"Le voy a seguir pidiendo a la ciudad que sea parte de un
país, y deje de votar y pensar como una isla", dijo Fernández a radio América,
y recordó: "El otro día me causó alguna gracia esta idea de que los mayores
soberbios del país estaban reclamándole a Cristina su condición de soberbia". El
jefe de Gabinete señaló además que si bien Carrió "ha hecho una elección
importante" en la Capital, ganó "con voto propio y con voto ajeno", a través de
los "sectores de la derecha que abandonaron a (Ricardo) López Murphy y la
acompañaron a ella".
Cuando se habían escrutado el 99,05 por ciento de las mesas,
Carrió obtenía el primer lugar en el distrito porteño, con el 37,68 por ciento
de los votos, en tanto que la presidenta electa Cristina Fernández obtenía un
segundo lugar con 23,64 por ciento de los sufragios.
Fernández reconoció hoy que "la ciudad es esquiva" e
interpretó que "los sectores medios compraron más la tesis de Cristina
intolerante, irreflexiva, no dialoguista, incapaz de mantener el diálogo" y
consideró que esos sectores "creyeron esa prédica".
"Se trató de un análisis que hicieron los sectores medios que
definitivamente no confiaron en Cristina, que la vieron con una actitud
intolerante, y le creyeron más a la oposición y a algunos medios", afirmó el
jefe de Gabinete.
"Es difícil pensar que la ciudad de Buenos Aires no recuerde
que cuando llegamos al gobierno en la ciudad el 80 por ciento de los locales
estaban vacíos y que hoy no se consigue un kiosco por menos de 100 mil dólares",
dijo Fernández.
"Ese crecimiento que demostró la ciudad precisamente ha
beneficiado más a esos sectores, pero eso no ha sido tenido en cuenta, han
ponderado otras cosas", –concluyó.” (Diario La Nación on line, dixit, en
la mañana del lunes 29). El enojo del inefable jefe de Gabinete no es un
sentimiento nuevo, sino que también fue proferido en su momento por Carlos Menem
cuando el electorado porteño también le era esquivo. Pero el batacazo de la
derrota no sólo se sintió en este territorio, sino que el amargo medicamento
también fue ingerido en La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba y Mar del
Plata.
Dicho en buen romance, en los principales centros urbanos el
cristinismo perdió de forma ostentosa, mientras que en gran parte del
conurbano bonaerense su triunfo se debió fundamentalmente a maniobras cuasi
fraudulentas. Pasado el mediodía de ese domingo 28, indignados votantes
acribillaron programas de radio denunciando que faltaban boletas opositoras, que
individuos 'truchos' las robaban, que faltaban fiscales y otras autoridades de
mesa que no fueran del oficialismo. Esteban Mirol, al frente de una guardia
periodística en ese momento de Radio Mitre, no sabía ni que decir ante las
airadas voces de mujeres que a cada minuto le tiraban esas denuncias,
fundamentalmente provenientes de ese distrito electoral. En Lanús, territorio
del sempiterno Quindimil sus fiscales cayeron en la cuenta que se habían pirado
las boletas que llevaban su nombre, como también en otros distritos se
encontraron con que algunas estaban tiradas en la calle símil basura. En el peor
de los casos, cuando esto era denunciado a un policía éste le replicaba diciendo
que “no podía hacer nada, pues eso fue hecho por gente de Cristina”, y se
detuvo a un sujeto que, portando campera a pesar del calor reinante, debajo de
la misma ocultaba una veintena de boletas de Carrió y Lavagna.
En colmo de los colmos lo constituyó la cobertura
periodística que desestimó de plano estos acontecimientos, a tal punto de cuando
Patricia Bullrich concurrió al Correo Central para efectuar la pertinente
denuncia, prefirieron quedarse con la versión oficial de Aníbal Fernández.
“Ejemplo de transparencia”
“Rápidamente, noté la agresividad de la gente hacia los
medios, y, puntualmente, hacia Radio Mitre. Nos preguntaban a los gritos
qué hacíamos ahí; nos pedían que nos fuéramos, ya que trabajábamos para el grupo
Clarín, al cual acusaban de haber hecho todo para que cayera De la Rúa y
se decidiera la pesificación. Nos acusaban de estar detrás de todo esto, y de
ser unos hipócritas. Gritaban 'digan la verdad'". Esto lo relata la movilera de
la misma emisora que actualmente trabaja Mirol, Mariel Di Lenarda, testimonio
recogido en el libro Noticias del poder, de Jorge Halperín. Pero la
corporación mediática no aprendió la lección, ya que al día siguiente un
artículo de Fernando Laborda señala que “nunca desde la recuperación de la
democracia, en 1983, una elección presidencial fue un acto tan complicado y
plagado de enredos para tantos ciudadanos. Seguramente los comicios de ayer
estuvieron lejos de ser los más cristalinos de la historia argentina, como
enfatizó el ministro del Interior, Aníbal Fernández. En ninguna de las seis
elecciones de presidente de la Nación efectuadas desde la llegada de Raúl
Alfonsín al poder se produjeron tantas denuncias sobre faltantes y sustracciones
de boletas de los cuartos oscuros como ayer.
No obstante, sería desacertado calificar por eso de
fraudulentos estos comicios o poner en duda la legitimidad del triunfo
conseguido por Cristina Fernández de Kirchner, con una abultada diferencia sobre
su más inmediata perseguidora.
La desorganización que se vivió en muchos centros de
votación, especialmente del distrito porteño y del Gran Buenos Aires, es un
síntoma del déficit de calidad institucional y también de la crisis del sistema
de partidos políticos en la Argentina” Más claro, echarle soda.
Entonces, la bronca intensa de quienes sintieron que fueron
vulnerados sus derechos constitucionales, cayó en saco roto.
La misma, se hizo patente, visible, galopante y crónica en la
mañana de esa jornada, observando los comentarios airados y los denuestos
subidos de tono de cuantiosos porteños y bonaerenses que amanecieron con una
sensación de haber sido burlados.
Fernando Paolella