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En primera persona: desde TDP, un mensaje frente al dolor y la adversidad

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Honrar la vida
Honrar la vida

Hace pocos días, el Director, el Editor y equipo de Tribuna de Periodistas decidieron nombrarme Editora de Genero de este portal de internet, que desde el año 2003 dio un gran paso en la manera de informar y un giro importante transmitir noticias y actualidad.

 

Este nombramiento fue un desafío para ellos que confiaron en mí como profesional, que me eligieron y se jugaron con convicción, más allá de las críticas recibidas y cuestionamientos.

Esta designación llegó en un momento muy duro y difícil de mi vida personal, porque 3 meses antes mi madre había sufrido un accidente vascular —hematomas cerebral talámico e insular izquierdo de etiología hipertensiva— y nunca volvió a ser la misma persona: quedó postrada, determinándose una internación domiciliaria que transcurrió con toda la lucha, frente a una obra social a la que poco y nada le importó la salud de la afiliada, con burocracias que llevaron a un desenlace fatal, de la peor manera.

Ser la editora de Género me honró, porque fui columnista desde la primera hora de Tribuna de Periodistas, medio al que, dicho sea de paso, honro con toda pasión, vocación y profesionalidad en cada columna o nota de sociedad que realizo. Ser la voz de las mujeres que leen este portal y que se atreven a comunicarse y visibilizar lo que ocurre, es positivo.

Comencé a escribir en medio de una situación de profundo dolor: ver a mi madre, postrada, devastada por un ACV que no perdona y que sacude a la persona y la familia de la peor manera. Sin embargo, ella era feliz cuando me sentaba a su lado y le leía mis columnas y ella, a su manera, quería expresarme como podía su alegría.

Desde el amor, contención, cuidados de mi familia y amigos de fierro que estaban y están ahí, transitamos la internación domiciliaria, como se podía y con lo que pudiéramos hacer frente a la ignorancia y trabas de la obra social

A partir de allí, sentí la enorme necesidad de visibilizar, de colocarme en el lugar de todos aquellos que pasaban la misma situación y como homenaje a mi madre que era una mujer luchadora, honesta a carta cabal con la única e inmejorable herencia de dejarle a sus hijos y nieto la dignidad y el valor por las pequeñas cosas de la vida.

Mis columnas son de actualidad y sensibles para la sociedad tanto para mujeres como hombres, porque la idea es lograr una equidad, no de enfrentamiento entre hombres y mujeres sino de ir a la par, y no emprender batallas de quién es más fuerte y nada más. De entender que va más allá de los condicionamientos y de estar o no de acuerdo, con el pañuelo verde, azul, rojo o del color que sea.

Los días transcurrieron, mi madre fue empeorando, día a día, y nos desesperábamos por darle la mejor calidad de vida que se pudiera, pero el domicilio de la familia no era un hogar, hospital o clínica de tercer nivel y nada alcanzaba para cubrir. La obra social seguía ausente.

Hasta que el lunes 11 de noviembre, tuvo que ser internada de urgencia y el único lugar en el que había cama en ese momento era en el Sanatorio Otamendi, prestador del Poder Judicial.

Se preguntarán por qué escribo esta columna: ayer 14 de noviembre y después de 4 días de luchar por su vida mi madre falleció, partió, se fue… no pudo más y en esos días me dio fuerza para continuar fuerte, segura y no permitir que esto le vuelva a suceder a nadie más. Pude despedirme de ella y prometerle que seguiría su legado de dignidad, que la amábamos con toda el alma. No encuadrarme en mi caso particular o especifico. No todo lo contrario es demostrar, informar lo que ocurre con las internaciones domiciliarias que obligan a cumplir a la familia ignorando absolutamente todo el confort y tratamiento que necesita el paciente para recuperarse.

Al contrario, es una batalla y lucha que no quiero dejar de realizar y continuaré desde mi columna como Editora de Genero, con actualidad, ayudando a informar, y evitar que nadie transite por este dolor inmenso de enfrentarse con la burocracia, la desprotección y que la vida de las personas no signifique nada o sea un número más cobrando una cuota social e imponiendo condiciones y cláusulas que son injustas y fuera de todo orden legal, simplemente conforme el estatuto de la obra en cuestión y que no queda otra que pagar cuotas elevadas. Asimismo desde el aspecto legal como abogada.

