El ex presidente Mauricio Macri y la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tienen al menos una cosa en común. Ninguno de los dos quiere dar explicaciones.
Los dos se comunican con cartas o comunicados en las redes sociales. A lo sumo con algún discurso ante públicos dispuestos al aplauso.
A los dos les molestan las preguntas. Por eso no participan de conferencias de prensa y no dan entrevistas. Cada tanto se permiten una charla con algún periodista cercano que no los incomode.
Un dato personal que sólo vale como anécdota, ya que nadie está obligado a dar una entrevista. Aunque hablé varias veces con ellos en off durante la última década, ni Macri ni Cristina Kirchner me concedieron una entrevista mientras fueron presidentes.
Pero volvamos a las cartas.
Como lo hace cada tanto para no perder protagonismo en la escena nacional, Macri firmó esta semana una carta que publicó en su cuenta Facebook para pedir que “abran las aulas”. Aprovechó para criticar a los gremios docentes que cuestionan el reinicio presencial en CABA y les pidió a los padres que se involucren en el tema. La situación se acomoda al prejuicio de su hinchada: el peronismo oscurantista no quiere que haya clases y los liberales buenos van al rescate.
En este caso, salió a pescar en un estanque repleto y cada vez más pequeño. Los argumentos para aplazar la vuelta de los alumnos –con protocolos y cuidados a las escuelas– esgrimidos por algunos sindicalistas son bastante endebles. En especial a la luz de los informes de la Organización Mundial de la Salud y de Unicef que lo recomiendan.
La respuesta del gobierno no se hizo esperar. El ministro de Educación Nicolás Trota ratificó la voluntad del gobierno nacional de iniciar el ciclo lectivo con clases presenciales en todas las provincias y le recordó a Macri su falta de compromiso con la Educación durante su mandato.
Más allá del previsible cruce de cartas y chicanas, lo cierto es que abrir las escuelas, de forma segura para alumnos y docentes, debería ser una prioridad de toda la dirigencia gremial y política. La educación no debería quedar atrapada por el canibalismo de la grieta.
En la escuela, además, se aprende preguntando. Allí están las respuestas a múltiples interrogantes, aunque Mauricio y Cristina lo hayan olvidado.