No, desgraciadamente para todos esto no se trata de una fábula británica al mejor estilo Mr Bean sino que es parte de la cruel verdad. Con el perdón obligado de Michael Moore, que dicho sea de paso acá se daría una panzada con todo esto, la designación esta semana que pasó de Daniel Scioli como futuro candidato a gobernador bonaerense cayó como un terremoto de hilaridad.
Pues casi nadie se atrevía a entrever que el personalista Kirchner elegiría a quien poco más trataría de traidor hace un tiempo atrás cuando se negó a romper lanzas con los Duhalde. Despreciado hasta por Cristina Fernández, el vapuleado vice se sentía a ratos más solo que Hitler en el Once pero por esos azares extraños del destino no sufrió lo mismo que Béliz y Bielsa. Pues ciertamente, la trayectoria política de este personaje es de lo más extraña y peculiar.
Dista mucho de ser un fusible, semejándose más a un comodín que queda bien en cualquier lado que el mandamás de turno. Y él se queda ahí inserto, mirando lo que acontece a veces con cara de nada. Rescatado de las competencias oceánicas, por Carlos Menem, en las cuales dejó un brazo, e insertado por éste en el encrespado mar de la política nunca brilló allí con luz propia. Siempre estaba en el lugar designado desde arriba, desde el cual largaba frases huecas como para compensar tanta falta de envergadura y experiencia en el ramo.
Superada la sorpresa inicial, muchos analistas se preguntan qué pretende el Presidente con semejante nominación. Porque se sabe que el ex motonauta no tiene cintura política para ponerse al frente del poco dócil distrito bonaerense. Sobre todo en estos tiempos iracundos, en los cuales López sigue desaparecido y los docentes van al paro hartos de las promesas incumplidas de Solá.
Este antes del batacazo misionero pretendía continuar en el cargo, pero ante eso no tuvo más remedio que bajarse. Su renunciación provocó la sonrisa de Aníbal Fernández y de Pampuro, quienes se probaron anticipadamente el traje del citado antes de su fallecimiento político. Y ahora, de un plumazo, su alegría se hace pedazos ante una decisión sorpresiva del jefe, demasiado habituado a consultar los asuntos de Estado con su almohada.
Además, el santacruceño sigue de mal en peor con su vecino uruguayo. Alertado por un artículo aparecido en el Washington Post acerca de eventuales ataques suicidas a la papelera, Tabaré Vázquez resolvió enviar al ejército a custodiarla. Aunque no se trate de un posible casus belli, es obvio puntualizar que en cuestiones internacionales la Argentina kirchnerista sigue siendo cola de ratón. Para colmo,
A pesar de tanto cacareo en materia económica, a un año de la ascensión a dedo de Felisa Miceli todavía no se evidencian signos evidentes de reactivación, sacando el boom de la construcción y la constante involución del empleo que sólo toma personal en el área de servicios. Dan risa las estadísticas que se ufanan en un aumento de la fuerza de trabajo, cuando lo que crece es el número de telemarketer.
En el país de la venta telefónica, muchas veces se cae en la cuenta que no se sabe a ciencia cierta para qué clase de clientes se le está intentando comercializar tal o cual producto. Llame ya, porque mañana puede ser tarde.
Fernando Paolella