Dada mi condición de abogado recién recibido –sólo 55 años de ejercicio profesional- muchos me han preguntado acerca del desarrollo de la causa “Vialidad”, en la cual Cristina Fernández de Kirchner y un montón de cómplices y testaferros integrantes de la asociación ilícita que organizó su marido y ella encabeza hasta hoy, están siendo juzgados por el monstruoso saqueo al que sometió al país durante la tan mentada “década ganada” sólo para la delincuencial dinastía hotelera.
En especial, las consultas se refieren a la función que, en ella, desempeñó el Fiscal Carlos Stornelli, ante el fallecido Juez Claudio Bonadio, en primera instancia, y hoy lo hacen sus colegas Diego Luciani y Sergio Mola ante el Tribunal Oral Federal N° 2, a cargo de los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Gorini y Javier Ríos. En todos los casos, aún cuando se desempeñen en instancias diferentes, los fiscales representan al Estado y, por ende, a la sociedad toda. Pero lo que unifica el proceder de los tres nombrados es su enorme coraje, ya que no se puede disipar de sus mentes el recuerdo del asesinato del Fiscal Alberto Nisman, un día antes de presentar ante el Congreso Nacional las pruebas del encubrimiento del terrorismo que significó la firma del pacto con Irán, del cual responsabilizó –lo mismo hizo públicamente Alberto Fernández- directamente a la misma PresidenteVice que hoy han arrastrado ante los jueces.
El alegato que están presentando en estos días –lo seguirán haciendo al menos otras dos semanas- Luciani y Mola se ha transformado en un tétrico inventario -tan comprensible hasta para los neófitos- de las contundentes pruebas de los crímenes que los Kirchner (incluido su hijo Máximo, ahora Diputado) cometieron, que les permitieron acumular una fortuna incalculable, que aún se encuentra oculta en bóvedas y cajas de seguridad, paraísos fiscales o transformada en inmuebles o diamantes de fácil disposición. Tengo para mí que también son los dueños ocultos del juicio derivado de la expropiación de YPF, próximo a la sentencia en Nueva York, que puede derivar en una condena cercana a US$ 14.000 millones contra el Estado, o sea, seis veces más del valor actual de toda la empresa.
El kirchnerismo más cerril, La Cámpora y el Instituto Patria están empeñados en una campaña de intimidación a la Justicia (“si la tocan a Cristina …”), invocando una eventual proscripción a Cristina Fernández si quisiera ser candidata en las próximas elecciones; que así sea es altísimamente improbable ya que, si bien el Tribunal Oral que la está juzgando podría dictar su sentencia antes de fin de este año, la misma será apelada ante la Cámara de Casación Penal, que demorará lo suyo en revisarla y, cuando esto suceda, llegará el turno de la Corte Suprema, que no tiene plazo alguno para resolver; no creo que lo hiciera, aún en caso de que hubiera llegado para entonces a sus manos, en un año electoral.
Como dije, las pruebas que están mostrando los fiscales son de tal magnitud que, sin duda, finalmente será condenada, y eso lleva a analizar sus opciones futuras. La primera es, en caso de renuncia o incapacidad de su títere, si asumir la Presidencia y completar el período constitucional o también renunciar; en la primera, deberá hacerse cargo directo del desastre socio-económico en que nos han sumido pero, en la segunda alternativa, podría ser detenida de inmediato.
La segunda decisión, para no perder la protección deformada de los fueros parlamentarios, será para qué cargo y por cuál jurisdicción, es decir, por Buenos Aires o Santa Cruz; en este último caso, seguramente ganaría una banca senatorial, fuera por la mayoría o la minoría, algo que sería arriesgado si optara por intentarlo en territorio bonaerense, ya que allí el Frente de Todos podría resultar, por efectos de la inflación, tercero en la lid. Por supuesto, si encabezara la lista de candidatos a diputados en cualquiera de las provincias, sin ninguna duda sería electa, pero también debe pesar en su ánimo el caso de Julio de Vido, que fue desaforado por sus pares y fue inmediatamente encarcelado.
La Argentina kirchnerista no ha cesado, desde su nacimiento en 2003, de cometer enormes desaguisados y tristes papelones en el terreno internacional; basta recordar la “contracumbre” que Néstor y Hugo Chávez organizaron mientras George W. Bush se encontraba aquí en una reunión de presidentes, el allanamiento con tenazas del Canciller Héctor Timerman a un avión norteamericano, el respaldo a las criminales dictaduras de la región y la negativa a condenar sus violaciones a los derechos humanos, las valijas con dólares venezolanos de Guido Antonini Wilson para la campaña de Cristina Fernández, la complicidad para el suministro de tecnología nuclear a Irán, la cesión territorial a China para la instalación de una base militar, la patética y humillante sumisión de Alberto Fernández ante Vladimir Putin en vísperas de la invasión a Ucrania, los despidos a ministros mientras estaban en el exterior en funciones oficiales, etc., etc..
Pero el bochornoso espectáculo que hoy brinda el juicio oral a la PresidenteVice y el resto de sus gangsters (funcionarios públicos, secretarios, cómplices y testaferros) está en las pantallas y los diarios del mundo entero, que lo contempla con enorme asombro. Así, el perjuicio para la Argentina ya no se debe exclusivamente a su alienada y demencial conducta en todos los foros y mercados internacionales, sean políticos o financieros, sino a la desnuda y pornográfica demostración de la corrupción que nos impregna como sociedad. Sólo resulta explicable y atribuible a la destrucción de la educación y de la cultura y al debilitamiento de las instituciones y los organismos de control que el kirchnerismo impuso durante los últimos veinte años. Costará generaciones corregirnos.