Es importante recordar que todas las batallas de un pueblo son culturales, porque atañen a la formación de su identidad y no a su mera existencia gregaria, y que no sólo se ganan o se pierden en el campo de las ideas, sino en un territorio mucho más vasto: aquel donde se preservan y fortalecen las bases, las orientaciones que crearon la sociedad.
En pocos días recordaremos un nuevo aniversario del 25 de mayo. Abatidos por los hechos cotidianos, perdida nuestra capacidad de asombro por causa de esos mismos episodios, olvidamos que esos hombres ejecutaron una Revolución –sustantivo tan trajinado en los últimos años-, esto es, echaron los cimientos de un país, iniciando la larga y quizá interminable batalla cultural para fundar una sociedad o, si se prefiere, un destino común.
¿Cómo debía ser esa sociedad, ese destino común? Durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo, al expedir su voto, Cornelio Saavedra –el líder militar de la época-, dejó constancia “de que el Pueblo es el que confiere la autoridad o mando”. En síntesis, Cornelio Saavedra daba por sentado que la soberanía reside en el pueblo porque, además, en ningún momento de su declaración –una declaración francamente revolucionaria- mencionó al rey.
Saavedra y sus correligionarios querían una sociedad democrática y representativa; inspirados en los ejemplos de Estados Unidos pero, sobre todo, en los de Francia –esa misma Francia que, al invadir España, facilitó el avance de los patriotas argentinos-, veían en los ciudadanos la fuente del poder y el freno a los desbordes del poder. Es cierto que la Junta Provisoria instalada el 25 bajo la presidencia –civil y militar- de Saavedra, admitió gobernar en nombre de Fernando VII, también es cierto que cualquier medio –aún el de admitir el dominio de un monarca cesante- era válido entonces para empezar la construcción de un país.
El Acta del 25 añade otros datos esenciales. El primero de ellos, es que los miembros de la Junta “quedan excluidos de ejercer el poder judiciario”, el segundo instrumenta la noción representativa, encargando a las ciudades y villas el envío de delegados a un Congreso que sesionará en Buenos Aires.
Los hombres del 25 de Mayo de 1810, según puede observarse, procuraban establecer un sistema democrático, federal y pluralista, ya que favorecían la expansión de todas las corrientes. El Estado tomaba sus poderes del pueblo y era responsable ante él del uso y abuso de tales poderes, entre los que se contaba el monopolio de la fuerza y la garantía de la seguridad individual. En otras palabras, los argentinos habían decidido vivir “en unión y libertad”.
Por lo tanto, la historia argentina –tantas veces vista como una riña económica, un enfrentamiento de intereses por banderas, una simultánea división de justos y pecadores- merece ser contemplada desde la amplia perspectiva de una contienda por afianzar la identidad nacional que trazaron los hombres de Mayo, y que el artículo 1° del Estatuto Provisional de 1815, resumía de este modo: “Los derechos de los habitantes del Estado son la vida, la honra, la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad”.
Esa contienda paso por todas las agonías y todas las exaltaciones. Sin que, la sociedad que unos defendían y otros buscaban demoler, ha ido enriqueciéndose con el curso de los años, porque sobrevivió al embate de sus enemigos, creyentes en las salvaciones mesiánicas de sus enemigos, en los personalismos agobiantes y en ese esquema oprobioso según el cual los seres humanos han de ser conducidos de la nariz por dioses terrestres. Tal supervivencia no sólo obedece al vigor de los cimientos de la sociedad; también al vigor de la opinión pública, que nunca desertó en el apoyo y respaldo de su destino común.
Un símbolo de la extensa batalla cultural es la Constitución de 1853, cuyo luminoso preámbulo señala un nuevo triunfo de la identidad perseguida desde 1810, y cuya primera parte instrumenta los frutos de esa victoria, abriendo la Argentina hacia adentro y hacia afuera. Otro símbolo es la Ley Sáenz Peña, que en 1912 perfeccionó el sistema de gobierno al consolidar el voto y dar representación a las minorías.
