, claramente no era bicarbonato de sodio.

Tras este suceso, Moyano fue a parar a una pequeña celda  en Mercedes. Sin embargo termino absuelto, aunque, según el libro “El hombre del Camión”, “la gestión para cajonear la causa judicial le costó entre 200 y 300 mil pesos”.

Hugo Moyano es un tipo que supo afianzarse y dilatar su poder tanto con el menemismo como con el kirchnerismo.

Hoy, cada vez más solo y con una fuerte pérdida de apoyo político, se encuentra en el ojo de la tormenta. Un personaje de los tantos nefastos que nos dejó el sindicalismo argentino.