Una profunda y peligrosa pandemia atraviesa a toda la humanidad. El virus covid_19 que azota a toda la humanidad está poniendo una frontera entre un mundo a punto de convertirse en pasado y otro mundo nuevo que se insinúa “peligroso”, desconocido y lleno de incertidumbres que requiere que el hombre, privilegie otros valores para enfrentar los difíciles desafíos del presente y el futuro por venir.
Hizo falta tener enfrente un enemigo común como lo es el coronavirus para que los seres de este planeta nos diéramos cuenta cuanto necesitamos de los otros para seguir existiendo.
Las imágenes que nos llegan a diario junto a las aterradoras cifras de infectados y los no menos obscenos números que se multiplican exponencialmente de acuerdo a las proyecciones realizadas por los expertos, asumiendo lo que sucede en otras naciones (China, Italia, España, EEUU y otras) como propias, están dando cuenta de la fragilidad de nuestra existencia en este nuestro planeta tierra.
Los sistemas sanitarios a nivel mundial que ya se encuentran desbordados, no están preparados para atender a un número incalculable de contaminados que día a día llenan los establecimientos hospitalarios del mundo entero.
En este contexto lleno de incertidumbres y acechanzas, es que sabemos sobradamente que en todo orden humano las cosas que hacemos adolecen de poseer rasgos perfectos, después de todo somos humanos y no dioses, es más, yo diría para mi gusto, que las cosas que hacemos tienen demasiadas imperfecciones que con el transcurso del tiempo aprendemos a convivir con ellas y esto sucede en el mismo instante en que las naturalizamos.
Hoy en día en medio de la crisis sanitaria mundial (pandemia) que se combina con la no menor crisis económica que conoce la humanidad una controversia sobrevuela la opinión de los argentinos en particular y el mundo entero en general, esto es: si hay que garantizar con todos los elementos que disponemos atender la salud de las persona o preservar la economía por sobre ellas.
Menudo interrogante tiene la humanidad por delante, los argentinos tan afectos a las antinomias comenzamos a enredarnos en este viejo dilema humano para saber si es primero el huevo o la gallina; inútil es para todos resolver hoy en día el interrogante en medio de un ataque mortal de un enemigo invisible que nos quiebra la voluntad de existir, cabe entonces aceptar que lo único cierto en este dilema milenario es que hay huevos y gallinas y ambos son parte de la misma respuesta que el mundo con elevado equilibrio tendrá que resolver.
En este punto sin retorno es cuando vemos que la política de un país, ofrece una multiplicidad de características que se expresan en el mismo orden ya que las realizan los seres humanos y sobre todo, por su constante exposición a la demanda popular resaltan mucho más los defectos que las virtudes, sin embargo, las muestras de unidad y coraje de la clase política que se proyectan en la gente: son alentadoras.
El asunto que ocupa en este caso entonces a toda la humanidad, tiene que ver con una falla de origen que carga la historia humana sobre sus espaldas y es el injusto sistema de producción y distribución a nivel global puesto que estos dos elementos son los que deberán corregirse para construir un orden nuevo en donde la salud y la economía de las naciones valorice al hombre y sus necesidades.
La suerte está echada y la oportunidad desplegada frente a nosotros: nada se podrá realizar y todo esfuerzo será inútil si no somos capaces de crear un nuevo comienzo que valorice al hombre por sobre todas las cosas y en donde la economía solo sea un instrumento al servicio del hombre y toda la humanidad.