En los últimos años, se han sumado al vocabulario habitual una desmesurada cantidad de palabras siamesas o compuestas, tales como: trabacaciones, juernes, viejoven, y un interminable listado de etcéteras.

Sin embargo, existen en nuestro país ciertos términos que prometen ser la comparación entre dos términos similares aunque nada tengan que ver.

Dos de los ejemplos más elocuentes y que se pueden escuchar, lamentablemente, con cierta frecuencia, aunque uno con mayor repercusión que el otro, son: “Feminazi” y “Macrividelismo”.

Sendos términos son claramente erróneos, uno pretende comparar el feminismo intolerablemente militante –e insoportable -  con un grupo de personas que dieron lugar a una de las masacres más imperiosas de la historia.

La otra expresión pretende darle cierta semejanza al oficialismo de turno con el Gobierno de facto o mejor conocido como “Dictadura Militar”, aunque ni en lo más minuciosamente mínimo tengan algún parecido.

Entonces ¿Por qué el argentino se empeña en emplear estos términos tan erróneos, falaces e incluso irrisorios?

Estas expresiones lo único que generan es restarle importancia a ciertos sucesos graves ocurridos en contextos antidemocráticos al ser equiparados con acontecimientos inusitadamente menos onerosos.

Incluso, comparar al macrismo con el videlismo, demuestra la poca sensatez y mesura de un grupo, por suerte no tan amplio, de personas que: o usan esa definición como pretexto para ver derrocado a la actual conducción gubernamental o realmente se lo creen, lo cual, dificulta llegar a una conclusión sobre qué es lo peor.

En el caso del feminazismo, no es necesario aclarar que significa el término nazi, si bien, el lenguaje es como una serpiente que cambia de piel constantemente, la palabra nazi comprende un solo significado y no tiene un ápice de chistoso.

Según la Real Academia Española, el feminismo es el “principio de igualdad de derechos del hombre y la mujer”, por lo que se entiende que aquellas personas llamadas feminazis son quienes buscar detentar aún más derechos que el hombre, incluso humillándolo sin reparo alguno. No obstante, sigue siendo una expresión inadecuada para referirse a este grupo mayormente integrado por mujeres.

Concluyendo, aquellos que anden por la vida usando estos, entre tantos otros “dichosos”, términos, solo forman parte del problema, propagando la incoherencia al tocar temas tanto sensibles como delicados, ello, al caer en la tentación de usar estas expresiones para nada formidables sin siquiera una pizca de mesura.