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La columna de Estilo y Ortografía de TDP: Acerca de Our Ranch y el lenguaje de las estafas

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Personas absolutamente convencidas de su veracidad militan todos los días para defenderlas, vivirlas y extenderlas
Personas absolutamente convencidas de su veracidad militan todos los días para defenderlas, vivirlas y extenderlas

Recientemente Christian Sanz, director de este medio, ha recibido ataques por exponer a Our Ranch, la estafa del momento. Como afirma en varias de sus notas, las estafas piramidales basadas en el esquema de Ponzi no son exactamente una novedad. Hay en la red abundante material que desmantela los engañosos mecanismos de estas estafas. Sin embargo podría ser interesante considerar la particular redacción que usan y las narrativas que buscan construir con esta. Desde un análisis superficial se desprende que —evidentemente— hacen uso y abuso de argumentos fuertemente emocionales mezclados con “datos duros” falseados, pero la cosa no termina ahí, sino que ahí es donde empieza.

 

Our Ranch interpela al lector curioso, en su página web, de igual a igual: de emprendedor a emprendedor. Así, no solo elaboran un tablero de comunicación —aparentemente— simétrica, sino que sobre esta puesta en juego de locutor e interlocutor (a modo de cimiento) se levanta su narrativa nuclear: “Al tiempo que proporciona ingresos para todos los usuarios, [Our Ranch] ha ayudado a las pequeñas y medianas empresas a evitar la explotación capitalista, logrando así el objetivo de la cooperación de beneficio mutuo”. Esto se desarrolla luego en la lista de propósitos: “Permitir que los usuarios de todo el mundo puedan obtener ingresos adicionales, para ayudar a todos los ciudadanos a deshacerse de la vida bajo el control de los capitalistas, y que todos puedan convertirse en accionistas de un proyecto. En esta era, solo hay plataformas, ¡no hay jefes!”.

Esta narrativa que propone escapar de la opresión capitalista es funcional a una sociedad fuertemente influida por ideas del espectro político de la izquierda. De manera análoga hay otras narrativas complementarias a esta. En 2019, por ejemplo, hubo múltiples denuncias a una variante “feminista y sorora” de la estafa conocida como el telar de la abundancia o flor de la abundancia. Una nota de María Ayzaguer enumera testimonios de mujeres a las que se intentó captar en entornos feministas con un discurso de empoderamiento e independencia económica.

En general los testimonios coinciden en que la verdadera persuasión se da en dinámicas grupales donde los agentes más determinantes ya no son los slogans creativos ni las pseudoevidencias, sino los propios participantes. Estos son algunos comentarios anónimos recogidos por aquí y por allá en publicaciones sobre estafas piramidales:

Como comente antes el movimiento ​busca​ formar grupos de​ apoyo entre​ mujeres. Es un Modelo que tiene reglas e implicaciones muy claras, es un movimiento muy poderoso a nivel energético e interno de empoderamiento femenino. ​Mi perspectiva es que por eso lo quieren desprestigiar y como siempre la mejor arma es el miedo”.​

Desde mi perspectiva no puede haber fraude, porque vamos todas juntas, nadie recibe dinero por sí sola, pero si no hay grupo y trabajo​ tampoco funciona, lo hacemos entre todas​ y ​si ​se mira como un "negocio" claro que no funciona”.

Ahora ayudo a mi telar a que tengan éxito. Solo si nos unimos podemos tener éxito. Pero si quieren seguir pagando intereses a los bancos de acuerdo. Si quieren pagar impuestos para que el gobierno los siga robando adelante”.

Indudablemente es un fenómeno multicausal donde intervienen variables como la vulnerabilidad social, la falta de educación y otras tantas. ¿Qué espacio de relevancia ocupa entonces la redacción en las estafas? Los memes y sátiras sobre las estafas parecerían evidenciar una redacción atrofiada y genérica en estas (lo que no deja de ser verdad). Axiomas como “El que con lobos anda, a aullar aprende”, “Sé humilde, pero no te dejes humillar”, “Mentalidad de tiburón”, etc., pegados encimas de imágenes de millonarios o de autos de lujo proponen con crudeza que nos preguntemos cómo puede la gente seguir creyendo en eso.

En algún punto histórico, indica Jesús Ibañez en Por una sociología de la vida cotidiana, el mensaje publicitario tuvo un curioso cambio. De ser referencial y apuntar a las características de los productos, mutó a mensajes publicitarios interesados en crear espacios imaginarios que invitaban al cliente a entrar y formar parte de la narrativa. La verdadera fuerza de la redacción en las estafas es precisamente su capacidad para construir estas realidades imaginarias que las contienen y que al mismo tiempo las exceden. Personas absolutamente convencidas de su veracidad militan todos los días para defenderlas, vivirlas y extenderlas: esas personas son ahora el armazón o soporte, ya no de la redacción sino de la estafa misma.


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