Si no fuera por la pandemia, estaríamos en marzo de o parece un viaje de regreso a fines de 2017, cuando a Macri se le terminó el carretel del endeudamiento y no le quedó otra que encarar el ajuste a fondo.
El kirchnerismo, en particular el ministro Martín Guzmán, con sus modales de abanderado, disfrazó hasta ahora las cosas lo mejor que pudo. Pero ya es obvio que el gatito mimoso y peludo que siempre muestra es en verdad un ajuste machazo.
Primero, vuelve el Fondo. No sabemos qué van a hacer Duplá & Echarri con los cartelitos esos que sacaron en la era Macri y que decían “No volvamos al Fondo”. Ahora, como Guzmán quiere patear lo más para adelante posible cualquier pago de la deuda, gestiona ante el FMI un programa de facilidades extendidas. Y eso significa que Argentina se va a comprometer a ajustes y reformas para garantizar que el Estado, en algún momento, va a dejar de gastar el doble de lo que recauda.
Segundo. Se congelan las jubilaciones. Es el primero y más importante de los ajustes que hará el cuarto gobierno K. Y este ajuste será mucho peor que el de Macri.
Básicamente porque las jubilaciones dejarán de ajustarse por inflación, como al menos sucedía con Macri. Sólo subirán dos veces al año (no cuatro, como con Macri) y sólo si aumentan la recaudación de la Anses o el salario promedio. Pero ojo: en la segunda suba del año, si el salario sube más que los ingresos de la Anses, habría un tope, que sería la recaudación previsional. En definitiva: las jubilaciones aumentarían si la Anses tiene plata. Si no, no. Y no se recuperarán ni el semestre de aumento que se comió Macri ni la pérdida contra la inflación que tuvieron las jubilaciones un poquito más altas en el primer año de Alberto y Cristina. Hay más. Guzmán prometió reducir el déficit el año que viene aún más de lo que había dicho, lo que se hará básicamente eliminando el IFE y los subsidios a los salarios privados. Sergio Massa está aumentando impuestos en el presupuesto. Y vuelve también la “gran Aranguren”, porque la Casa Rosada ya anunció que a fin de año comenzarán a subir tarifas de los servicios para bajar los subsidios.
El macrismo al menos llamaba a las cosas por su nombre.
Tan igual es todo a marzo de 2018 que el gobierno también confirma que, junto al ajuste, mandará al Congreso la ley del aborto. Una ley que, aunque tiene sentido y valor propio, ayudará a que muchas patrullas perdidas del progresismo se dispersen detrás de las banderas verdes en lugar de concentrarse para sepultar bajo piedras al Congreso cuando los legisladores pongan las jubilaciones bien al fondo del freezer, ahí detrás de las milanesas y de ese "taper" con sobras de salsa.