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De estatuas y zonceras

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CÓMO ORQUESTAR UNA NOMENCLATURA A MEDIDA
CÓMO ORQUESTAR UNA NOMENCLATURA A MEDIDA

Quienes caminan por las calles porteñas y ven a su alrededor, no suelen preguntar el por qué de esa estatua; el por qué de aquella calle; por qué éste sujeto es considerado héroe y no aquél; por qué este personaje destacado está ubicado en una zona central y aquél otro, muy alejado, casi olvidado.

 

En un intento de “dezonzamiento” advierte Raúl Scalabrini Ortiz que “Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran”.

La nomenclatura catastral no es inocente, no está sujeta al azar.

Es funcional al poder de turno.

Un sujeto determinado puede tener su monumento pero la inscripción no condice con su gesta o se la deforma o narra algunas cosas y oculta otras.
Hoy, esta cuestión no pasa inadvertida para algunos ciudadanos. Tan es así, que hace un mes, en el barrio de Floresta, se llevó a cabo un escrutinio para votar por el cambio de nombre de la Plaza Ramón L. Falcón (el 1ro. de mayo de 1909, el coronel Falcón, jefe de policía, atacó impunemente, en Plaza Lorea, a una asamblea obrera que solicitaba una jornada laboral de ocho horas. Resultado: más de 4 muertos y muchísimos heridos). Ganó en la votación la denominación:  Ernesto "Che" Guevara.  Un lobby-periodista dice por radio “quieren cambiar un asesino por otro asesino”.
La elección de los personajes destacados, monumentos y calles es ideológica. Obedece a las ideas de la clase\ engrupo\ superestructura\ intelligentzia dominante, que son justamente los que tienen, y a veces detentan, el poder.

Ya el escritor Ricardo Rojas manifiesta su pensar al mencionar a la “pedagogía de las estatuas” como una forma más de proyectar una ideología de dominación.

Así, los “organizadores del saber nacional”agradecen” las luchas de personajes como Felipe Varela y  “El Chacho” Peñaloza: sin estatuas.
Por el contrario, se eleva hacia los cielos el monumento a George Canning, quien tuvo hasta hace unos años una calle y una estación de subte. Dicho monumento se encuentra en la Plaza Británica, junto a la Torre de los Ingleses, en Retiro.
Raúl Scalabrini Ortiz y la agrupación FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) lanzan, en su momento, un volante de réplica contra el monumento:  “Bajo la inspiración de Canning, la diplomacia inglesa nos segregó la Banda oriental y el Alto Perú. Los financieros ingleses Baring Brothers nos endeudaron sin arriesgar capitales. Los comerciantes ingleses se apoderaron del manejo de la moneda, de la tierra y del comercio exterior. Cien años después, la obra de dominación ha quedado completada y perfeccionada. (...) Los designios de Canning se han cumplido. (...) ¡Por eso Canning tiene su estatua en Buenos Aires! (...) CIUDADANO: Reflexione que tal esclavización de un pueblo -típico de toda política imperialista, cualquiera sea su bandera- operada arteramente durante un siglo por Gran Bretaña, sólo ha sido posible por la permanente y traidora entrega del país, realizada por nuestra oligarquía. En consecuencia, nuestra lucha de argentinos debe ser doble: contra el enemigo extranjero que invade y contra el enemigo de adentro que entrega. Y mientras el fascismo intenta la sustitución del coloniaje británico por el de otras potencias, y el marxismo trabaja por destruir la Revolución Nacional, las direcciones de la Unión Cívica Radical, empecinadas en su oportunismo electoralista, se oponen a la línea de intransigencia y de lucha argentina.

F.O.R.J.A., expresión auténtica de la Unión Cívica Radical, desde su invariable posición de combate, concita al pueblo para la reconquista y defensa de su soberanía.  Año 1937”

Es una pena que los escritores locales dedicados a la New Age y a las profecías no se detuvieran en este diplomático inglés que profetiza que “las colonias españolas serán libres y si nosotros manejamos nuestros negocios con habilidad, serán inglesas”. 

