Cuando la tarde del miércoles 13
parecía a pedir de Boca, sobre todo luego de un zapatazo de Palermo, la suerte
dio un vuelco y los afincados en la Ribera salieron de Liniers con el ánimo por
el piso. Quienes desde el último domingo se sentían ya tricampeones, vieron cómo
en el césped del Fortín velezano, bajo un cielo plomizo, su esperanza se
desvanecía como arena entre los dedos. Los comandados por el técnico La Volpe,
quien había manifestado que se afeitaría su emblemático bigote como ofrenda,
se quedaron impertérritos cuando un magistral tiro libre efectuado por Sosa
superaba al arquero Bobadilla. Luego, faltando diez minutos para el final,
Pavone quiebra a la débil defensa xeneixe, elude al guardavalla que intentó
una salida grotesca y la mete por arriba. Gol,
Este
Apertura 2006 fue un cotejo raro, plagado de contradicciones, mucha violencia y
surcado de denuncias por aprietes, corrupción y manejes bastante turbios. Pero
casi nadie aventuraba que Estudiantes de La Plata, conducido por Diego Simeone,
lograría consagrarse campeón en tierras capitalinas.
Además,
significó por una vez que el sempiterno bipartidismo se rompiera para que el
podio fuera ocupado por un equipo bonaerense.
Pero
las sospechas también tejieron los días previos a este encuentro decisivo,
vendido por los medios como la gran final. Que
dicho sea de paso, no era negocio para nadie puesto que siempre que Boca Juniors
logra el máximo galardón, la lluvia de billetes se drena para ciertos lados
ampliamente conocidos. Ese entramado, muy tentacular e implacable, denominado
simplemente como el sistema. El
mismo que, el día anterior, decidió que no se jugara en Racing de Avellaneda,
sino en Liniers, muy cerca del límite de
La dinámica de lo impensado
Desde tempranas
horas de la tarde, se pudo vislumbrar unos cuantos colectivos de la línea 86
plagados de hinchas xeneixes movilizándose hasta el estadio de Vélez. Y
conspicuos partidarios de la azul y oro, como Pergolini y su trouppe, utilizaban
el éter para enviar mensajes a los pinchas
ratas que cuidaran a esa parte del cuerpo donde no da el sol.
Mientras el barrio porteño que da al Riachuelo ya se sentía campeón, la
ciudad de las diagonales aguardaba expectante con el corazón mirando al Fortín.
Bueno, una mitad pues la otra, que adhiere a Gimnasia y Esgrima, secretamente
rogaba que sus incómodos vecinos retornen por la autopista con el alma hecha
jirones.
Y
en Núñez la parcialidad riverplatense elevaba plegarias para que el cuadro que
comparte sus colores haga el milagro inesperado, que era precisamente cerrarles
las pretensiones a los comandados por Mauricio Macri, de ambiciones a veces
inconfesables. El mismo que había aceptado quedarse sin director técnico,
cuando Julio Grondona le exigió que Basile pasara a liderar
Pero
nadie aventuraba que un porrazo semejante, lo padecería la mitad
más uno. Pues mirando con sorna ese trapo inmenso que ostenta la
inscripción la 12, estaría
entremezclado con los de rayas rojiblancas el espíritu del genial Dante
Panzeri, quien definiría al deporte del balompié como “la
dinámica de lo impensado”. Por supuesto, en el frenesí de los 90
minutos nadie habrá pensado en eso, ni siquiera el referee Pesotta, al
adicionar 5 minutos más por si las moscas.
No
importa, lo cierto que Boca no lo pudo torcer y la locura se apoderó de quienes
esperaron 23 años dar otra vuelta olímpica. Lo que no es poco.
Fernando Paolella