Dejó de escribir Claudio España. El
notable periodista de espectáculos y crítico cinematográfico, víctima de una
dolencia incurable (cáncer en páncreas), falleció el pasado 29 de marzo de 2008.
Sus restos fueron inhumados en General Rodríguez.
De labor continua: tanto en medios de comunicación como en la
docencia superior. De profesión Lic. en Letras, tuvo entre otras cátedras:
Introducción a los Lenguajes de las Artes Combinadas, y Jefe de Trabajos
Prácticos de Gramática Española, en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
Posteriormente impregnó con su prestigio su asignatura preferida: Análisis de
películas y críticas cinematográficas. Incursionó como profesor visitante, en
otras Casas de Altos Estudios, nacionales y extranjeras.
Factótum y enamorado de su trabajo
España era polifacético: periodista, crítico, coleccionista
de películas, escritor y director artístico de festivales internacionales de
cines. Y todo articulado con un gran sentido del humor, que lo distinguía.
Como escritor, entre sus obras merecen citarse: Cine
Argentino en Democracia (Ed. Fondo Nacional de las Artes); Historia del
Cine Argentino (2 tomos, Ctro. Editor de América Latina), este último,
convertido en un clásico de consulta permanente.
Fue jefe de Espectáculos y crítico de cine, en el diario
La Nación (hasta 1978). Trabajó también en La Opinión y Panorama.
Premiado en múltiples ocasiones: entre otros, recibió el Konex de Platino a
su labor. Otra vertiente profesional lo encontró prologando y guionando los
libros de films como La Historia Oficial (1985), y Mis Memorias de
Niní Marshall, del mismo año.
En el Recuerdo
Sus trabajos eran diferentes: nos proponían una visión
integradora articulando lenguaje castizo y rigor intelectual. En resumen: un
teórico brillante, un maestro en el género de la crítica.
Claudio no tenía el sí fácil, quien escribe intentó más de
una vez llevarlo a su cátedra —como profesor visitante— y fue Piedra de Sísifo.
El tema propuesto: “Ética y Comunicación Social”. De perfil bajo y no
confrontante era su personalidad, al menos en lo académico.
Tuve en suerte compartir con él —el pasado 31 de diciembre—
la tradicional Cena de Fin de Año. El lugar: un coqueto restaurante de Av.
Corrientes al 1700 (Niña Bonita), A pocas cuadras de la casa de España.
La noche era espléndida. El clima caluroso, no impedía el
buen ánimo de las personas que colmaban las instalaciones. La cena exquisita, el
vino y el champagne, regaban incesantes la mesa de los comensales. El show
estaba a cargo de un pintoresco y carismático intérprete musical: Duardo Covers.
Pronto, el brindis de las 12 de la noche, nos encontró en el
salón en una charla improvisada. Hubo un intercambio de rutinas, a saber, qué
estábamos haciendo laboralmente cada uno, etc. Luego la conversación giró
alrededor de dos ejes centrales:
1) Afirmé y cuestioné sobre el mítico actor rosarino, Alberto
Olmedo. De cómo la hipocresía y el medio pelo argentino, en ese tiempo lo
defenestraba, y post-mortem, lo llegó a endiosar. Sostenido hoy como
inequívoco objeto de culto.
Respuesta: Me dijo que admiraba mucho al negro, y que fue un
grande de verdad, fuera de toda discusión. Y que es propio de cierta gente, el
desentenderse de sus dichos con anterioridad, cuando las evidencias lo
contradicen…. (¿?). Y que Olmedo fue el inventor del “plano fuera de cámara”
(esto es, hablar con terceros, hacerlos partícipes como si estuvieran el el
plano central de la imagen), haciendo escuela posteriormente (Ej.: Mirtha
Legrand, en sus tradicionales almuerzos).
Me remitió a su libro. Historia del Cine Argentino.
Dijo que que ahí encontraría la contestación a mis inquietudes puntuales.
2) Sobre el periodista Jorge Lafauci —amigo de Claudio España
y ex compañero de estudios universitarios—. Interpretó que era muy significativo
que pudiera ser un crítico académico, y trabajar en el show business,
léase jurado de los programas del empresario-periodista Marcelo Tinelli. (al
tiempo que esbozaba una sonrisa...). Y que don Jorge, era un lector de sus
libros también.
Concluido el dialogo distendido —merito del vino, quizá— fue
el turno de nuestras respuestas.
A este le llamaba la atención la diversidad de mis trabajos.
Los distintos niveles de saberes abordados. Sobre manera, asentía cuando
hacíamos referencia a la divulgación de la ciencia y refutación de pseudociencia
ó pensamiento mágico por doquier. Le despertaba mucho interés las causas y
consecuencias de mismo. Y la metodología de la refutación teórica del “macaneo
posmoderno”. Le grafiqué con una frase del brillante epistemólogo argentino,
Mario Bunge: (la síntesis es) Los científicos duros tienen que estudiar ciencias
sociales-humanidades. Y estos (los blandos), tienen que hacerlo con las ciencias
duras (experimentales).
La noche y la cena del nuevo año concluyeron, con un fuerte
abrazo y un hasta pronto. Sólo hizo una breve referencia a su enfermedad (que
estaba algo mejor y que la iba llevando).
Desde Tribuna de periodistas, un sentido homenaje y
nuestro recuerdo. La crítica se enmudeció, y nosotros con la crítica.
Gustavo Contarelli