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CHANTAS BAJO LA LUPA

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LA CIENCIA FRENTE A LAS PSEUDOCIENCIAS
LA CIENCIA FRENTE A LAS PSEUDOCIENCIAS

 
     Es común escuchar con frecuencia las siguientes frases: posición científica y posición esotérica. Es decir, ante un hecho demostrado o no demostrado, según esta actitud, caben dos interpretaciones dispares: la científica y la de las "ciencias ocultas".
     Estas posiciones (si es que se las puede llamar así) frente a la realidad, tienen mayor extensión. Puede decirse también, desde el punto de vista del vudú, por ejemplo, o de otras falsas creencias. Así, de este modo, la Ciencia con mayúscula queda rebajada y escrita con minúscula al ser colocada a la par de cierto culto secreto de origen africano, hoy afroamericano.
     De este modo y por extensión, la ciencia también queda minusválida frente al curanderismo, los ritos satánicos, el tarotismo, la astromancia y otras mancias, el espiritismo (denominado pomposamente: escuela "científica" Basilio en una de sus ramas), la parapsicología con veleidades científicas también, y todo el resto de las pseudociencias, cuya lista es interminable porque también se la coloca al mismo nivel que todas estas cosas como si se tratara de una mera posición más entre otras, frente a la realidad.
     Antes, la ciencia se las tenía que ver con la filosofía: con esa filosofía que partía de los principios a priori dando a entender que la mente por sí sola, sin la ayuda de la experiencia buscada, podía llegar a saberlo todo con solo desarrollar el pensamiento.
     Así, la ciencia fue minimizada y tildada de conocimiento particular, simple conocimiento particular y meramente descriptiva (como aún se dice, desde el ámbito filosófico, lo he escuchado muchas veces). Simplemente descriptiva, es decir, no racionalizados sus resultados, y por ende, pobre, frente a "la reina del conocimiento general" la metafísica apriorística que lo abarca todo.
     Por el contrario, el conocimiento científico racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla. Según el filósofo Mario Bunge, da cuenta de los hechos, no inventariándolos sino explicándolos ( La ciencia su método y su filosofía, Siglo veinte, pág. 18, edición:1986).
     Hoy, en nuestros tiempos, tenemos otra clase de detractores o minimizadores de la ciencia, encarnados en las pseudociencias y el renaciente esoterismo que parece inundar a la sociedad con sus pseudoverdades, al punto que todo parece ser ya pseudo , incluso y paradójicamente la mismísima ciencia que parte de los principios de la razón y de la experiencia de mundo. Me refiero a la impresión que nos causa el denominado postmodernismo y el relativismo cultural con su axioma del todo vale.
     Es común escuchar también la remanida frase: "¡Ah! Lo que pasa, es que Usted no cree". ¿En qué la persona culta puede no "creer"? Cuando le dicen, por ejemplo, que los extraterrestres nos visitaron asiduamente y estuvieron con nosotros durante las "oleadas de avistamientos". Cuando nos afirman que los poltergeists son reales e infestan algunos hogares. Cuando nos tratan de convencer acerca de la "pata de cabra"; del "empacho"; de "la culebrilla" que mata cuando la línea se cierra sobre sí misma, etc. etc.
     Pero nosotros, las personas cultas, no podemos caer en esa trampa sofística que reza: "Lo que pasa es que Usted no cree". No es así. Ante ciertas evidencias no es cuestión de creer o no creer, sino saber distinguir y rechazar lo falso.
     Si alguien me dice (ateniéndose a una antigua creencia) que la malaria es producida por el aire malo de los pantanos (como sabemos, el vocablo malaria proviene del italiano y quiere decir aire malo) y nosotros le respondemos que no es así, quizás nos diga: "¡Bueno! lo que pasa es que Ud. ¡no cree!" Pero yo se, en base a las investigaciones, que el aire no es el culpable, sino cierto protozoario, un unicelular denominado Hematozoario de Laverán, y también Plasmodium malariae o Plasmodium falciparum, etc. según la especie observable al microscopio y que el agente transmisor es un mosquito del género anofeles con su saliva y que los atacados son los glóbulos rojos de la sangre donde se multiplica el parásito para hacer estallar prácticamente a dichos glóbulos dando lugar a la producción de las fiebres terciana, cuartana, etc. Todo esto ha sido descubierto por la ciencia y por ende, no se trata de una mera creencia científica frente a la otra versión, la del "aire malo", sino de una demostración y de una convicción que no admite dudas. Cualquier investigador lo puede verificar mil veces o todas las que quiera.
     Lo mismo sucede si alguien nos quiere convencer de que la Tierra es hueca y que incluso hay en su centro un Sol y ... nada menos que una civilización que emerge en naves espaciales y asusta a los terráqueos de superficie.
