Uno de los principales problemas que atraviesa actualmente el kirchnerismo, es no haber advertido que Cristina aprendió a odiar a medida que desaprendió cómo “hechizar”, lo cual paraliza su intelecto llevándola a tomar decisiones políticamente absurdas.
Como enseña la psicología respecto de casos similares, la actual vicepresidente ha dejado de influir en los demás de manera determinante, porque su impostada originalidad y ciertos encantos naturales de antaño han sufrido la erosión del tiempo, lo que sumado a sus continuos desaciertos y golpes de timón la exhiben como una caricatura de “Maléfica”, la protagonista de algunos comics para niños y adolescentes.
Esa “vivencia horrorosa”, como la denominaba Friedrich Nietzsche, hace pensar a mucha gente SI NO ES ELLA MISMA ALGO HORROROSO, exhibiéndola como indisimulada comediante de sus propios ideales: salvar lo que aún queda en pie de una antigua imagen resplandeciente.
Es bien sabido que un líder de masas debe procurar la conservación de su carisma, tratando de no verse como un eco de sí mismo, evitando tomar decisiones que reflejen su eventual estupidez cuando malinterpreta los fenómenos sociales que lo rodean.
Esto es lo que está ocurriendo con CFK, heredera del poder de Néstor, quien parece impedida de poder “limpiar” su responsabilidad respecto de la construcción de un hoyo muy profundo, en el que sigue cavando impertérrita con la ayuda de los “demoledores” de la Cámpora, unos adolescentes ideologizados que intentan mantener ciertos adornos conceptuales de corta duración, sin comprender que quienes conviven con dichos monstruos horrorosos, terminan mimetizándose con ellos.
Mientras tanto, la gente los abandona poco a poco, porque comprueba que la sociedad diseñada por ellos se asemeja mucho a “Neverland”, la isla ficticia del país de “Nunca Jamás”, tan bien pintado por el escocés John Barrie en su “Peter Pan” y pone en evidencia que la locura es algo raro entre los individuos en general, pero en ciertos segmentos políticos constituye la regla.
De tal modo, la petulancia supuestamente “bondadosa” con la que estos “militontos” miran al pueblo, comienza a ser percibida como maldad, porque la gente siente –y así lo expresó el 14S-, que está dictada por una falsedad totalmente alejada de los principios de justicia y libertad que rigen a una democracia republicana.
La falsa moral de algunos líderes políticos mesiánicos como Cristina Fernández, se basa generalmente en una suerte de coacción prolongada, que tiende a “disciplinar” a toda la sociedad, intentando ejercer una tiranía que sugiere: “tú debes obedecer…de lo contrario perecerás y perderás tu última estima de ti mismo” (Nietzsche).
¡Si lo sabrá el devaluado presidente “timbrero” Alberto Fernández!
En ese terreno debe entenderse la génesis de la decadencia de caudillos que, como ella, han aprovechado sus dotes naturales de “encantamiento” para ejercer una suerte de esclavitud sobre diversos segmentos sociales a través de los años, como Perón, Menem, los Rodríguez Saá, Insfrán, los Suárez, Alperovich, Zamora, Capitanich, Verna, Hugo Moyano, Néstor Kirchner y otros “dilectos” miembros del Partido Justicialista.
Platón sostenía que es válido seguir los instintos, “pero al mismo tiempo hay que persuadir a la razón para que acuda luego en su ayuda con buenos argumentos”. Ninguno de ellos la tuvo en cuenta, porque si esto hubiera sucedido a tiempo, quizá no tendríamos que lamentarnos hoy el haber caído en un hoyo en el que algunos sucesores siguen cavando, mientras utilizan técnicas de comunicación que salen de armas cargadas con balas de fogueo.
Nuestra historia da cuenta que no hemos conseguido desarrollarnos en paz y libertad por haber quedado a merced de la supuesta “inteligencia” de algunos malhechores, a quienes hemos votado una y otra vez, confirmando los inquietantes fundamentos de una sentencia de Balmes: “la experiencia de cada día enseña que el hombre se inclina a juzgar a los demás tomándose por pauta a sí mismo”.
Quizás, esta suerte de “grano purulento” reviente el próximo 14 de noviembre. Porque si esto no fuese así, sería mejor preparar los botes para lanzarnos a mar abierto en busca de nuevos horizontes, ya que resulta insólito que entre algunas alternativas en estudio por parte de los capitostes del justicialismo se estén considerando (entre otras opciones)
medidas anti inflacionarias tomadas por el General Perón a través de su Ministro de Economía Alfredo Gómez Morales…¡en 1952!, lo que configuraría el ridículo intento por recrear una mística equivalente a la que hoy apelan algunos castristas que bajaron de la Sierra Maestra de Cuba en la misma época, a fin de superar una crisis que ha sumido a la isla en un submundo de narcotráfico, humillaciones e inflación galopante.
Sin embargo, ya hemos visto antes de ahora que los peronistas han tenido siempre una pasión indómita por recrear las condiciones imperantes en un túnel del tiempo, cuya tenue luz interior solo les ha servido para andar tropezando a derecha e izquierda.
A buen entendedor, pocas palabras.