Ya no existirían prácticamente dudas. El peor panorama se confirma con la aparición de nuevos casos de efectivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires contagiados de Coronavirus.

En consonancia con la historia del Oficial Alejandro Marcelo Pfleger, publicada por Tribuna de Periodistas, surgen nuevos testimonios de uniformados que cruzan el umbral del temor a las represalias, y hoy se atreven a denunciar sin tapujos el abandono de la Fuerza a la cual pertenecen, la Prestadora de Salud, la Aseguradora de Riesgos de Trabajo, y otros organismos.

Esto es claro. La obediencia, la subordinación y la sumisión tienen sus límites, y el amor al uniforme y la profesión policial, por más grande que sea, comienza a encontrar coto frente a un enemigo invisible, el Coronavirus.

Cuando se abraza la carrera en una Fuerza Armada, de Seguridad o Policial, se sabe de antemano que no va a ser fácil, y aquel que sostenga la determinación de continuar por este camino no volverá a tener una vida “tranquila o normal”. El uniformado estará expuesto no solamente a morir en un enfrentamiento o en una persecución, a recibir heridas que podrían incapacitarlo, postrarlo, o incluso a afectarlo en su psiquis, sino que enfrentará también muchas otras contingencias.

La pandemia de COVID-19 permitió aflorar grandes actos de solidaridad, desapego y heroísmo, evidenciados sobradamente en la labor cotidiana de médicos, trabajadores de la salud, comerciantes, transportistas, servidores públicos de la seguridad, y tantas otras profesiones reconocidas hoy como esenciales que arriesgan lo más preciado para hacer frente a la pandemia. Pero la crisis también reflotó complejas deficiencias estructurales que se mantuvieron ocultas aunque a la vista de todos, y que tienen responsables.

Es sabido. En las últimas décadas las instituciones policiales han sido degradadas y utilizadas según la conveniencia del político de turno, que pretendieron “lavarles la cara” con medidas cosméticas, slogans y spots cinematográficos, que sólo lograron engañar a unos pocos incautos que creyeron en pseudos compromisos de cambio, y en que el Trabajador de la Seguridad sería valorado como parte fundamental de la Sociedad y como Ser Humano, lo cual no es cierto.

Germán Carlos Cáceres es Teniente de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y lleva 26 años prestando servicios en el organismo, por lo cual podría decirse que su experiencia e idoneidad es irrefutable. Seguramente el Teniente jamás se hubiese imaginado hallarse hoy en esta situación límite que lo obligó a decir “hasta aquí nomás”, y por eso da la cara.

Después de sobrevivir en el 2002 a un fusilamiento a quema ropa, cuando tres delincuentes lo identificaron como Policía mientras se disponían robar un locutorio, Germán Carlos Cáceres vuelve a vivir una situación traumática de la mano de su profesión.

El proyectil calibre 9mm que ingresó por su espalda le costaría 6 meses de convalecencia y una discapacidad permanente que se complica con el tiempo. “Pero este es un hecho del pasado con consecuencias asumidas”, comenta, en tanto ahora enfrenta un nuevo desafío con desenlace incierto llamado “Covid-19”.

Germán presta servicios hace 4 años en la Comisaría Séptima de Morón de Castelar Norte, junto a su cónyuge Analisa Verónica Sidicaro. Analisa también es oficial, pero de la policía local, y se encuentra luego de sufrir dos accidentes laborales hace un mes realizando tareas no operativas en el mismo lugar que su compañero de vida, pero no compartirían solamente este detalle de color, ya que ella también arrojó “Coronavirus Positivo”.

El 4 de julio pasado, la pareja toma conocimiento de un Radiograma Policial que confirmaría un caso de Covid-19 en su lugar de trabajo, y la orden de aislamiento en un hotel para otros 6 efectivos que mantuvieron “contacto estrecho”. Ante esta preocupante situación y lejos de poner en conocimiento o impartir directivas al personal la máxima autoridad de la Comisaría que también debía aislarse, procedió sin mas a velar por su salud, quedando los subordinados sin vestigios de enfermedad, prestando servicios sin saber qué hacer.

-¿Que síntomas evidenciaron cuando se manifestó el virus?

-Cáceres: Al comienzo empecé con unas líneas de fiebre, después perdí el sentido del gusto y el olfato, pero no le di trascendencia ya que siempre me sucede para esta época del año con el cambio de clima. Hoy tengo tos permanente, dolor de cabeza, pecho, espalda, y mucho decaimiento. Los síntomas de Analisa son similares.

-¿Con estos síntomas no consideraste que podías tener el virus? ¿Existían directivas u órdenes para seguir en estos casos?

-Cáceres: Los que yo tuve fueron síntomas normales que siempre me aparecen en esta época del año con el cambio de clima. Pero al margen de eso no teníamos ninguna directiva sobre qué hacer en estos casos o a quién dar aviso. Nunca llegaron circulares del Ministerio ni de la Jefatura de Policía que establecieran cómo manejar el tema.

-Trascendió en algunos medios que al personal policial no se les ha proporcionando equipamiento ni insumos para protegerse y prevenir contagios de COVID-19. ¿Es esto cierto?

-Sidicaro: Nunca nos dieron nada, las cosas las comprábamos nosotros. Algunas veces los vecinos que sabían la situación nos regalaban algún barbijo o alcohol en gel.

Con los elementos de higiene pasaba lo mismo, juntábamos dinero o cada quien compraba trapos de piso, lavandina y detergente. A veces nos donaba artículos alguna empresa. Después el mantenimiento y la limpieza del lugar la realizamos nosotros.