     Si aplicamos un cálculo físico-matemático a nuestro planeta tomando como parámetros su atracción al Sol la Luna, los demás planetas, si calculamos con precisión su masa, su fuerza de gravedad y otros detalles, caemos en la cuenta de que es imposible que sea hueca y esto no es una creencia sino una convicción demostrable, calculable, irrebatible. Lo mismo vale para la creencia en que es la Luna la estaría hueca, o decir todavía que la Tierra es un cubo o plana.
     En cuanto a los límites provisionales de la ciencia, tampoco cabe el término creencia, porque las creencias suelen ser infundadas; nacen en la mente, son transmitidas y creídas de buenas a primeras. En cambio cuando la ciencia se encuentra cara a cara con un enigma, se habla de hipótesis; pero no de hipótesis baratas emparentadas con las simples creencias, sino elaboradas en base a observaciones rigurosas.
     Y que no se trata de creencias, lo tenemos en el hecho de que dichas hipótesis pueden ser, y lo son generalmente, reemplazadas por otras en base a nuevos y más rigurosos estudios. Es el caso de la tan mentada teoría del big-bang, por ejemplo, en todas sus versiones elaboradas en base a un hipotético principio del universo a partir de la casi nada, o de un universo oscilante, cíclico o pulsante cual corazón cósmico, que no solo produce un big bang singular, sino un número infinito de ellos con sus correspondientes Big-crunchs (cierres del universo) que no se trata de una simple creencia, sino de una posibilidad real elaborada en base a las observaciones y el cálculo.
     Pero si me dicen que Brahma, de la trimurti índica, se mece dormido en el océano para de pronto despertar y producir de sí mismo el mundo, esto es sólo un mito señores, un mito que hoy, como mera coincidencia, se pretende asemejar al big-bang. Es un mito porque quien inventó la historia no utilizó telescopios, radiotelescopios ni espectroscopios. ¿Quién se lo dijo entonces? Nadie, fue solo un invento de la mente y si aceptamos que lo percibió de modo infuso, a la manera de la ciencia infusa de la teología, estamos en presencia de una mera creencia, ya que nadie puede demostrar que tal iluminación pueda existir.
     La posición científica, no es una posición más frente a la realidad entre otras, como se suele decir; la medicina y el curanderismo frente a la enfermedad, la química y la alquimia frente a la materia, la astronomía y la astrología frente al universo, la psicología y la parapsicología e incluso el psicoanálisis frente a la mente y otras cosas que pretenden parangonarse.
    Aquí, en todas estas dualidades, resulta claro el deslinde. Ni siquiera el yin-yang chino hoy tan aceptado por muchos, inclusive por grandes intelectuales, se sostiene frente a la realidad del mundo físico, ya que no hay entes complementarios, ni contrarios como creen otros (mal interpretando dicho principio filosófico oriental), sino gradaciones. No existe calor y frío sino distintas temperaturas según la escala termométrica que utilicemos. No existe blanco y negro sino fenómenos lumínicos que encierran una amplia gama de ondas que nos colorean el mundo como vemos en el arco iris. No existe salud y enfermedad en forma tajante, sino un amplio abanico de procesos biológicos en equilibrio, parcialmente equilibrados o seriamente desequilibrados que pueden conducir hacia la muerte, es decir que hay gradaciones y no términos fijos. No existe lo arriba y lo abajo, porque esto es sólo una ilusión; si desapareciera la Tierra debajo de nuestros pies, todo sería igual, lo arriba y lo abajo se esfumaría. Es el caso de un astronauta que flotara en el espacio sidéreo. No existe el mas y el menos, sino una gradación infinita de partes.
     Estas son todas creencias aceptadas en virtud de una visión miope del mundo y conservadas por tradición.
     La ciencia no es ninguna religión como nos pretenden explicar algunos, una religión que pretenda reemplazar a las tradicionales, porque se aviene al cambio, mientras que la religiones se mantienen estancas en sus fundamentos básicos. No es ningún dios, sino el producto de la observación de la realidad. No se puede creer o no creer en ella cuando nos revela la realidad del mundo porque nos ofrece evidencias verificables hasta el cansancio.
     Veamos qué es la ciencia en su aspecto más elemental.
     Los niños incluso niños de corta edad, pueden "hacer ciencia". Alguien dijo que en cada niño se esconde un futuro científico, dada su curiosidad.
     Imaginémonos a un niño que tiene oportunidad de contactar con la naturaleza. Su curiosidad y afán de entretenimiento hace que se decida a contar los pétalos de la flores del campo o de un jardín. De pronto descubre que la mayoría de las flores que caen en su manos poseen cinco pétalos. Acude a sus padres y les manifiesta su descubrimiento. Efectivamente, en el lugar se han dado cita muchas plantas que producen flores pentapétalas. Esto equivale a un descubrimiento científico, pero también hay otras flores, como las margaritas, que no son pentapétalas. Esto también lo descubre el niño, luego la realidad le está indicando que no todas las flores son iguales en este sentido y esto no consiste en una creencia.
    