 

DOS PARADIGMAS DE LA PEDAGOGÍA DE LAS ESTATUAS
MANUEL CRÍSPULO BERNABÉ DORREGO


Desde joven participó en las luchas populares. Así lo hizo en 1810, cuando estudiaba abogacía en Santiago de Chile. Lucha por la revolución. Le otorgan la “Medalla al Primer Defensor de Chile”.
Más adelante, acompaña a Juan Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta.
Se opone a Juan Martín de Pueyrredón (especialmente porque éste permite la intromisión de los portugueses a la Banda Oriental para eliminar a Artigas)  y a Manuel J. García y, apoya las ideas de José Artigas.
En 1816, es desterrado.
Caído el Directorio regresa en 1820.
Se desempeña como gobernador interino.
Enfrenta a los caudillos del litoral, que casi siempre ambiguos pactan con la oligarquía porteña y traicionan a Artigas.

En 1821, Martín Rodríguez asume el Gobierno y lo destierra nuevamente.

Regresa dos años después.
Es designado diputado de la legislatura bonaerense.

En 1826, apoyado por Juan Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, es representante ante la Convención Constituyente.  Allí lucha contra el voto calificado y defiende la autonomía federal y la organización del país como Confederación.

Ese mismo año, funda el periódico  “EL TRIBUNO”. Desde el primer número será duro con los poderosos de la época: “No os azoréis, aristócratas, por esta aparición. El nombre con que sale a luz este periódico sólo puede ser temible para los que se grasan con las substancias de los pueblos, para los que hacen tráfico vergonzoso defraudándolo en el goce de sus intereses más caros, para los que todo lo refieren a sus miras ambiciosas y engrandecimiento personal”.
En sus escritos acusa a Rivadavia de negocios espúreos y califica de ladrón al poeta Juan Cruz Varela (le dedica este cielito: “Voy a cantar un cielito pero de última invención, el cual tiene por objeto retratar cierto ladrón”). 

Un año después, es elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires por la Junta de Representantes. Se lo recordará como el “Coronel del pueblo”.

Su base está en los sectores populares (“la plebe”, “la gentuza”) de Buenos Aires y los estancieros federales de la Provincia de Buenos Aires.

Fija precios máximos para el pan y la carne; y defiende al gaucho y a la familia campesina.

Enfrenta a Bernardino Rivadavia, presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, desde 1826, acusándolo de una asociación ilícita con una sociedad inglesa para explotar minas de oro y plata en las mencionadas provincias.
Debido a presiones internas y a falta de apoyo financiero “acepta” la paz con el Brasil y la consiguiente independencia de la Banda Oriental.
En 1828, se levantan contra Dorrego sus jefes militares (Lavalle, Paz, Cruz, Alvear, Brown).
Abandona la ciudad para buscar apoyo en las fuerzas rosistas para intentar una defensa.  No se ponen de acuerdo. Rosas se va para Santa Fe y Dorrego para el lado de Lobos.

Mientras tanto, Agüero, en Buenos Aires, “inventa” una elección, y Lavalle es elegido gobernador.
El 9 de diciembre de 1828, Dorrego es derrotado y se lo aprisiona.

El grupo rivadaviano decide su fusilamiento.

Un cielito unitario canta el sentir de los vencedores:

“La gente baja ya no domina y a la cocina se volverá”.

El 13 de diciembre de 1828, en Navarro, por orden del general Juan Lavalle, Dorrego es fusilado sin juicio previo.

Su afrenta. Su defensa de los “descamisados”, su apoyo a los gauchos y los negros será “recordado” por sus vencedores... por lo menos en una calle, un monumento y una plaza..

Es así, que la avenida Dorrego está alejada del Centro. Su apellido “Dorrego” se usa para reemplazar la calle Chacarita. Si uno se atiene al simbolismo diría que nace en el lugar de los muertos, cercana al cementerio.

Si se es muy puntilloso y mal pensado se observará que su monumento esta colocado en Suipacha y Viamonte. Es pleno Centro, pero un lugar no grato a los porteños como es la entrada a la DGI (Dirección General Impositiva).
La inscripción que lleva su monumento desvirtúa su lucha al expresar: “Combatió al caudillismo separatista y anárquico”.  Asimismo, valora que logra la paz con el Brasil y funda la nación uruguaya.

Una deformación de la realidad ya que Dorrego como gobernador, logró el apoyo de los caudillos para organizar el país. La paz con Brasil y el reconocimiento de Uruguay debió aceptarlos a disgusto por la presión inglesa, ya que el Banco Nacional le niega fondos para proseguir la guerra.

