Cuando el 27 de octubre a la noche se comiencen a conocer los resultados de las elecciones presidenciales, los radicales tal vez deberían pensar que la última vez que pudieron ubicarse en una instancia como esa con un candidato propio fue hace 20 años.
Ese candidato se llamó Fernando De la Rúa, que ganó en lo que se llamó la “Alianza”, la coalición entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el Frepaso. Dos décadas estando obligado a ir de segundos de otros, es demasiado tiempo para un partido político que se precie de tener carnadura popular. Dicho de otro modo: Tras la muerte del último gran líder, Raúl Alfonsín, los radicales solo se han limitado a tomar prestados candidatos extrapartidarios.
La próxima reunión de la Convención Nacional de la UCR que tendrá lugar el 27 de mayo se trata de eso, de definir de cuál candidato irán colgados, ante la imposibilidad de generar una oferta electoral propia. El posicionamiento de los grupos internos está vinculado a si estos tienen responsabilidad de gobierno o no. Los que han estado fuera de todo y que se han opuesto desde siempre al acuerdo con el PRO hoy trabajan por la candidatura de Roberto Lavagna. Los que están integrados al esquema de poder que maneja Cambiemos van por el respaldo a Macri o por ampliar Cambiemos.
En el primer grupo, los que quieren la alianza con el peronismo no kirchnerista y los socialistas de Santa Fe, se ubican Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella y Federico Storani. En el segundo, el presidente del Comité Nacional de la UCR y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, es de los que impulsan la idea de “ampliar Cambiemos”. Un tercer grupo de convencionales provenientes de la Provincia de Buenos Aires, sugieren que el partido se encolumne detrás de Mauricio Macri sin mayores discusiones.
¿Qué va a pasar el 27 de mayo?
Si hay algo que tienen conciencia los radicales es de la crisis en la que están atascados hace 20 años. No es un partido que pueda resistir un cisma.
Los convencionales trabajan en un documento en el que todos los grupos queden contenidos. Se marcará una línea tan amplia que cada grupo va a poder hacer lo que quiera sin que eso implique el quiebre. Algunos persiguen que la palabra “Cambiemos” quede afuera del vocabulario radical, otros que no se haga mención expresa a respaldo a candidatos.
Pero lo que tienen en común todos los sectores de la interna radical es la idea de tratar de preservar al partido. Aún es la crisis en la que está inmerso, la UCR mantiene presencia en el interior del país, ha ganado en Corrientes, Mendoza y Jujuy. Sigue siendo una plataforma electoral. No lo van a romper. Lo van a mantener hasta el momento en que soplen tiempos mejores.
Necesidad de renovación
Lo que deja claro la UCR es que ha perdido su frescura. No sintoniza del todo con el “votante radical”, que es el ciudadano de clase media, que es aquel que no vota peronistas. Y ese es un gran universo que incluye a gente con ideas de centroizquierda hasta los más liberales.
Con Raúl Alfonsín la UCR lideró ese gran grupo del electorado argentino por “izquierda”. Pero tal vez, estos radicales se dedicaron en los últimos años a profundizar ese perfil de “socialistas” provocando la salida de muchos dirigentes de la “derecha”, como Elisa Carrió, Ricardo López Murphy, y gran parte del viejo balbinismo que se integró al PRO. Se han olvidado que el radicalismo no es socialista ni liberal. Es radicalismo.
En el seno del centenario partido conviven una vieja tradición nacionalista proveniente de Hipólito Yrigoyen, otra liberal progresista encarnada por Marcelo T de Alvear… y la más reciente, la socialista de Alfonsín. Suponer que solo una de ellas es el radicalismo ha sido el grave error de las dos últimas décadas. Le ha restado capacidad de repensarse y generar alternativas. Carlos Lamiral
Y ahora éste otro también.
Cuanto inútil junto.
Vivimos tiempos en que lo que definan DIRIGENTES PARTIDARIOS, no es garantía de que los electores actúen en consonancia. No es la primera vez que los CANDIDATOS quedan solos y sin los votos esperados. Los Radicales deberán ser MUY REALISTAS respecto al CONTEXTO SOCIAL ACTUAL y responder mas que a sus INTERESES a los INTERESES de sus adherentes. Lo ocurrido en Córdoba fuè muy burdo. Había DOS CANDIDATOS, uno con DOS GESTIONES POBRISIMAS, como la del Intendente de Córdoba Capital, Ramón Mestre y otro candidato, con buena imagen y respetado en el CONGRESO DE LA NACION ¿Había que contratar a un consultor para determinar cuál de los dos era mas conveniente? Pero claaaro, había que respetar AL APARATO DEL PARTIDO y quié tenía LA MANIJA y fué por ello que se autoproclamó. Los VOTOS le dijeron que ESTABA EQUIVOCADO e hizo PERDER AL PARTIDO, no solo la Pcia sino la CIUDAD, ya que si hubieran ido juntos las listas de CAMBIEMOS, hubieran mantenido la ciudad. Asi permiteron que un "foraneo" con solo un 38% se quede con el premio