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EL INSÓLITO PENSAMIENTO MÁGICO

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EL PORQUÉ DE LAS PSEUDOCIENCIAS II
EL PORQUÉ DE LAS PSEUDOCIENCIAS II

    Según el famoso etnólgo inglés Edward Burnet Tylor, el mundo de los espíritus nace en la mente humana a raíz de los sueños.
     Para Tylor los sueños son una forma de alucinación. "En los sueños trascendemos la realidad. Nos remontamos a grandes alturas del logro del placer; experimentamos horribles acontecimientos; revivimos el pasado y nos anticipamos al futuro; visitamos lugares en los que estuvimos alguna vez, y aquellos en los que nunca se posaron nuestros pies; conversamos con los muertos y los desaparecidos o con los vivientes que se hallan lejos de nosotros. Ni el tiempo ni el espacio, ni género alguno de limitaciones corporales ponen límite a nuestros sueños.
     "A pesar de ello, tanto en el sueño como en el estado de coma el cuerpo no abandona el lugar donde yace. Nos despertamos en el mismo lugar donde nos pusimos a dormir salvo el desdichado sonámbulo. El cuerpo no ha realizado los milagros soñados, pero es difícil, incluso para los primitivos más avanzados, no considerar como reales las experiencias soñadas. Para los hombres primitivos y para muchos hombres civilizados, la experiencia
de los sueños es realidad.
     "El hombre primitivo reflexionó y llegó a la conclusión de que el ser humano constaba de dos partes: el propio cuerpo, o carne mortal, y su alter ego espiritual, el alma. El concepto de alma es la raíz del animismo. Es un concepto universal.
     "El sueño prolongado que es la muerte aparece cuando el alma que albergaba en el cuerpo no regresa. El cuerpo que es la morada del alma, no realiza ya ninguna función una vez que el alma le ha abandonado". (Según A. Adamson Hoebel: El hombre en el mundo primitivo, ed. Omega, Barcelona 1961, pág. 575. Véase también: E. B. Tylor: Primitive Culture, Nueva York, 1874, vol. 1).
     Esta es, según un comentario de Adamson Hoebel sobre las ideas de Tylor, la "materia prima" de la cual nació el concepto de alma extendido por el hombre primitivo a toda la naturaleza.
     Según Tylor, el hombre primitivo, razonando por analogía, atribuye alma también a los animales y plantas. En el aire, las selvas, los campos y en el agua, aves, criaturas terrestres y peces poseen alma y no solo los seres vivientes, también los objetos "sin vida" de la Tierra y los astros. Todo se anima (de animar, a su vez del latín animare, a su vez de ánima: alma, espíritu), tanto la Tierra como el cielo, contienen espíritus, y el hombre se encuentra rodeado de ellos, de esas voluntades, y deja de estar solo, se siente acompañado por lo invisible.
     Hoebel dice que nunca sabremos a ciencia cierta si como lo suponía Tylor, el concepto de alma fue originado a raíz de los sueños o si el primitivo creó el concepto de espíritu "de la nada".
     Por mi parte me inclino a creer que no es correcto ni lo uno ni lo otro. La tendencia hacia la invención de seres espirituales la consideramos innata, se halla "programada" en el ADN.
     Es poco probable que este concepto se le haya ocurrido al hombre primitivo para transmitirse por tradición al hombre actual.
     Más plausible quizá, sería aceptar una mezcla de tendencia genética y factor onírico, este último como elemento confirmatorio o refuerzo de lo nacido en la mente programada evolutivamente.
     Pero según mi óptica, el animismo (creencia en los seres espirituales) es de neta factura genética. Esa tendencia tuvo que haber aparecido por mutación genética aleatoria no única sino múltiple en tal sentido. Mutaciones que se han ido acumulando para dar como resultado al ser fantasioso que es  el  hombre. Los niños son proclives a fantasear y sin esperar nada de los sueños inventan seres invisibles que bien pueden ser tomados luego como espíritus.
     Almas, fantasmas, trasgos, poltergeists, genios, gnomos, espíritus duendes, silfos, duendecillos, hadas, brujas, demonios, dioses de naturaleza etérea, sin carne ni sangre ni huesos, lo poblaron todo en la imaginación.
     Y no sólo eso, el Cosmos entero se llenó de seres espirituales como el Logos, espíritu intermediario entre lo humano y lo divino según los filósofos alejandrinos: los "señores del karma. (Véase de C. Jinarajadasa: Fundamentos de la teosofía, Editorial Kier, Buenos Aires, 1982, cap. IV pág. 82). Todo esto, según creen los teósofos.


