No hay empate técnico ni victoria pírrica posible para Martín Guzmán. No pudo echar a un funcionario de tercera línea de su ministerio. Ni torcer una decisión que desaprueba. Desafió a la conducción política de Cristina y perdió.
Guzmán ya había moderado su pretensión de subir 30% las tarifas energéticas de un saque. A cambio, impulsó un alza escalonada, con un segundo aumento antes de fin de año. Y segmentada, con incrementos mayores para los usuarios de consumos más altos.
Nada de eso ocurrió. El cristinismo impuso un alza uniforme del 9%, que ya rige, en las tarifas eléctricas de la República del AMBA. Lo decidió el Ente Regulador, lo aprobó el subsecretario de Energía y lo validó un dictamen de la Procuración del Tesoro. Esa línea completa reporta a la vicepresidenta.
No se disputa un casillero en el organigrama. Ni siquiera la cuestión energética. La pelea de fondo es por la orientación de la política económica, determinante para la estrategia electoral de Cristina.
El economista Esteban Domecq la definió como una pugna por la supremacía entre dos concepciones, la heterodoxia “de mercado” de Guzmán versus la heterodoxia “de Estado” de Kicillof.
Enfoques diferentes para enfrentar una realidad hostil. Problemas tan concretos como la inflación y la recesión que aún no cede coexisten con la falta de confianza. Un condicionante menos tangible, aunque poderoso.
Guzmán adscribe a una coordinación negociada de precios y salarios. Pero admite que la estabilidad de precios y la cambiaria requieren austeridad en el gasto y la emisión. El aumento desbocado de los subsidios energéticos ya explica la mitad del déficit. Y sólo puede financiarse con la maquinita.
El ministro apuesta además a un acuerdo con el FMI, como proveedor de una cuota de credibilidad también indispensable para evitar el descontrol.
Kicillof –la conducción económica paralela, que responde a Cristina– niega que la emisión de pesos sin límite impacte en los precios. Para frenar la inflación prescribe planchar el dólar y las tarifas e imponer un techo a los precios de las empresas, a costa de su rentabilidad. Y mantener las manos libres de compromisos con el FMI para ejecutar esa política.
El 18 de diciembre, en su discurso programático de La Plata, Cristina bajó esa línea. Es garantía de éxito electoral –afirmó–, más relevante incluso que la unidad partidaria. “Kicillof es el único ministro de Economía que ganó una elección”, remachó.
Guzmán aceptó atrasar el dólar y dilatar la negociación con el FMI. Pero resiste la ruptura con el organismo y el quiebre definitivo de la disciplina fiscal y monetaria porque –lo dicen sus voceros— la economía estallaría por los aires. En consecuencia, tampoco serviría para ganar en las urnas.
Sin poder propio, la suya es una quimera inviable. El fin de semana le sacaron el banquito.
Alberto Fernández ensaya una de sus piruetas de equilibrista. Guzmán se queda, devaluado. Y por ahora, Basualdo también. No alcanza para gambetear este nuevo mazazo a su autoridad astillada.
SUPONGO QUE ESTE ES EL TITULO PERFECTO QUE QUIERE LEER EL EGO DE LA VIBORA DE TOLOSA.....QUE MAL VAMOS GENTE.....HABER VOTADO AL KIRCHNERISMO PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS ECONOMICOS???? ES VOTAR AL ZORRO PARA QUE RESUELVA LA INSEGURIDAD DEL GALLINERO.....NO HAY SOLUCION POSIBLE CUANDO EL KIRCHNERISMO / PERONISMO ES EL PROBLEMA....CHAU CHAU ADIOS......A LOS BOTES....
Lo único cierto y verdadero es que del Títere para abajo, nadie tiene las pelotas suficientes para pegarle un patada en los glúteos a mas de uno o mas simple dar un portazo y que se arreglen...como puedan.....realmente aun para aquellos que votaron creyendo que eran distinto es una defraudación monumental...así que agua y ajo.....y a llorar al campito....
En todo caso, Cristina obtuvo un triunfo Pirrico, pues quedó expuesta, cuando siempre pretendió hacerse la "desentendida" para que el adjudicaran a los "medios hegemonicos" la "teoría" de que ella estaba detrás del poder. Ahora inevitablemente ELLA será parte ACTIVA del desastre que sobrevendrá y del fracaso social.