Finalmente, fue el gobierno de Alberto Fernández el que terminó comprando las marcas “Cuchuflito” y “Pindonga”, y lo hizo con un sobreprecio enorme, que lo hizo recular, volviendo atrás en sus pasos.
Más allá de la humorada, el nombre de Daniel Arroyo quedó complicado por la sospechosa compra de alimentos para el Ministerio de Desarrollo Social, que benefició a un grupo de empresas que pertenecen a un personaje vinculado al mundo del macrismo.
Se llama Víctor Lusardi y es mandamás del "Grupo L", que aglutina a dos de las firmas contratadas en el escándalo de los alimentos, Forain SA y Teylem SA.
Es curioso, porque se decidió avanzar con estas empresas a pesar de que ninguna de ellas produce fideos o elaboradora aceite. Por eso, la abogada Silvina Martínez se presentó en la justicia y, entre otras cuestiones, planteó: "¿Por qué se contrató a empresas comercializadoras y no a entidades productoras?".
Como sea, en estas horas el gobierno ha decidido echarse atrás y suspender la polémica adquisición. Sin embargo, aún queda mucho por explicar.
Básicamente porque Lusardi es un viejo conocido de la política y los escándalos derivados de ella. Por caso, en 2017 dos de sus empresas fueron denunciadas en la justicia por la supuesta compra fraudulenta por parte del gobierno de María Eugenia Vidal de un lote de pan dulces que se repartieron en la Navidad de 2016 con un sobreprecio del 145%.
Los detalles pueden verse en el expediente 20704-2561/2016-0-0, que ascendió a 36.750.000 de pesos. La beneficiaria fue Teylem SA.
Nada es casual: Roxana Lusardi, hija de Víctor, es amiga personal de la exgobernadora y de Ana Moschini, secretaria privada del expresidente Mauricio Macri.
Ello explica los millonarios negocios que se le han otorgado a los Lusardi, siempre sospechados de haber sido cedidos “retornos” mediante. Baste ver la “gauchada” que le han hecho dos poderosos exministros: Santiago López Medrano y Cristian Ritondo.
El primero de ellos le cedió al Grupo L la proveeduría de los comedores escolares de la provincia; el segundo, el suministro de alimentos y artículos de limpieza al Servicio Penitenciario Bonaerense.
Pero hay mucho más, otros escándalos que empezarán a conocerse al paso de los días. Refieren a licitaciones espurias, sobreprecios y coimas. No solo en el gobierno de Vidal, sino también de Daniel Scioli.
Allí aparece la sombra inquietante de otro exministro, Gustavo Ferrari. Es el nexo inevitable entre el mandato del kirchnerismo y el macrismo en la provincia de Buenos Aires.