A otro niño también curioso que vive en el campo, le comienza a interesar los variados insectos que pululan por doquier. Los hay de diverso tamaño, forma y colorido pero a él se le ocurre contarles las patitas. Así descubre cierta uniformidad característica de estos animales: todos poseen 6 patitas, tanto sean hormigas, escarabajos, grillos, alguaciles, moscas o mariposas, todos poseen seis extremidades. Se lo manifiesta a sus padres y estos efectivamente lo corroboran. Este niño ha realizado una investigación científica que corrobora todo entomólogo.
     Ahora bien, si nos trasladamos a otro ámbito, al astronómico por ejemplo, podemos tomar el caso citado por el astrónomo Carl Sagan en su célebre libro Cosmos; me refiero a Milton Humason, un joven que montado a caballo conducía una columna de mulas ayudando a transportar todo equipo mecánico y óptico al mismo tiempo que a los ingenieros y dignatarios montaña arriba. No era muy instruido pero sí curioso. En el lugar se estaba construyendo en ese entonces el famoso observatorio del monte Wilson, en California.
     Este joven comenzó a interesarse tanto en los quehaceres astronómicos, que su curiosidad lo llevó a ser un paciente observador de los espectros de galaxias, y junto con el famoso Hubble, descubrió que los espectros de todas las galaxias distantes estaban desplazados hacia el rojo y que cuando más distante estaba la galaxia, mayor era el desplazamiento hacia el rojo de las líneas espectrales. Este corrimiento, según el efecto Doppler, indicaba que el universo se encuentra en expansión y esto entre otros factores dio pábulo para elaborar la famosa teoría del big bang y esto no es una creencia basada en mitos y fantasías puestas al vuelo, sino el resultado de trabajos minuciosos en el campo astronómico.
     Sabemos que existen otras teorías cosmológicas como la que acepta un universo estable que se regenera a sí mismo, donde se crea materia de modo continuo para compensar su pérdida por irradiación. Pero no hablemos de creencias en este terreno ¡por favor!, porque estamos a años luz de las fantasías que crearon las cosmologías milenarias, léase mitos.
     Todo ocultismo y toda mitología utiliza sólo la imaginación, y en este campo caben miríadas de especulaciones infundadas. La ciencia en cambio se basa en observaciones minuciosas y en la aplicación del raciocinio utiliza material técnico cada vez más perfeccionado que va develando la realidad que se nos oculta detrás del velo de las apariencias.
    "La Luna abre las nubes", dice la creencia; es una ilusión óptica replica la ciencia. "La Luna y el Sol son más grandes cuando están cerca del horizonte que en el cenit", dice la ilusión óptica; su tamaño es el mismo dice la observación empírica. Si miramos hacia el norte, el Sol está a nuestra derecha cuando amanece y a la izquierda en el crepúsculo, dice nuestra lógica; está en el mismo lugar afirma la astronomía y debemos aceptarlo porque esa es la realidad, no una creencia infundada. Luego conviene atenerse a la Ciencia Experimental para mejorar el mundo, haciendo caso omiso de las pseudociencias que solo nos hacen perder el tiempo en tonterías.
                                             
                                                                                                                                    Ladislao Vadas
 

 

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