La truculenta trama radica en la provincia de Córdoba, donde el Secretario de Transporte provincial, Gabriel Raúl Bermúdez, se encuentra sometido a un grotesco caso de corrupción, no es casual que él mismo admitiera ser admirador de Ricardo Jaime, ex Secretario de Transporte de la Nación y el primer funcionario kirchnerista detenido, desde el 2 de abril del 2016.
Incluso, cuando desde su círculo más íntimo le inquieren respecto del por qué siendo una persona desmedidamente millonaria se dedica a la política, apenas atina a contestar con inusual honestidad: “Porque en meses gano lo mismo que gané en toda mi vida”.
Como secretario de transporte, el funcionario logró su enriquecimiento siendo hoy multimillonario. No obstante, durante su corta pero fructífera vida política desde la Municipalidad cordobesa hasta el Gobierno provincial, no ha detenido su crecimiento económico.
Como ejemplo de su desmesurado enriquecimiento ilícito se pueden mencionar los sobreprecios escandalosos que ordenó pagar por cada palmera y demás plantas y masetas que se colocaron en la terminal, incluso los baños hechos por la constructora Trujillo tienen un sobreprecio del 100 por ciento, es decir que se cobró el doble de lo presupuestado.
Bermúdez es quien maneja la empresa Asesores de Córdoba (Asecor) desde las sombras. El Gerente General de dicha compañía, Ignacio Olocco, es el hombre de mayor confianza del mencionado secretario de Transporte, y es quien, gracias a las ganancias de las cuales se lo ha hecho acreedor, compró y loteó un terreno en Potrero de Garay, el cual en la actualidad se encuentra en venta.
Olocco está casado con una señora de nombre Julieta que, oh casualidad, trabaja en la financiera de Bermúdez, situada en los pisos 15 y 16 de la torre Complejo Garden ubicada en las calles Corrientes e Ituzaingó de la misma provincia.
En el mismo piso 16, funciona además la redacción del diario Alfil, propiedad del mismo funcionario provincial, el cual ostenta con el objetivo de patrocinarse políticamente y “ahuyentar” a quien pudiera resultar una molestia.
En Asecor trabaja también un cuñado de Bermúdez, curiosamente en un puesto clave en lo que a contrataciones de compañías aseguradoras respecta.
De igual forma, emplea a un médico de su amistad, con el cual hace unos meses viajó junto a su familia a Cancún, obviamente todo desembolsado por Gabriel Raúl, de nombre Carlos Galetto.
Galetto es un retirado del Servicio Penitenciario, lo más llamativo es que dicho retiro se efectuó bajo el nombre de otro profesional, tal como lo hizo durante años estando en actividad, lo cual resulta ser una situación complicada con respecto a la legislación vigente. Pero además es auditor médico, lo cual tiene que ver más que nada con los futuros pagos de indemnizaciones y arreglos extrajudiciales.
El dinero obtenido obviamente sirve para abultar aún más el bolsillo de Bermúdez, pero además es utilizado para hacer política y llega directamente, ni más ni menos, que al otrora gobernador de la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota quien lo protege junto al actual Juan Schiaretti.
¿Cómo se lleva a cabo esta mecánica?, sencillo: Bermúdez cobra el dinero en la provincia de Buenos Aires, y se aloja siempre en el mismo hotel, el Caesar Park ubicado en la calle Posadas al 1200 del barrio de Recoleta, desde allí opera sus negocios, tanto oficiales como personales, parte de lo recaudado se guarda en las oficinas de Horacio Miró (a quien señalan como testaferro de De La Sota) sobre Avenida Libertador o en el barrio de Puerto Madero y finalmente el resto de dinero se lava en la financiera de Garden. Lo que es obvio pero de todas maneras es dable resaltar es que todo queda en familia.
Absolutamente todos los contactos con las aseguradoras vinculadas con los retornos los maneja Bermúdez, y eventualmente Olocco, baste analizar las llamadas telefónicas y los mensajes vía whatsapp de ambos, allí se encuentra gran parte de la investigación.
Dicho funcionario maneja la cosa pública de forma estrictamente militar, sembrando temor en sus subordinados, incluyendo las altas jerarquías, siendo que incesantemente expresa sus excelentes relaciones con “los que verdaderamente mandan”.
La impunidad en ese sentido es tan grande que incluso le ha exhortado a una de sus manos derecha que encierre a quien mantiene una relación amorosa con una de sus hijas mayores en un tambor de 600 litros y lo tire al dique, sin embargo, vale mencionar que su “yerno” se encuentra estrechamente vinculado al narcotráfico.
Además de Bermúdez, otros de los integrantes de la banda son su padre, Gabriel Hugo, DNI Nº 6.516.331, jubilado provincial y su actual mujer de nombre María Eugenia Balut, DNI Nº 21.115.082.
El Secretario de Transporte provincial somete a empresas de transporte, propietarios non sanctos mediante, al pago de cánones especiales para determinados favores, como por ejemplo, la entrega de corredores arreglando las licitaciones nacionales y provinciales con nombre y apellido. Para lograr dicho objetivo tiró abajo a la empresa Ciudad de Córdoba, lo cual fue totalmente innecesario siendo una obviedad quién ganaba.
Los pagos en todos los casos fueron millonarios, además de otras concesiones que el funcionario les brindó y que fueron pagadas con mucho dinero, como por ejemplo a empresas como LEP, Fonobus, Ersa, etc…
En ese sentido y tras consignar el manejo directo de la Estación Terminal de Ómnibus, el ex asesor de Gabinete de la Municipalidad de Córdoba, mudó sus oficinas a dicho edificio con el mero propósito de colocar empresas amigas y de contratar personal que le brinda “servicios personales”.
Un claro y elocuente ejemplo de ello, se da con un operario nombrado por Bermúdez, de apellido Monjes, quien posee un horario “especial” y ciertos privilegios debido a que se trata del caddy que lo asiste en el campo de golf de Villa Allende, tópico del cual hablan el resto de los operarios.
También contrató a un personal femenino de nombre Marisa, ella es la única que no tiene la obligación de marcar el ingreso o egreso y asiste dos o tres veces al mes, aunque no tiene un puesto o cargo. Este beneficio se debe a la cercana relación personal con Bermúdez, a cuya oficina asiste ante el requerimiento de éste pasando allí algunas horas.
También lo asiste en su tarea oficial y sobre todo personal y familiar, un señor al que apodan “El Cheto” Oviedo, empleado municipal “ñoqui”, ya que solo pasa por la Municipalidad a marcar tarjeta y presta servicios en la terminal de Ómnibus como chofer de Don Gabriel y su familia.
Allí, en Carlos Paz, guarda gran parte de sus vehículos, como una moto BMW, cuadriciclos, motos de agua y lanchas. Una de esas embarcaciones, casi un barco podría decirse, tuvo que venderla casi sin uso pero en el momento oportuno, ya que llamaba desmedidamente la atención.
Para entender el tamaño del navío es dable aclarar que no existen guardalanchas con capacidad para la misma, por tanto, tuvo que anclarlo varios meses en el embarcadero perteneciente al Club Militar, pero culminó deshaciéndose del mismo vendiéndolo en Buenos Aires.
Como si todo lo antes mencionado no fuera razón suficiente para tildar a este personaje de nefasto, se pueden agregar las constantes amenazas a periodistas para callarlos, algo que logró con superado éxito.
Una de las colegas amenazadas por Bermúdez es la cordobesa Graciela Mónica Capellino, quien denunció dicho acto en la Comisaria de la Seccional número 4 de la Policía Federal Argentina de la provincia de Córdoba.