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Detrás de las paredes

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LUIS MITRE: EL SILENCIO QUE VUELVE A MATAR
LUIS MITRE: EL SILENCIO QUE VUELVE A MATAR

El año 2005 culminó

 

    El año 2005 culminó, entre otras cosas, con penosas muertes. Y el 2006 empezó con impactantes silencios. Sobre las muertes dudosas se habló, investigó, indagó, opinó y escribió. Y de las irresueltas aún se siguen las pistas.

    Sin embargo, existió un crimen en particular que fue y es silenciado. El crimen de uno de los integrantes de una de las familias más poderosas de nuestro país: la familia Mitre.

    La de aquel legendario Bartolomé Mitre, el fundador del diario La Nación. Ese diario que a muchos de nosotros nos acompaña todas las mañanas.

    Extrañamente, el asesinato de Luís Emilio Mitre, uno de los hijos de Bartolomé, sólo fue anunciado y acompañado mediante avisos fúnebres una vez que se descubrió lo sucedido.
    Luego, nada más se supo. Mejor dicho, se supo poco y nada, ya que solo digitalmente se buscó instalar el tema y no todos los medios digitales se hicieron eco.

    El diario La Nación sólo sacó avisos fúnebres y luego pareció querer olvidar el asunto, como si nada hubiese sucedido, como si la muerte de Emilio Mitre hubiese sido a raíz de una enfermedad incurable, por algún imponderable de la salud, o por un trágico accidente y no por un asesinato.
    Pasado un mes de ese lamentable hecho, dicho dirario, ni siquiera publicó un recordatorio. Todas las noticias parecen ser más importantes que la muerte de Mitre, cuando en realidad, no existe una noticia más importante que otra; un tema más importante que otro.
    No hubo preguntas, por ende, tampoco hubo respuestas. Los medios gráficos pasaron el tema y al ritmo de la familia intentaron llevarlo al olvido. De hecho, el misterio que ronda la muerte de Luís Emilio Mitre parece desvanecerse en el mismo misterio para lograr el olvido tan deseado. Tan raramente deseado.
    Es decir, la gráfica se refirió al tema pero no ahondó en el mismo. Perfil sacó una nota realizada a la sobrina de Luís Emilio Mitre en donde hacía referencia a la muerte de su tío y más tarde Clarín sólo observó que conforme a los datos que las investigaciones iban arrojando, se suponía que quien había asesinado a Mitre era un taxi-boy.
    Se puede apreciar entonces, que el silencio se presenta como el principal protagonista dentro de las consecuencias que tuvo este asesinato. Un silencio sepulcral. Un silencio que duele. Porque el silencio tiende a implicar "encubrimiento". Mejor dicho, el silencio se presenta como el cómplice más cercano que el ser humano busca para salvaguardar la verdad tan temida.
    Porque si bien el poder de la palabra tiene un valor indiscutido, el valor del silencio es absolutamente más impresionante y enigmático.
    Tal vez todo se deba a que la conformación de los hilos sociales del poder se haya edificado sobre la base de la vergüenza. Además de construirse sobre la eterna vidriera en la que suelen mostrarse algunas familias, fundamentalmente las de clase alta, que transitan la vida intentando ocultar sus más bajos instintos, sus costados más oscuros para no destruir la imagen del fundador, para no derribar al mito fundante.
    Sin embargo, cabe aclarar, que esta manera tan propia de presentarse ante el mundo de la clase alta, no es privativa de la misma. Tanto la clase media como la clase baja también suelen recurrir a estos mecanismos de defensa. Pero la diferencia radica en el capital cultural que poseen y en el poder que manejen. Porque el silencio tiene su precio, tiene sus costos.
    No obstante, los casos de ocultamiento de condiciones del ser son mucho más propios de las clases altas que de las medias y bajas. Porque estas últimas no viven como integrantes de clases sujetadas. Viven con mayor naturalidad la vida. El poder no es el motor de su existencia y por ende, la libertad se vuelve mucho más palpable.
    Las clases altas, en cambio, son prisioneras del "qué dirán." Viven pendientes de conservar lo que creen haber sabido construir. Cuando lo cierto es, que el velo con el cual quieren cubrir los ojos del resto de la sociedad, siempre, tiende a caerse.
    Pues el ocultamiento existe en todas las clases sociales. Sea de mayor o menor complejidad, siempre se tienen cosas que ocultar. El tema reside en el por qué se ocultan determinadas situaciones.
    Porque indudablemente el silencio y la mentira terminan por internalizarse como formas de vida. Y la salida se vuelve casi imposible. Las ataduras se incrementan.
    Entonces, el temor por la verdad, el miedo al señalamiento, el avistamiento del fracaso social lleva a muchos de los integrantes de las familias de clase alta, aquellos que allá lejos y hace tiempo pudieron conformar la aristocracia argentina, a mentir o mejor dicho, a silenciar.
    Por lo cual, se podría decir que el silencio es aquella acción/omisión que aleja a las personas de la realidad. Visto así, el silencio se debate entre la sumisión y el conformismo.
    El profesor e investigador del departamento de sociología y psicología social de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, DF, Juan Soto Ramírez ofrece una clarificadora explicación sobre el silencio:
   "Lo silencioso es lo que no hace ruido y es el estado perfecto para las dictaduras porque no permite la protesta, la crítica ni la inconformidad. Donde hay silencio no hay conversación, es decir, forma alguna de reconstruir la realidad aunque sea para reinventarla lingüísticamente."
  
De un tiempo a esta parte, el silencio se ha convertido, indudablemente, en un valor de propio de las sociedades modernas y más aún de las clases altas. Por lo menos en temas como este. Donde el poder y la vergüenza pueden más que los supuestos lazos de amor que se tienen para con un integrante de la familia.
    En el caso del crimen de Luis Emilio Mitre, aunque también en el caso de otros crímenes silenciados, el silencio asesina al muerto doblemente. Porque el silencio mata. Impide conocer la verdad, lo que el otro piensa y siente, lo cual se presenta como una amenaza.
    Ocurre que existen dos tipos de silencio, el silencio que conmemora a alguien que ha muerto mediante un minuto de silencio; y el silencio que otorga. El silencio finamente premeditado para evitar el esclarecimiento de la muerte en sí. Y bajo este último modo de silencio se produce la "complicidad" del acto cometido.
    Aquí nada ha sucedido.
    Y de haber sucedido, el silencio es la mejor escudería para ocultar las bajezas de las familias, de las sociedades.
    Hoy, los medios gráficos parecen querer comenzar a tratar lo que debiesen haber tratado hace más de un mes atrás. La revista Noticias, por ejemplo, le realizó una "nota" a quien supuestamente dicen que es el asesino de Mitre. Pero todo queda ahí, no se va más allá.
    Finalmente, lo único cierto en el caso del asesinato de Luís Emilio Mitre es que la familia, aparentemente, ha decidido llamarse a silencio. Por lo menos en la esfera pública. Y han "invitado amablemente" a los medios de comunicación a silenciarse, ya que nada, absolutamente nada, puede salir, del detrás de las paredes.

 

 

Laura Etcharren

 
 

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