Las dictaduras latinoamericanas repiten sus fórmulas para esclavizar a sus compatriotas desde hace ya sesenta años.
Recurren una y otra vez a la estrategia de la “piel de cordero” para hacernos creer que debemos darles una “segunda oportunidad” porque han cambiado, porque ya no querrán sojuzgarnos.
Veamos cinco casos claves para entender cómo fuimos engañados de manera recurrente:
1-Muchos subestimaron a ese pintoresco oficial de las Fuerzas Armadas de Venezuela que se levantó contra el presidente Carlos Andrés Pérez.
Hugo Chávez Frías, un verborrágico y contradictorio uniformado intentó dar un golpe de estado y terminó encarcelado. La democracia caribeña, en lugar de darle un castigo ejemplar, lo dejó manejar la cárcel que lo contenía a su antojo y luego lo indultó.
Todos conocemos el resultado. El “Comandante” llegó al poder en 1998 y comenzó una paciente tarea para dinamitar cada uno de los andamiajes que sostenían la división de poderes y la República en Venezuela.
Hoy, con cuatro millones de exiliados y cientos de miles de muertos por la hambruna, ya es demasiado tarde.
2-En 1953, en Cuba, Fidel y Raúl Castro fueron condenados a quince años de prisión por el asalto fallido al cuartel Moncada.
Apenas dos años más tarde ambos abandonan la prisión de Isla de Pinos tras recibir una amnistía del gobierno de Fulgencio Batista.
Retornarían poco tiempo más tarde a la isla y se quedarían seis décadas completas en el poder, sin elecciones, traicionando las promesas que el propio Fidel le hizo desde e llano a los partidos democráticos cubanos.
Desde 1959, millones de cubanos se escaparon del régimen y miles terminaron muriendo en el mar mientras intentaban huir de la isla, en medio de tormentas y tiburones. Este país parece detenido en el tiempo. Sus calles, sus casas y hasta sus autos siguen igual que en el final de la década de los años cincuenta. Un fracaso monumental, épíco.
3-Tras tres lustros en el poder, Evo Morales les pidió a sus compatriotas que votaran en un plebiscite por su continuidad eterna. El líder indigenista fue derrotado en las urnas y, en lugar de cumplir su promesa, forzó una nueva oportunidad gracias a una resolución de la Corte Suprema del país (donde existen ministros adictos a su régimen).
Les hizo creer a los bolivianos que se iría y ahora está a las puertas de transformar a Bolivia en una verdadera dictadura.
4-Por su parte, los nicargüenses también fueron ingenuos. Tras el triunfo de Violeta Chamorro en las urnas, supusieron que el dictador Daniel Ortega iba a aceptar las reglas del juego de la Democracia.
El líder Sandinista recurrió a un sistema al que denominaron “la piñata” que consistió en rifar cada una de las empresas y bienes del Estado entre los líderes de la “revolución” que sacó del poder a Somoza a fines de los años setenta.
Tras un breve mandato de la viuda, los Ortega retornó al poder e instaló una dictadura que desnaturalizó las elecciones, la justicia, los medios de comunicación y el Congreso Nacional.
5-Finalmente, Argentina se expone también en pocas semanas a una nueva versión del juego de “la piel de cordero”.
Tras cuatro años fuera de la Casa Rosada, Cristina Kirchner está cerca de regresar como vice presidenta, a pesar de haber sido multi procesada por corrupción y de tener varios pedidos de detención concretos en su contra.
Una vez más se impuso el cuento de que “han cambiado”, “ahora son buenos” o “ya tienen el oro y ahora vienen por el bronce”.
La segunda oportunidad para los dictadores caídos suele ser letal para los pueblos. Millones y millones de exiliados cubanos, venezolanos, nicaragüenses y bolivianos pueden dar fe de sus respectivos desastres.
O se los destierra para siempre y se los encarcela o vendrán por nuestra vida, la de nuestros hijos y la de nuestros nietos.