A lo largo de la historia de la humanidad y,
lamentablemente en la más reciente, la del Siglo XX, de la cual todavía no hemos
podido desprendernos, ha habido muchos dictadores.
Indiscutiblemente, este penoso ciclo fue inaugurado por
Lenin y la “Revolución Rusa”, y luego hubo unos cuantos seguidores o imitadores.
En la extensa lista
podríamos incluir a Mussolini en Italia, Hitler en Alemania, el Mariscal Tito en
Yugoslavia, Mao en China, Francisco Franco en España, Saddam Hussein en Irak,
Khaddafi en Libia, e, incluso, de una forma más matizada el mismísimo Gral.
Juan D. Perón en Argentina, aunque este último no haya podido llegar a ser tan
profundo.
Todos ellos tienen muchas
cosas en común, más allá de vestir uniformes militares, y es en: lo social, la
demagogia, en lo político el autoritarismo y en el plano económico, el
totalitarismo, sistema por el cual controlan el capital y pueden disponer de él
a su antojo. Esto último merece una reflexión ya que, curiosamente todos, absolutamente
todos, dicen ser enemigos
del capitalismo, cuando omiten, o pretenden omitir, que el capitalismo no es ni
de izquierda ni de derecha, sino que es simplemente, una herramienta, la cual en
los sistemas totalitarios es —como dijimos— controlada por el monopolio del
Estado, que en el caso de los dictadores son, sencillamente son ellos mismos.
Lamentablemente, todavía
existen algunos de estos autócratas, y en Latinoamérica tenemos dos casos
emblemáticos, Fidel Castro en Cuba, y su mejor alumno, Hugo Chávez en Venezuela.
¿Pero existe una receta
para la creación de estos dictadores? Parecería que sí, ya que todos, cambiando
algunos detalles menores, tuvieron, o tienen, la misma metodología. Así como
existen estrategias militares, comerciales, de estudio o económicas, estos
personajes parecen haber desarrollado una especie de “manual” para enquistarse
en el poder, y es el siguiente:
Este sistema está conformado por
tres etapas; en la primera, lo más importante, la meta, es “acabar con el
imperialismo yankee”. Inmediatamente —como en los países donde pretenden
instalarse los pobres son mayoría— a estos les inyectan desesperanzas, acusando
al pasado y a la democracia por todos los males. Mantienen una línea permanente
con el pueblo y están en sintonía con ellos. En seguida imponen un discurso que
debe ser simple y contundente: eso les llega muy bien. Emocionan al pueblo, y
aparentan tomarlos en cuenta, aprenden a dosificar la ignorancia con una verborragia encendida, cargada de autoridad y poder. No se preocupan por los
ricos y la clase media, ya que nunca son más cuantiosos que los pobres, a los
que sí necesitan.
Al principio, siempre
mencionan la Biblia y Cristo ya que los Católicos muchas veces son mayoría.
Además, mientras la Iglesia está adormilada, aprovechan la situación para
neutralizarla, de modo tal que cuando intente una reacción el régimen ya va a
estar instalado. Los Católicos sin liderazgo no son gran cosa y los obispos se
abstendrán de reaccionar porque está inserta la falsa idea que toda acción
represiva es inmoral. Si existiese un sacerdote alertado de la maniobra,
intentarán comprarlo. Si la Iglesia local se rebelase, ese sería su último día
como feligresía, pero difícilmente vendrá; los judíos no cuentan, los
evangélicos, menos y las demás religiones… para qué nombrarlas.
Cristo siempre será su principal
pancarta, ya que permanentemente lo invocarán como “el primer socialista de
la historia”, hablan en su nombre; incluyen banderas y a próceres
nacionales, y en cuanto pueden, generan un nuevo nacionalismo, despiertan el
odio, dividen a la ciudadanía, esa etapa les da buenos dividendos, ya que se
eliminarán unos a otros, la violencia los ayuda a instalarse, más tarde, por
la fuerza; mientras tanto, hablan de democracia y de la Constitución. Sobornan
la fidelidad de sus súbditos, y los preservan mientras cumplan los objetivos y
logren lo que les pide el dictador. Si se oponen o los aconsejan, los desechan,
o en el mejor de los casos, los envían a alguna Embajada o les dan dinero para
acallarlos; los destierran para que la prensa no los utilice.