Pero hay más símbolos en la leyes de inmigración, en los mecanismos judiciales –desde el habeas corpus, hasta el recurso de amparo-, en los dispositivos de la justicia social, y aún en detalles que no siempre se memoran: la única Constitución en el mundo que incluye el derecho de huelga es la Argentina, el sufragio universal, en la Argentina data de 1947, cuando le fue otorgado a la mujer, y sólo de 1964 en los Estados Unidos, después que cayeron las últimas barreras raciales.
El país necesita la implementación de una democracia plural eficiente y no en su demolición o en su reemplazo por sistemas que la desnaturalizan hasta el punto de desnaturalizarla hasta el punto de suprimirla.
Decía Esteban Echeverría en 1828, con palabras que hoy mantienen su vigencia: “La historia, que no es más que la manifestación exterior de un pueblo, tiene también su lógica inflexible, su ley providencial y necesaria. Los que niegan o desconocen esa ley, son los que apostatan, los que se fatigan pronto y pierden la esperanza, los que se resignan a entregar su cabeza al cuchillo de la tiranía y quisieran comprásemos la paz aún al precio del deshonor y la infamia; pero los que están penetrados de su existencia, jamás se desalientan ni transigen, y combaten o mueren guardando su fe viva en el triunfo completo de la Revolución de Mayo”.
La Revolución de Mayo es la creadora de la nacionalidad, es decir de la unidad de la Argentina. Infundió vida a un mundo moral en el que brillan el espíritu de sacrificio, el sentimiento enérgico del deber, la voluntad de vivir la vida como misión, a impulsos de la salud del alma, en auténtica actitud consigo mismo y con la sociedad.
La Revolución de Mayo es la empresa de una generación idealista, la de más significación entre todas las empresas humanas: crear, crear la nación libre y democrática de 1810, que el tiempo y las generaciones subsiguientes han perfeccionado y han hecho cada vez más grande, espiritual y económicamente.
No ha sido forjada entre disputas bizantinas, sino hecha con amor, es decir con la profunda devoción del ser a la imagen soñada, y con dolor, es decir con abnegación, con espíritu de renunciamiento, sufriendo aún injusticias.
“Es deber de toda alma noble y sensible estar de centinela ante el sepulcro del inocente para impedir que la calumnia entre a perturbar el reposo de sus cenizas”, proclama Gregorio Funes.
“Yo emprendo escribir mi vida pública, aunque puede ser que mi amor propio acaso me alucine, con el objeto de que sea útil a mis paisanos y también con el de ponerme a cubierto de la maledicencia”, declara Manuel Belgrano.
“Buenos Aires, siempre grande, siempre generoso, siempre justo en sus resoluciones”, invocó al pueblo en su nacimiento Mariano Moreno, primer mártir de las libertades democráticas de las que hoy gozamos.
Así, de esta tradición escrita, que tiene el alcance de una confidencia, surgen incólumes, como de milagrosa fuente, los diáfanos orígenes de nuestra nacionalidad, el mundo moral de la Revolución y el espíritu inmortal de los hombres de Mayo.
Hoy Cristina Elizabet Fernández Vda. de Kirchner continúa queriendo imponer su voluntad aunque sus acciones vayan en contra de la transparencia y las leyes de la República. El presidente Alberto Fernández, en nombre de mejorar la democracia, no se queda atrás. Apenas asumió anuncio una reforma integral del sistema de justicia con la intención de ayudar a Cristina Fernández a evitar sus rigores. Y lo está logrando.
Nadie le ha negado a los ex funcionarios kirchneristas, responsables de tremendos actos de corrupción, respetar la norma que niega la posibilidad de ser condenado sin juicio previo, aporte de pruebas, derecho de defensa y jueces imparciales. La verdad, no puede ser relativa a un grupo social o a un individuo por más que esa persona o grupo sostengan lo contrario. Los actos de corrupción perpetrados por los acusados del gobierno kirchnerista están confirmados por suficiente cantidad de datos recogidos con ecuanimidad.
