Otra vez la extorsión sindical, otra vez la violencia, otra
vez la prepotencia.
Lo ocurrido frente a la Legislatura de la Ciudad de Buenos
Aires, no hace más que demostrar la metodología de Hugo Moyano y compañía, que
es sencillamente la de “apretar”.
Pero esta historia tiene varias aristas, En primer lugar,
debemos analizar lo conveniente o no de la sanción de la ley que estaba en juego
en la legislatura y que produjo los incidentes mencionados. Esta consiste
en la quita de puntos en la licencia de conducir según la cantidad y tipo de
infracciones que se cometan, comenzando con la "carga" de 20 puntos.
Las faltas se dividirían en “graves, muy graves y leves”;
en consecuencia, la quita de puntos sería: en las graves de 7 a 10, y en las
muy graves de 11 a 14. Por caso, las faltas leves, como estacionamiento
indebido, no serán castigadas con la quita de puntos.
En la escala de las faltas graves están la violación de las
señales u órdenes de la autoridad de control, como semáforos, señales verticales
y demarcación horizontal, y las normas de tránsito de carácter general. Y entre
las faltas muy graves figuran, por ejemplo, la de conducir alcoholizado, pues
está prohibido manejar cualquier tipo de vehículo con más de 0,5 gramos de
alcohol por litro de sangre.
Y aquí la primera reflexión: Si el conductor es una persona
responsable y cumple las normas ¿cuál es el inconveniente? Parecería ser que los
sindicalistas quisieran defender lo indefendible, cuando todo el mundo sabe que
tanto los taxistas, como los colectiveros, una vez montados en sus “naves”
parecen transformarse en enemigos públicos del resto de los conductores,
cometiendo infinidades de contravenciones recurriendo preferentemente a su frase
de cabecera: “Y que querés, estoy laburando!!".
El segundo punto es la intolerancia, la prepotencia, el
autoritarismo, esa vieja metodología de “apretar”, primero con palabras y luego
por la fuerza, justificándose, tanto Hugo Moyano, como Jorge Viviani, quienes
mienten, diciendo que “fueron provocados por la policía”.
Según mostraron las cámaras de TV de los múltiples medios
presentes, se pudo apreciar cómo la patota sindical comenzó la agresión cuando
la policía no les permitía entrar al recinto con palos piedras y explosivos
para impedir por la fuerza la sesión.
Y aquí otra vez la vieja historia de la represión
descontrolada de la policía. El saldo fue varios manifestantes y policías
heridos, algunos de gravedad. La policía, en este caso se vio obligada a impedir el
acceso de los protestantes, pero luego, como de costumbre, todo salió de su
cause.
Según la Real Academia Española, reprimir significa:
“Apaciguar, contener, refrenar, aplacar, detener, defender, frenar, coartar,
poner en orden; Y la policía no hizo precisamente eso.
Luego, la otra extorsión, la amenaza de un paro total de
transportes, en vez de proponer una alternativa, discutir o debatir como se hace
en democracia.
Un dato curioso es una declaración del Secretario General
del sindicato de los peones de taxis. “estos hechos no deberían ocurrir en
democracia”.... habría explicarle al señor Jorge Viviani que la democracia no le
permite, precisamente, tratar de imponer su criterio por la fuerza como lo
pretende él, sino que precisamente, todo lo contrario.
Pablo Dócimo