Es el espíritu, estúpido

     El Logos de Filón de Alejandría, supuestamente presente en todas partes, eterno como Dios, a su vez Razón y Verbo, es como un aliento que propaga a través del mundo el poder creador de Dios a saber: Zeus de los griegos, dios del cielo y de los fenómenos celestiales; Inti de los incas; Osiris Ptah, Ra y Amón de los egipcios; Brahma que flota en el océano antes de crear el mundo, espíritu universal del cual emanan todas las almas y a él vuelven en el momento de toda destrucción del mundo; Jehová, otro espíritu (adoptado por occidente) que se movía sobre la superficie de las aguas antes del acto de la creación, según el texto bíblico; todas estas creaciones fantásticas no creo que tengan algo que ver con los sueños inspiradores de la idea de lo espiritual transmitida de generación en generación.
     El mundo actual de occidente, por ejemplo, se halla poblado de almas de santos en el cielo (y que también vagan por la Tierra o están en espíritu en las imagenes) observando atentos lo que ocurre en la Tierra y son invocados por los vivientes para que intercedan ante el Ser Supremo a fin de obtener ciertos beneficios y aliviar el sufrimiento en este "valle de lágrimas".
     Por ello creo que el mundo del espíritu constituye un elemento psicológico de supervivencia, un factor más entre innumerables otros como el instinto sexual, el materno, de conservación, etc.
     A mi entender reviste un carácter atávico más que tradicional. Si desapareciera la civilización actual para comenzar todo de nuevo sin tradición, sin duda aparecerían en la imaginación nuevos seres espirituales, dioses y ángeles para poblar el entorno humano y hasta el más recóndito rincón el cosmos.
     Pero la explicación puramente genética tampoco parece suficiente. No satisface en plenitud porque la aparición súbita de la idea de espíritu como ente invisible, imponderable, inmaterial sobre la marcha de la evolución, se nos figura como algo mágico, como un evento imposible de ser atribuido a la mera casualidad. ¿Cómo pudo adquirir de pronto, cierto mutante, la idea de lo espiritual sin modelo alguno que se le pareciera y apareciera en la experiencia? Vuelve hacia nosotros la explicación de Tylor que ahora parece tener fuerza: el modelo serían los sueños donde aparecen seres que trascienden el tiempo y retornan del pasado aunque estén muertos.
     Sin embargo, si tenemos en cuenta lo últimamente señalado referente a los dioses, añadidos a ellos los santos y ángeles, otra vez cuesta creer que todo eso haya sido inspirado por los sueños.
     Pero existe un factor que hay que tener en cuenta. Se trata de nuestra ignorancia cuando no recibimos instrucción al respecto, acerca de ciertos fenómenos enigmáticos como nuestras facultades psíquicas que no podemos entender, la presencia de la vida sobre la Tierra y ciertos acontecimientos cuyas causas desconocemos.
     Así nos tornamos supersticiosos ante nosotros mismos y ante el mundo que nos rodea.
     ¿Por qué se mueve el Sol y la Luna? ¿Por qué arrecian las tempestades? ¿Por qué cae enfermo un miembro de la familia? ¿Por qué se trastornan ciertas personas dando alaridos y haciendo contorsiones? ¿Por qué pensamos, imaginamos, recordamos, y nuestra mente representa imágenes de cosas y seres vivos antes presenciados y de criaturas fabulosas jamás vistas?
     Ante estos enigmas nace sola la idea de algo inmaterial, que no ocupa lugar, parecido al pneuma o soplo que nos da en la cara, pero que no vemos (pneuma: aire) y así nacen también las pseudociencias a dos puntas. En una se trata de explicar con toda buena intención del mundo, desde la pura especulación mental traducida en ideas falsas sobre la realidad, a lo que se suma la invención fantasiosa; en otra existe la picardía y/o la ignorancia que originan las pseudociencias como la Astrología, la Parapsicología, el Psicoanálisis, la Teosofía, etc
     Así como los físicos de antaño, para explicar la transmisión de la luz en el "vacío" sidéreo, inventaron el eter como elemento imponderable que lo llena todo y sirve para propagar las ondas lumínicas, el hombre en general echa mano de la idea de lo inmaterial, el espíritu, para explicar lo que no entiende.
     El otrora imprescindible eter pasó a la historia de las puras fantasías, pues según los descubrimientos de nuestra física actual, la luz puede atravesar el vacío sin inconvenientes ya que no se trata de ondas como las acústicas que requieren un medio como el aire o el agua para su transmisión, sino de fotones, es decir de partículas que se desplazan en forma ondulatoria.
     Así también los espíritus del cielo y la Tierra se diluyen en la nada cuando mediante la técnica adecuada es descubierta la naturaleza de los astros y las causa de los fenómenos aparentemente enigmáticos.
     Luego tenemos entre manos, primero la facultad de concebir lo inmaterial para sintetizar lo complejo enigmático, como el funcionamiento de nuestro cerebro, luego la tendencia a creer en nuestras creaciones fantasiosas y tomarlas por realidades.
     Aquí, en este punto es donde nacen las ideas de lo inmaterial y lo espiritual.
     Sin embargo, en realidad, tanto los materialistas como los espiritualistas se hallan inmersos en el colmo de la equivocación.


