Sin dudas, el peronismo ha
sido la bisagra política, social y cultural de la Argentina. Luego de a muerte
del Gral. Juan D. Perón, todos los dirigentes justicialistas, salvo alguna honrosa
excepción como el Dr. Italo Luder, han tratado de adueñarse del Partido
Justicialista.
La mejor prueba de ello es la actual situación del justicialismo y la
eterna lucha de distintos sectores, y todos, absolutamente todos,
permanentemente han invocado al General, "Evita" y la marcha peronista para tratar
de demostrar quién es el más justicialista, hasta que apareció Néstor Kirchner,
quien hizo todo lo contrario a sus antecesores.
Una de las características de los “peronistas de Perón” es responder
sistemáticamente a alguna crítica de cualquier gobierno Justicialista desde
Isabel Martínez de Perón en adelante con una frase ya emblemática: “Ah nooo…
pero eso no es peronismo…” entonces, ahí comienza la discusión, ¿Cuál es el
verdadero peronismo?
Evidentemente, quien mejor
interpreta la filosofía, y en especial la metodología del viejo líder es,
curiosamente, quien menos lo invoca: Néstor Kirchner.
Veamos entonces algunas
comparaciones entre aquel justicialismo de los 50 y el actual, que más allá de
estar en un contexto económico internacional favorable a nuestro país muy
similar, demuestran que el kirchnerismo es su más puro representante.
Podríamos comenzar por las
características que inspiraron y luego fomentaron, aún más, aquel peronismo y
este.
El peronismo se gestó,
básicamente, agitando fantasmas, utilizando la vieja metodología anarquista
invocando el “ellos o nosotros”, generando y fomentando el odio entre clases,
odios y resentimientos; exactamente lo mismo que comenzó haciendo Néstor
Kirchner y hoy profundiza Cristina Fernández.
Casualmente, perón siempre
se manifestó en contra de la oligarquía y el sector agropecuario, de la misma
manera que hoy lo hacen los Kirchner.
Un punto fundamental fue
lo que el Gral. denominó como la columna vertebral del justicialismo, que es el
sindicalismo. No hay dudas que desde el comienzo, las organizaciones obreras
fueron el sustento y el eje del partido. Hoy, Kirchner, cuenta con el apoyo
incondicional de Hugo Moyano, quien, como quedó demostrado, no tiene ningún
problema en obedecer órdenes y cargar gente en los micros para trasladarlos a
los actos o ir a apretar a quienes se interpongan en el camino del gobierno.
Otro factor fundamental en
la época del Gral. eran las Unidades Básicas, donde se reclutaban afiliados que
luego, de una manera u otra recibían algún beneficio. Hoy esa misma metodología
la podemos ver con las Organizaciones Sociales y Populares; dos fieles
exponentes de ello son Luis D`Elía y Emilio Pérsico, quienes al igual que Moyano cumplen con
la función de llevar gente a los actos y apretar a los “enemigos”, tal cual se
hacía durante la primera época de Perón.
Una característica no
menos importante es la utilización de los Montoneros y algunos grupos de
izquierda. Perón, en sus comienzos, absorbió a muchísimos dirigentes de
izquierda, y lo mismo hizo Kirchner. En cuanto a los Montoneros, todos sabemos
que en sus comienzos respondían a Perón, y ellos mismos se autodenominan
“peronistas de ultra izquierda”. No es necesario aclarar que más allá de que hoy
se reivindique el accionar del terrorismo ejercido por los montoneros, muchos de
aquellos dirigentes forman parte del gobierno.
Una mención especial
merece la participación de Cristina Fernández. Sería inútil tratar de explicar
el rol protagónico que tuvieron en la vida política de Perón Evita e Isabelita.
La primera, sin dudas, fue
quien lo apuntaló, y podríamos decir sin temor a equivocarnos, le gestora de
gran parte de su éxito. Isabelita, en cambio, fue todo lo contrario; un
personaje netamente decorativo que se encontró con la presidencia de la
Argentina solo por ser la esposa de Perón, dando una lastimosa imagen y
ejerciendo un gobierno “fantasma”. Y aquí la coincidencia es fenomenal, puesto
que Cristina pretende ser Evita, pero termina dando la misma imagen que Isabel.
En el aspecto político,
también encontramos varias similitudes, por ejemplo, una de las constantes de
los gobiernos de Perón fue el control de precios; y esta es, hasta el momento la
única Política de Estado ejercida por el Frente Para la Victoria.
Lógicamente, las
consecuencias son las mismas, la inflación. No nos olvidemos que los índices
reales de inflación de los últimos dos años son lejos los más altos de la última
década y media.
Pero si de controlar se
trata, la lista sería interminable, donde sobresale el control de los medios de
difusión, aunque el mecanismo sea distinto.
En todos los gobiernos de
Perón todos los medios fueron intervenidos, censurados o clausurados. Hoy, el
sistema es sencillamente extorsionar a través de la "pauta oficial".
Estas acciones no son
fruto de la casualidad ni mucho menos, sino la resultante de una misma
concepción metodológica.
Perón era, políticamente,
autoritario, quien no estaba con él era decididamente un enemigo, y trataba por
todos los medios de destruirlo. En lo económico, totalitarista, ya que aspiraba
a manejar y controlar la economía a través del Estado. Por último, en el plano
social, populista y demagogo, tratando de conformar al pueblo con gestos
superficiales. Exactamente lo mismo hace el Frente Para la Victoria.
Sin embargo, la
característica más palpable, especialmente en los últimos tiempos, es la de
estar permanentemente en campaña, realizando actos a lo largo y a lo ancho del
país, y no perder la oportunidad de estar en contacto con el pueblo y publicitar
cualquier obra como si fuese un logro extraordinario, método que tanto Néstor
como Cristina siguen a la perfección.
Un párrafo aparte merecen
los actos y las movilizaciones, teniendo que demostrar permanentemente el apoyo
popular.
En definitiva, el
peronismo siempre utilizó a las clases más humildes para conseguir votos, y la
prueba más contundente de ello es una frase que dice: “Perón, ponía el guiño
para la izquierda, pero siempre doblaba para la derecha”, y ese debe ser, sin
dudas, el parecido más significativo entre el “peronismo de Perón” y el
peronismo de Kirchner.
Pablo Dócimo