Hace ya un
tiempo que se fue Aníbal Ibarra del gobierno porteño. Éste no era el ejemplo a
seguir por los más altos estándares internacionales, —de hecho estuvo acusado y
sospechado de corrupción, y justamente por algo así lo echó la Legislatura
porteña— pero su gobierno tenía algunos aspectos sustanciales que funcionaban.
Con su Vice, convertido luego en Jefe de gobierno, Jorge Telerman, las cosas
malas siguieron emergiendo, a tiempo que relucieron nuevas calamidades con
Mauricio, el actual intendente de la ciudad que muy hábilmente afirma que si
vuelve a llover, volverá a pasar, y que “sufriremos” otra vez lo mismo, como si
él alguna vez hubiera perdido sus pertenencias por una inundación.
El problema
de la ciudad es estructural. O se la ve como un espacio habitable o como un
negocio puro. El problema estructural tiene una compleja palabra para definirlo,
que significa el armado de poder, y que en esencia sigue sin modificarse del
todo. Contemplemos en la gestión anterior a la actual, un ejemplo de ese armado
político.
¿Punteros o antipunteros?
Es un saber
popular que la Ciudad de Buenos Aires escapa a la política feudal que se da en
el resto de la país. Pero ese saber es falso, pues aquí se dan prácticas
similares como la compra de inspectores, que se hizo célebre con Cromañón, o la
instalación de punteros políticos más abierta del mundo, en la afrancesada
Buenos Aires. Veamos.
El decreto
N° 1.292/06 firmado por Telerman nombró a Mónica Valentino de Curto
para que ejerciera el cargo de directora general del Centro de Gestión y
Participación Comunal N°12. ¿Quién es y qué méritos tiene para dicha tarea?
Según sus propias palabras, su trayectoria militante son 33 años desde
que acompaña al marido en la militancia peronista. Es la primera vez
que es funcionaria pública, y según ella lo está haciendo con muchísimas ganas.
Cuando comiencen a funcionar las Comunas, y los vecinos puedan ser electos, ni
ella ni su marido se presentarán, asegura. Seguirá sin embrago, en su
tradicional tarea en el Centro de jubilados y de la Murga, las cuales dirige.
¿Cómo
consiguió su cargo? Ella lo confiesa públicamente. “Mi marido es mi jefe
político y compañero en la vida. El me quiso dar este regalo
como militante. Para mi es un compromiso y una responsabilidad, estoy
poniendo todas las fichas y él también, está apoyándome y aconsejando” (1). Dijo
que a la hora de los reclamos estaría con los vecinos.
La torre y la cloaca
Imagínese
un determinado espacio. Ahora bien, dicho espacio es finito, tiene límites.
Imagine un inodoro y una cloaca. Ahora ese inodoro multiplicado por varios y la
misma cloaca, ¿cuál es el resultado? Eso es lo que esta pasando con la ciudad y
también se relaciona con las líneas de todo este artículo. El 16 de febrero se
publicaba que había acabado la veda de 90 días para la construcción de edificios
en algunos barrios.
“La veda
afectó a Caballito, Palermo, Coghlan, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón y Núñez,
que el año pasado habían concentrado el 47% de los permisos otorgados, y
cuyos metros cuadrados construidos cuadruplicaban la media histórica de la
Ciudad. La decisión llegó por las crecientes
protestas vecinales contra las torres y tras un fallo de la jueza Alejandra
Petrella, que frenó los permisos de obra para 16 manzanas de Caballito.
Posteriormente otro fallo de la jueza Patricia López Vergara, hizo lo mismo en
45 manzanas de Palermo, en Las Cañitas y La Imprenta.
En esos tres meses, el Gobierno les pidió a las empresas de servicios
públicos que informaran cómo está la infraestructura, si podía soportar más
construcciones o no. Todas respondieron que no había problemas, salvo AySA, con
la que la Comuna firmó un convenio para hacer obras de cloacas y agua corriente.
En base a esos informes, la Ciudad decidió que quienes quieran construir en los
barrios afectados deben presentar un certificado de AySA que garantice que la
obra no afectará la infraestructura (salvo en Núñez, donde no registraron
inconvenientes). (2)”
Las
explicaciones
Para
entender los porqués de tanto crecimiento del hormigón devenido en edificio en
esta ciudad, pregunté. Intenté varias veces comunicarme con una agrupación de un
barrio que aseguraban que las construcciones excedían el permitido por ley, ya
de por sí por encima de lo razonable, pero nunca obtuve respuesta. Un artículo
de un periódico barrial me mostraba luego las limitaciones que habían logrado
los vecinos de Coghlan a la explosión inmobiliaria y sus efectos negativos (3).
Se denomina
"explosión inmobiliaria" porque es, literalmente, un gran negocio. Un negocio que
mueve muchísimo dinero y puede llegar a la censura. Un arquitecto fue
entrevistado por el noticiero de un canal de aire, en el cual respondió que
también podría tener que ver con el lavado de dinero, ya que muchos de esos
departamentos que se construyen están vacíos a pesar del déficit habitacional de
la ciudad. ¿Quién los compra? El informe nunca salió al aire, pero los
productores llamaron a dicho arquitecto para pedirle perdón por lo sucedido.
Hace mucho
más de dos años presenté un pedido de informe al CGP N°12 cuando estaba Ibarra
en el gobierno, para preguntar y pedir explicaciones de por qué si en los
carteles de obra figura que se puede construir hasta determinada cantidad, se
multiplica dicha cantidad de superficie a construir en la realidad. Como no
obtenía respuesta, fui a Obras y Catastros a donde tampoco conseguí respuesta.
Seguí esperando, y esas obras que apenas eran una casa demolida hoy están
habitadas. Pero hay más y siguen. Espero que el ciudadano le preste atención a
los carteles. Y el gobernante al ciudadano...
Porque allí
dónde se multiplican los desagües, la demanda de agua potable, y de energía, no
se han realizado inversiones. Los anuncios, se hacen con el primer temporal. Tal
como lo hicieron las gestiones anteriores. Dicen terminar con la vieja forma de
hacer política y aseguran que harán las obras necesarias, pero parece siempre
que las palabras se las lleva una nueva tormenta.
Daniel Blinder
Notas:
(1) La Gran Aldea, Diciembre de 2006
(2) Clarín, 16/02/2007
(3) El Barrio, Febrero de 2007