Debate sin sentido

     Ni los materialistas ni los idealistas saben a ciencia cierta de qué hablan cuando discuten acaloradamente defendiendo cada cual su respectiva posición.
     Ciertamente, si desconocemos la naturaleza íntima de lo que denominamos materia, mal podemos contraponerle lo espiritual que es solo una simplificación de lo complejo como el funcionamiento de las neuronas de nuestro cerebro (y de los animales).
     Veamos si no el asombro de los físicos de partículas que extasiados ante las pantallas de registros de impactos observan cómo se multiplican los elementos subnucleares cuando se experimenta con los aceleradores. Aquello que otrora se reducía a átomo compuesto de tres partículas elementales: electrones, protones y neutrones, quedó pulverizado en fotones, neutrinos, muones, mesones, kaones, hiperones y... otras "extravagancias".
     Hoy gracias a los ciclotrones, betatrones, sincrotones, cosmotrones y otros aceleradores de partículas, es posible visualizar las trayectorias de infinidad de subpartículas, productos de los choques entre los elementos componentes de los átomos y ya se ha llegado a los quarks, las hoy por hoy "ultimas partículas" que dejaron atrás al clásico átomo que ocupaba el sitial de lo más pequeño.
     Luego lo que denominamos groseramente materia, es en realidad lo más desconocido y los pensadores que nos hablan de materialismo y espiritualismo como dos conceptos antagónicos, se olvidan a menudo de la energía, eso que los físicos dan en denominar "la otra forma de la materia". Así dicen también que "la materia es una forma de la energía, y la energía una forma de la materia". Pero en profundidad hay algo subyacente que no es ni materia, ni energía, ni espíritu según el concepto que se tiene de estas cosas, y que yo denomino esencia del universo como el sustrato, como lo subyacente que se manifiesta de diversos modos: astros, vida, conciencia, pensamiento... (Véase del autor de esta nota: La esencia del universo, ed. Reflexión, Buenos Aires, 1991), que tampoco es dios alguno, sino la propia naturaleza de lo que todo está hecho dentro de un monismo radical.
     Soy monista porque para mí existe una sola realidad y no hay distinción entre alma y cuerpo. Pero esta única sustancia está lejos, totalmente desconectada de lo espiritual o de cualquier forma de panteísmo, porque esa esencia subyacente es inconsciente, ciega, inestable, caótica, azaros, sin finalidad alguna casi en su totalidad, salvo pequeños focos de orden y conciencia transitorios, instantáneos para la "vida", en el eterno universo, como es el caso del hombre.
     No puede haber causas finales, metas seguras de ningún orden en el universo desde cuando todo está sujeto al azar. Pudimos haber desaparecido hace tiempo de la faz del planeta como humanidad. ¿De qué clase de causas finales podemos hablar, si nuestro globo terráqueo se encuentra desguarnecido en el universo? ¿Qué clase de evolución universal con metas fijas podemos aceptar, si nuestro planeta entero puede quedar pulverizado en cualquier momento a raíz de una catástrofe a nivel anticósmico? ¿Qué garantía poseemos para arribar a meta alguna como supuesto proceso evolutivo telhardiano o hegeliano conducente a lograr "altas metas", cuado conocemos que un cometa como el "Shoemaker Levi" que hizo impacto en el gigante planeta Júpiter (los fragmentos de este cometa hicieron impacto en la atmósfera de Júpiter, el gigante del sistema solar, en julio de 1994), puede colisionar también con nuestra amada Tierra para aniquilarnos.
     Por todo lo que antecede, me río de las pseudociencias como la astrología, la parapsicología, el psicoanálisis, la homeopatía, la teosofía, la radiestesia, las "flores de Bach", la caracterología, la grafología, el biomagnetismo, la criptozoología, la frenología, la numerología, la piramidología y otras alucinaciones.
     En el vasto Universo estamos ilesos por mera casualidad y ni siquiera podemos calcular a ciencia cierta el comportamiento de nuestro Sol en el futuro. Una "leve" anomalía en su cromosfera puede ser fatal para la vida sobre la Tierra y nadie puede garantizarnos protección alguna. Un exceso de radiación podría terminar con todo salvo algunas bacterias hipogeas y los habitantes de los fondos oceánicos.
     Estas son conclusiones patéticas que incitan a muchos a buscar un escape, una huida justificada hacia un mundo ideal creado por la mente, lo entiendo, pero... ¡somos adultos! y debemos mantenernos estoicos y tener fe en la Ciencia Experimental, que desvela el mundo natural y trata de ofrecernos un mundo mejor, lejos de toda fantasía que no hace más que tapar la procelosa realidad, pues, subterráneamente, debajo de esa capa del mundo ilusorio, dicha realidad continúa propinándonos malas pasadas a pesar de volar en alas de la fantasía.
     Ese es el valor de la ciencia y la tecnología éticamente aplicadas, el ofrecernos seguridad en el mundo, lejos de toda estéril fantasía.
     La fe en supuestos poderes espirituales puede mucho, ayuda a vivir, hasta puede ahuyentar ciertas enfermedades de origen psíquico, pero no solucionar radicalmente el drama existencial que muchos padecen.
     Es necesario sentar las bases de la seguridad para tornar innecesaria toda falsa ilusión y creencia en "ciertas" fuerzas protectoras, curaciones milagrosas, que no existen en otra parte más que en la bóveda creaneana de algunos como manifestación psíquica que nos distraen de la realidad, y apartarnos de las inútiles pseudociencias que confunden a la gente.