-Cáceres: Un jefe que tuve anteriormente me regaló una mascarilla, pero la Institución jamás nos proveyó materiales. En cierto momento compré por mi cuenta un traje de protección de materiales peligrosos que me costó mil pesos.

-¿Dictaron cursos de capacitación o charlas informativas respecto al manejo de la pandemia, medidas de prevención y protocolos sanitarios?

-Cáceres: Lo único que hubo fue una charla que dictó la Policía Ecológica que no duró más de tres horas, y solamente podía asistir un efectivo de cada dependencia. Igual los contenidos fueron muy básicos, ya que muchas cosas en la práctica resultaban confusas e inaplicables. En mi destino somos 27 personas, y fui solamente yo con un compañero.

-Hay versiones respecto que no estarían recibiendo respuestas adecuadas por parte del Ministerio de Seguridad, la Obra Social, y la Aseguradora de Riesgos de Trabajo. ¿Qué pueden decir al respecto?

-Cáceres: Cuando el 04 de julio nos enteramos que se detectó un caso Positivo de Coronavirus en la dependencia, y que otros seis compañeros debían aislarse por contacto estrecho, comenzamos a averiguar por nuestra cuenta para hacernos el hisopado. La Clínica Constituyente por ejemplo, que es una prestadora que nos corresponde por IOMA, rechazaba al personal policial cuando solicitaba el estudio.

-Sidicaro: Ese mismo día luego de dar vueltas y no tener respuestas nos dirigimos al Hospital de Morón donde nos hicieron los hisopados y luego nos aislamos en nuestro domicilio.

El miércoles 08 nos llamaron para comunicarnos el Resultado Positivo. Inmediatamente nos contactamos con la comisaría para dar las novedades, y según nos confirmaron iniciaron un sumario administrativo que fue remitido a La Plata, a Asuntos Internos, y a la Aseguradora de Riesgos de Trabajo.

El jueves 9 Germán se descompuso y comenzó a sentir falta de aire y fatiga, quizás por la angustia vivida o la evolución del virus. Llame al “SAME” y desentendió del tema argumentando cuestiones de jurisdicción. Inmediatamente marqué al Servicio de Emergencia “Salud Protegida” y jamás respondieron. Finalmente me comunique con el 148 que es la línea habilitada por el Estado para casos de COVID, y me informaron que por ser casos los nuestros casos confirmados, debíamos tratar exclusivamente IOMA o en su defecto con el Servicio de Emergencia Zonal. La ART hasta el momento nunca nos llamó para verificar nuestra situación.

En el 0800-333-1333 de IOMA nos contestó un programa que nos indicaba que debíamos bajar una aplicación en el celular. El sistema comenzó a preguntarnos datos, síntomas, pero nosotros estábamos desesperados y necesitábamos respuestas inmediatamente. Finalmente en unos de estos tantos pasos Germán informa que tiene diagnóstico POSITIVO de COVID-19, y graciosamente el “sistema informó que tenía faringitis”. Fue un desastre, ya que no puede haber ese nivel de respuesta cuando pasaron mas de 100 días de pandemia.

El control y seguimiento de nuestros casos terminaron en manos de una profesional médica de la Sala Barrial “Dr. Gelpi” de Castelar Sur.

En conclusión, terminamos desamparados por parte la Obra Social a la que pagamos todos los meses, para ser atendidos por una Sala Municipal del partido.

Por parte del Ministerio de Seguridad, se debe mencionar que solamente estuvieron presentes desde el primer momento el Equipo de Psicólogos y Psiquiatras, y el Dr. Busquet que está a cargo de Sanidad La Plata, quien intercedió de forma rápida para conseguir una ambulancia cuando Germán tuvo la crisis.

-¿Qué saben de las Directivas de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires, por las cuales se advierte a los miembros del Ministerio de Seguridad y al personal policial, sobre las prohibiciones para difundir contenidos, imágenes o videos de la instituciones, las políticas implementadas, o actividades que se desarrollan?

-Sidicaro: Si, sabemos de ello. Esas directivas puntualmente las han bajado a la Dependencia y nos hicieron tomar conocimiento.

-Cáceres: Tenemos claro que esas circulares persiguen solamente que el personal no difunda las irregularidades que vivimos.

-¿Tienen temor de que el Estado Provincial y la Fuerza tomen represalias por su aparición en medios denunciando irregularidades y abandono?

-Sidicaro: Yo creo que si nosotros u otros compañeros hubiésemos tenido espacios adecuados para hablar oportunamente, para exponer nuestras realidades, y fundamentalmente si nos hubiesen escuchado, quizás hoy estaríamos intentando llegar a la Sociedad. La inseguridad, la duda y la angustia que vivimos estos últimos tiempos al momento de salir a la calle, tomar una denuncia, o atender una consulta de manera presencial era insostenible, y este sentimiento cada vez era mas fuerte porque no sabíamos como respondería el Estado, la Obra Social, la ART y nuestros Jefes, si algo nos pasaba, y hoy lamentablemente lo estamos viviendo en carne propia.

-Cáceres: Si salimos a hablar es porque sentimos que están en riesgo nuestras vidas y no nos sentimos cuidados. Existe una cuestión de prioridades y en este momento es sumamente importante que todos sepan como estamos viviendo la pandemia, porque debajo del uniforme hay una persona y detrás de la persona una familia.

Hasta la fecha, de 27 efectivos de la Comisaría Séptima de Morón, 9 arrojaron Covid-19 positivo, entre los cuales se encuentran el Teniente Cáceres y la Oficial Sidicaro. Se desconoce la situación de los 18 restantes, ya que en principio no habrían sido testeados y continúan trabajando.

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