El dolor e impotencia que siento y vivimos toda la familia, no se puede explicar, porque hay que vivirlo, sentirlo, transitarlo y no bajar los brazos.

Rescato la labor y profesionalidad del cuerpo médico del Shoc Room del Sanatorio Otamendi, desde el primer momento lucharon por la vida de mi madre y decidieron darle confort, cuidarla, que no fuera invadida por medios que la afectarán aún más. Tuvieron el tino y decoro de informarme como hija, con cuidado y explicándome en cada paso la decisión que debían tomar. Llegado el momento me dijeron lo peor que ya no había más por hacer, pero con delicadeza, con cuidado y que solo había que esperar que se fuera de la mejor manera posible y cuidada.

Las enfermeras de todos los turnos (mañana , tarde y noche) cada una en su lugar con cariño hacia ella que tenía 88 años y la fortaleza para pelear hasta el último halo de vida.

Realizo esta columna en primera persona y agradezco a Christian Sanz Director de TDP, que me permite expresarme.

Cuando se enteró lo sucedido me acompañó con su abrazo y me dijo: “Escribí sobre tu mamá, aunque sea para vos, que te va ayudar”.

Fue así que decidí tener en cuenta lo que me dijo y les estoy transmitiendo a todos ustedes como lectores lo ocurrido y que se sientan identificados. Que si les está pasando me lo comuniquen y siempre habrá algún camino, que no estén en soledad y luchen contra los molinos de viento.

Esto es así porque nadie está exento de nada y poder decir que hay que tener sororidad una palabra que es muy frecuente utilizar. Que significa hermandad entre las mujeres con respecto a cuestiones de género.

Pero que en esta circunstancia, la extiendo a todos mujeres y hombres que están transitando idéntica situación.

Es la madrugada y no han pasado 24 horas, que Norma, Chichi, Chichita “como le decíamos cariñosamente”, se fue, partió , que no está , que el dolor es desesperante por lo que le tocó vivir.

 Pero la soltamos, para que descanse en paz, que llegue a su arco iris que su nieto del alma como decía ella le enseño a observar desde chico y lo dibujaba pintaba a toda la familia con los siete colores. Porque para llegar a ese arco iris hay que transitar la tormenta.

Para que no sufra más, que descanse en paz, porque su cuerpo fue invadido por tantos remedios paliativos o como se quieran llamar en medicina y del desgaste físico, del dolor, de pelearle a la vida con toda la fuerza del mundo

Fue una mujer honesta, digna, con responsabilidad, que había perdido un hijo de 21 años, y a partir de allí fue resiliente para continuar viviendo y soportando una cicatriz y moretón en el alma que nunca cerro, porque perder un hijo no tiene nombre

En honor a ella continuaré luchando legalmente para evitar que esto vuelva a pasar, que su caso siente jurisprudencia y que no existan otras Normas, Juan, etc o como se llamen.

Que a pesar de haberle sido otorgado un certificado de discapacidad, la obra social cuestionaba absolutamente todo, con trabas, exigiendo que una persona postrada y que ya no podía razonar porque su cabeza se desvasto fuera a cobrar un cheque de reintegro por un colchón de aire y una silla de ruedas o que otorgará un poder general al familiar para que la representará en la obra, cuando ningún escribano puede realizarlo porque está viciado de nulidad y la persona no está con pleno uso de sus facultades y capacidad. Y sino así nomás muy livianamente decir que había realizar un proceso judicial, mientras la vida del paciente se va deteriorando y no hay retorno alguno.

Quiero dejar un mensaje de fortaleza, de esperanza, que todo es necesario visibilizarlo y recordar que frente al dolor está el tiempo, y que solo se trata de honrar la vida

No
Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber
adormecida...
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas...
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida!
No
Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Desde la IDENTIDAD HUMANA que no sabe de diferencias de "género", resulta comprensible no reconocer los efectos de una pèrdida familiar . Vayan las mejores intenciones para que Ud,. pueda superar en el tiempo que sea necesario, el duelo de la pèrdida.

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