 

Ladislao Vadas

 

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  1. Ladislao Vadas, tu artículo sostiene una opinión poco fundamentada, o más bien, parece estar construida sobre tu ignorancia, no llegaste a profundizar en el mensaje real que puedan tener algunas de esas "pseudociencias" (como las llamás), sin mencionar que estás metiendo muchas cosas en una sola bolsa. Si te tomás el trabajo de criticar algo, te convendría “aprenderte” bien ese algo, para que no puedas ser refutado, desde la lógica simplemente. Decís: “Pero en profundidad hay algo subyacente que no es ni materia, ni energía, ni espíritu según el concepto que se tiene de estas cosas, y que yo denomino esencia del universo como el sustrato, como lo subyacente que se manifiesta de diversos modos: astros, vida, conciencia, pensamiento...” "Soy monista porque para mí existe una sola realidad y no hay distinción entre alma y cuerpo. Pero esta única sustancia está lejos, totalmente desconectada de lo espiritual o de cualquier forma de panteísmo, porque esa esencia subyacente es inconsciente, ciega, inestable, caótica, azaros, sin finalidad alguna casi en su totalidad, salvo pequeños focos de orden y conciencia transitorios, instantáneos para la "vida", en el eterno universo, como es el caso del hombre. " Planteas un conflicto inexistente, entre los locos que inventan cosas, y la ciencia experimental y tu postura, ya que en varias doctrinas o “pseudociencias” según tus palabras, (como la teosofía, la doctrina secreta, el esoterismo, el hinduismo, el budismo… etc) estas afirmaciones que cito podrían ser de pensadores de estas corrientes “pseudocienctíficas”. Aunque esto seguramente te parezca absurdo, te lo aseguro. Lee, interiorizate con las filosofías antiguas de oriente y te vas a dar cuenta que al hablar del Universo, hablan de la Raíz, Causa, la Realidad Absoluta, y la presentan como algo que no es ni materia ni espíritu según conocemos nosotros, o pensamos, que es esencia del universo en cuanto –causalidad-. Afirman que está “lejos”, hasta que es inconsciente, ciega. Para que compruebes lo que digo te dejo un link a un libro que vos considerarías un total delirio, alucinación, etc. http://samaelgnosis.net/libro/pdf/doctrina_secreta.pdf Pero tenés que leer unas cuantas páginas, a pesar de que está en la primera parte del libro, para entender lo que te digo. Sigo citándote: “No puede haber causas finales, metas seguras de ningún orden en el universo desde cuando todo está sujeto al azar.” ¿Qué te hace estar tan seguro de que todo está sujeto al azar? Científicamente, para sostener una afirmación así, deberías haber hecho un experimento en el cual conocieras y tomaras en cuenta Todas las variables del Universo. Difícil por el momento. “Pudimos haber desaparecido hace tiempo de la faz del planeta como humanidad. ¿De qué clase de causas finales podemos hablar, si nuestro globo terráqueo se encuentra desguarnecido en el universo?” Y si toda la idea de que existe un propósito o una meta, incluyera el hecho de estar en tales condiciones de desprotección física y vulnerabilidad total como raza frente a la inmensidad del Universo? Quiero decir, esta oración tuya es capciosa, no se contradice una cosa y la otra como para que sea válida tu opinión. Podría seguir escribiendo pero esto es todo por ahora, espero que profundices un poco más antes de poner todo en una misma categoría y hacer afirmaciones.

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