Por otra parte, entre otras maniobras anticonstitucionales, ha blindado la información del gobierno y otorgó al Secretario de Justicia, Juan Martín Mena -ex subjefe del espionaje nacional- la facultad de negar los pedidos de acceso a la información pública. No podemos conocer las acciones del gobierno si se niegan datos públicos sobre sus actividades.
Fidel Castro siempre lo decía; el plan es eliminar a la clase media, porque es esta la única que puede revelarse contra el poder. Las clases populares pueden ser sometidas a la dependencia del Estado y la clase alta puede ser seducida por el poder. Así funciona el comunismo.
Karl Marx, por su parte sostenía que: "La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa".
Cuando Mitre escribe la Historia de San Martín y la Historia de Belgrano está escribiendo una historia que tiene que ver con valores de un proyecto de país hacia adelante. Y acá es donde vemos que el kirchnerismo impuso su interpretación de la historia. Se ve con mucha claridad en diversos ámbitos: desde la revisión de los manuales escolares hasta el cambio de símbolos en los billetes.
A todo esto, los manuales de enseñanza de la historia juegan un papel muy importante. Porque para el 85% o 90% de la población, su único conocimiento de la historia son las nociones elementales que les da el colegio. El kirchnerismo siempre lo tuvo muy claro en ese sentido. El aparato de comunicación del Estado está al servicio de ese mensaje.
Siempre lo supimos, vienen por el modelo de Venezuela, Cuba, o China. La oposición debe recordar que no se la ha votado ni para la tibieza ni para la complacencia. Es necesario defender la República, porque el cristinismo ha demostrado en los últimos días, lo sentenciado en febrero de 2012: “Vamos por todo…”.
La maligna habilidad de inventar un relato épico absolutamente falso, (Milagro Sala, Maldonado, Ramona Medina) que explota muy bien ciertas taras culturales que afectan a buena parte de la población (la líder, el discurso "antiimperialista", la demagogia, prejuicios y frases hechas de vieja data que aluden a la envidia y al resentimiento clasista) logran encolumnar detrás de ellos a toda una legión de adeptos que se comportan como fieles de una secta.
Seguramente, muchos de los lectores de esta crónica han vivido los golpes a Frondizzi, Illia, la dictadura de Onganía, la guerrilla de Montoneros, el final de Isabelita, el proceso, la guerra de Malvinas, los golpes de mercado a Alfonsín, la Tablada, Menem, el 1 a 1, cinco Presidentes en una semana, el saqueo, la dinastía Kirchner, tres crisis económicas brutales y una pandemia mundial, pero lo que nunca hemos visto ha sido al Peronismo –en cualquiera de sus ismos-, creando riqueza y bienestar. Salvo la de ellos mismos.
“Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”. Célebre frase que se le atribuye al político francés del siglo XVIII, Joseph Fouché. Sentencia que presenta al ser humano desde su peor faceta, pues lo expone a partir de su ambición y de su debilidad, señalando que es capaz de hacer cualquier cosa a cambio de una suma determinada de dinero. Cuesta aceptar la contundencia de la frase, pues conocemos a muchos hombres y también mujeres, que no dejan de lado su integridad por intereses económicos.
Seguramente, en estos días escucharemos a muchos personajes, hablar de la gesta de mayo, pero debemos decirles que a los patriotas no sólo hay que recordarlos, hay que imitarlos, actitud que no vemos hace muchas décadas en toda nuestra clase dirigente.
Por eso hay que cobrar un impuesto a las grandes fortunas como lo hizo San martín.
Excelente nota, muchas gracias. María hay que tener la mente de un hombre de neanderthal para escribir la estupidez que posteaste, que no tiene absolutamente nada que ver con la nota. Pasá por el chori, kuka ignorante ...............
maria sos una CHORRA del orto. Anda a laburar. y San MArtin PIDIO plata no la confisco como vos queres. YEGUA LADRONA. CAmbien el CAPTCHA es INSUFRIBLEEEE
Me encantó el Video de un abuelito en España que salia en plena Cuarentena gritando: " LA LIBERTAD NO TIENEN PRECIO. MEJOR UN DÍA COMO UN LEÓN, QUE CIEN COMO OVEJAS "