El doctor Ginés González García debe usar un guardapolvo de amianto. Hasta ahora ha sido incombustible a una extensa cadena de errores en la gestión de la crisis sanitaria. Dijo que la prioridad era enfrentar al dengue; que el Covid no iba a llegar al país. Y llegó.
Descuidó la puerta de entrada. Los pasajeros que venían de países con circulación del virus no fueron controlados.
La rápida propagación de la enfermedad asustó al Gobierno. Ginés sacó de la manga el as de la cuarentena total.
Proveyó datos falsos para alimentar un triunfalismo sin sustento, graficado en las filminas del Presidente. Y falló varias veces al pronosticar la superación del pico de la pandemia.
Por razones que nunca explicó, ignoró la indicación generalizada de los expertos en todo el mundo: testeos masivos, rastreo de contactos y aislamiento de los contagiados.
La única estrategia fue alargar la cuarentena todo el tiempo que soportara la sociedad. Se pagó el precio de un desastre económico y social que aún padecemos. Y los resultados sanitarios fueron igual de funestos. Trepamos al top ten de las peores tasas de mortalidad por Covid. Un indicador inapelable.
Los contagios vuelven a escalar y se espera una segunda ola a la salida del verano. No se conoce ningún plan para enmendar la falta de testeos.
Como lo hicieron antes con la cuarentena, Ginés y el Presidente apostaron todas las fichas a una rápida vacunación masiva.
Se enredaron, otra vez, en una madeja de anuncios fallidos. Primero, Alberto Fernández adelantó que este mes se dispondría de 10 millones de dosis de la Sputnik 5, y otros 15 millones en enero. Y que a ello se sumaría la provisión de los laboratorios Astra Zéneca y Pfizer.
Ginés nos dijo ayer que las probabilidades quedaron reducidas a 300 mil dosis de la vacuna rusa el mes que viene. Aunque en la Casa Rosada se aferraban anoche a la perspectiva de que el modesto primer envío arribe en los últimos días del año.
Ahora conocemos también que la negociación con Pfizer se trabó. El mayor laboratorio del mundo pidió ampliar la protección legal ante la carencia de una infraestructura mínima en Argentina para sostener la cadena de frío a 70 grados bajo cero en el territorio nacional. Ginés siempre supo de ese requerimiento pero no habría asegurado en estos meses los equipos necesarios.
En este tránsito a ciegas por la pandemia, el presidente perdió jirones de credibilidad. Dilapidó el inesperado capital político que le depositó la sociedad al inicio de la pandemia. Hoy sólo puede ofrecer incertidumbre.
Las contradicciones, la improvisación permanente y la inoperancia del ministro de amianto es también una metáfora de la gestión, que se agrava por la falta de liderazgo presidencial.
Demasiadas vulnerabilidades cuando quedan por delante tres años de mandato con una agenda incandescente: la peor crisis sanitaria, económica y social en décadas.