A los que se oponen les
"siembran" delitos, eso los descalifica para siempre. Por todos los medios,
mantienen mayoría en el Poder Legislativo, y también, como mínimo, en las
fiscalías y el Poder Judicial.
Una parte fundamental de
esta primera etapa es contar con el poder Militar, y para ello, corrompen a los
militares en servicio con migajas; les proporcionan ropa y equipo para sus
tropas, a la vez que les incentivan la lealtad con suplementos diferenciales,
que nunca serán remunerativos, de modo que si fallan al sistema, son expulsados
y condenados a la pobreza. A los Comandantes de los Ejércitos los sitúan en el
manejo del erario castrense, instalando la corrupción en el alto mando para
lograr la fidelidad incondicional.
Se premiará la delación, y
la inteligencia interna viciará de tal modo el sistema que el pánico se
propagará en las filas. Las guarniciones más importantes —especialmente— serán
la pista de examen de su gente. Ofrecerán cursos en el extranjero para persuadir
a los indecisos al acceso de puestos clave para avanzar en sus carreras, y
cuando logran obtener la complicidad de 200 a 300 militares de Alto Rango, con
comando de tropa, son prácticamente indestructibles. Si tienen duda de algunos,
los ponen a prueba. Por ejemplo, instándolos a alzarse en un golpe de estado que
terminará siendo una emboscada depuradora, porque allí se filtrarán los
elementos nocivos al régimen.
Es necesario controlar los
medios de producción del Estado. Compran, entonces, tanto a los banqueros y a
los grandes comerciantes. A los empresarios de la construcción les darán
contratos y facilidades de trabajo.
En la segunda etapa es
donde se profundiza la misión de “el cambio”. Para ello, ya tienen que
haber formado un comité en defensa del mismo.
Convocan a los progresistas
y organizan trabajos comunitarios para ellos, otorgándoles el liderazgo. Para
que se sientan agradecidos, les pagan generosamente para que sigan los
lineamientos, marchas y concentraciones de los comités.
Seleccionan a los más
agresivos para una fuerza de choque armada que puedan necesitar si la cosa se
pone difícil. Controlan la policía, la destruyen y la ponen a su disposición.
Es ahí donde comienzan a
transformar el “cambio” por la palabra “revolución”, ya eso emociona a los
menesterosos. Aquí también es donde se empieza a fracturar a la Unión de
Trabajadores y de Empresarios que puedan hacer oposición, y es cuando tienen que
lograr que los trabajadores estén afiliados a una central paralela, con dinero
se logra.
Ahora atacan a los
empresarios, a quienes acusarán de provocar el desabastecimiento y el hambre,
de fascistas y, gradualmente los tildarán de "golpistas".
Se disfrazan de débiles, ya
que la mente del hombre es proclive a defender la Justicia que, lógicamente,
debe velar siempre por el más débil.
En cuanto a los medios de
comunicación, si no pueden comprarlos, los enmudecerán.
Se apoyan especialmente en
las empresas del Estado, que son las que producen el dinero del proyecto.
Crearán una Junta Directiva
Revolucionaria, de donde provendrán los técnicos, que reemplazarán a los más
capacitados.
En la tercera etapa, ya
pueden violar la Constitución, porque nadie se los va a impedir. Ordenan
allanamientos a los opositores, siembran armas, drogas, dinero, los acusan de
espías o corruptos, los desprestigian.
Reclutan muchos
periodistas, empresarios, líderes sindicales; los demás escaparán del país o
deberán aceptar el escarmiento.
Conforman un nuevo
Gabinete, aquí pueden deshacerse de sus colaboradores “no confiables”, a unos
pueden premiarlos y a otros desecharlos, pues ya no hay oposición. Tienen que
poner cómplices.
Establecen el "estado de
excepción", suspenden las garantías, lanzan toques de queda. Cierran los
medios de comunicación opositores, destituyen Alcaldes y Gobernadores de la
Oposición. Anuncian la reestructuración de todas las áreas del Estado y la
restitución de toda la Constitución. Forman un Consejo de Gobierno con nuevos
miembros, quienes lógicamente, estarán comprados.
Por último, cuando ya se
sienten dioses, y ven que su poder está consolidado y afianzado, "fusilarán" a los
opositores, ya que es el medio más económico de silenciar la protesta.
Pablo Dócimo