La respuesta de un grupo de acreedores extranjeros a la propuesta de la Argentina por la renegociación de la deuda, está cerrando una primera etapa de la administración de los Fernández que está signada, no sólo por la pandemia sino también por una serie de errores propios que no han hecho más que deteriorar al gobierno.
El Presidente Alberto Fernández está haciendo en medio de la crisis sanitaria, lo que debiera haber hecho en la campaña electoral, esto es, disciplinando a la tropa y alineando los elementos de una coalición de gobierno con intereses absolutamente irreconciliables.
Para muchos históricos del peronismo, como lo son varios gobernadores, todavía están haciendo la digestión del enorme “sapo” que debieron tragarse en 2019, en pos de una unidad que sólo sirvió para recuperar el poder. Alberto Fernández se lo ve alineando a la tropa en el interior del país y sosteniendo una complejidad de temas en Buenos Aires.
Otros aún no terminan de asimilar la presencia de Cristina Fernández en lo más alto de la estructura de la coalición gobernante. Para muchos, el despliegue realizado por el kirchnerismo duro en las principales cajas y oficinas del poder, demuestra que poco falta para dar el sorpasso y quedarse con el control total de la administración.
Ayer el presidente Fernández dio muestras muy elocuentes de cansancio y agotamiento intelectual frente al avasallamiento desarrollado por La Cámpora prohijados por CFK. Casi con desdén, el jefe del Estado buscó separarse del fracaso de las negociaciones por la deuda. “Hice todo lo que pude, si los acreedores no quieren negociar no es mi culpa”, dijo el primer mandatario.
En la misma línea y con el mismo tono se refirió a la pandemia, en momentos en que el virus se tornó dramáticamente intenso en el área metropolitana. “Quieren salir a correr, allí están las consecuencias”, sostuvo Fernández acusando indirectamente a los runners, como responsables de los miles de infectados que se suman diariamente a los registros.
Es cierto, nadie ayuda. Los gobernadores no dejan de hacer macanas. Chaco, Chubut, Formosa, Río Negro, Santa Fe y hasta los separatistas de los caldenes, todos abren nuevos frentes, desgastando la figura presidencial. Y del otro lado, el kirchnerismo manejándole el Congreso y proyectando su apetencia de poder.
Finalmente, el presidente cedió a la presión y le abrió la puerta a lo peor de la coalición gobernante: La Cámpora, un grupo de fanáticos que son capaces hasta de hacer claudicar al país con tal de tomar el poder. El caso Vicentín es un paradigma y Alberto Fernández quedó envuelto en su primer crisis de gobierno por una telaraña desplegada por la agrupación y de la cual, por ahora, no sabe como liberarse.
Fernández advirtió tarde la movida, un poco por la rapidez de movimientos de la agrupación y otro poco por la soledad del poder. Sólo cuando supo que la empresa era viable, tras recibir un informe técnico preliminar del juez concursal, cuando se enteró que los gobernadores de la Pampa Húmeda no iban a acompañar la aventura y que las amenazas de juicios en los tribunales extranjeros podrían empañar o hacer terminar su gestión abruptamente, Fernández pidió la cuenta de protección.
El parte médico y su reclusión en Olivos , lo salvaron de un casi seguro “knock down”. La pausa le va a servir para dosificar las fuerzas, dejar que se enfríe el caso Vicentín y reagrupar a la tropa leal, mientras piensa en cambios para oxigenar su gabinete, tras el fracaso de la deuda.
Bastante caro nos sale este IMPRESENTABLE DE GUZMÁN.
Y también Stiglitz. Dudo que no esté prendido de la teta
Esperaban algo distinto? ilusos los aryentains...