Por otro lado, tildar al caudillismo como “separatista y anárquico” es emitir una opinión ideológica y poco objetiva para que aparezca inscripta en un monumento público... salvo que se tenga presente la ecuación historia = política e historia oficial = ”la escriben los que ganan”.

La Plaza Dorrego, ubicada entre Humberto I, Anselmo Aieta, Bethlem y Defensa, fue visitada un día laborable por este columnista  en busca de datos interesantes para su artículo. La sorpresa fue enorme. Estaba cubierta con mesas, sombrillas y sillas que pertenecen a los diversas parrillas, bares y restaurantes que rodean el lugar. En las esquinas, atractivas promotoras entregaban volantes con la propuesta “Almorzá al aire libre”.(“Enjoy  a delicious outdoor meal”). Efectivamente, sobre la Plaza había muchos turistas tomando un refrigerio y almorzando.

No se observan bancos para el uso público.
Posee: un mástil central bastante modesto con una bandera argentina descolorida; varios faroles de tipo colonial; un aljibe de cemento (cubierto con sillas y sombrillas); un árbol añoso, sin ninguna placa explicativa, rodeado de rejas. En uno de sus laterales, sobre Bethlem, un árbol tiene a sus pies una placa recordatoria en homenaje a la  Adelina Noemí Gargiulo, artesana desaparecida en 1976, por la tristemente célebre Junta Militar.

Finalmente, sobre Humberto I, hay una placa de bronce que dice:

“PLAZA CORONEL DORREGO. LUGAR TRADICIONAL, EN OTRAS ÉPOCAS LLAMADO EL ALTO DE SAN PEDRO DE LA RESIDENCIA Y DEL COMERCIO, FUE ANTIGUA PARADA DE CARRETAS”.

Muy informativo, o no tanto. Un extranjero o un argentino desinformado puede desconocer la gesta de Dorrego. De su obra, de su gobierno, de su muerte en manos de Lavalle, ni una sola línea.

Para completar la información catastral, se dirá que esta plaza se funda en 1856. Es la segunda más antigua de la Ciudad. Originalmente se la conoció como ALTO DE LAS CARRETAS, pues en ese lugar se detenían las carretas que llegaban desde el Riachuelo. Luego, mutó a PLAZA de la  RESIDENCIA. En 1820, fue PLAZA del COMERCIO, ya que funcionaba allí el segundo centro comercial de la Ciudad. Finalmente, en 1905 se la denomina PLAZA CORONEL MANUEL DORREGO.

En su superficie contuvo, por más de 20 años, al monumento CANTO AL TRABAJO, que era tan grande que ocupaba casi toda la Plaza. Dicho monumento se trasladó luego a Paseo Colón e Independencia.

En 1978, se la declaró Monumento Nacional, conmemorando que allí

los porteños reafirmaron el juramento de la Independencia el 13 de septiembre de 1816, un mes después del Congreso de Tucumán.

Desde hace 30 años, es centro de la famosa Feria de San Telmo.

 

PLAZA MISERERE o PLAZA ONCE

Hacia 1756,  Antonio González Uría, apodado “Miserere”, compra unos terrenos a las autoridades eclesiásticas, ubicados en la prolongación de la calle Torres (hoy, Avenida Rivadavia).
Luego, incorpora otros terrenos y organiza diversas actividades comerciales como pulpería y ganadería.
Estos lotes quedaban aproximadamente a veinte cuadras del Centro, en plena zona rural.

El 2 de diciembre de 1775, el Cabildo decide cerrar todos los corrales particulares en que se encerraba ganado para el abasto y habilitar sólo espacios oficiales para la faena de la hacienda vacuna.  Así nace el Corral de Carricaburu  o Corrales del Medio o Corrales del Centro, 

(ubicado entre las actuales calles Corrientes, Paso, Ecuador y Rivadavia). Al vecindario de estos corrales se les conocía como “los de Miserere”.

Hacia 1822, en dicho lugar se organiza el Mercado del Oeste, hacia donde debían converger las carretas provenientes del norte y oeste del país para descargar y comercializar mercaderías.
En 1850, es conocida como Plaza del Mercado del Oeste.

En 1852,  en Caseros, un frente de tres sectores, unidos por motivos diferentes, se unen y derrotan a Juan Manuel de Rosas. El triunfador, Justo José de Urquiza, intentará reorganizar el país, nacionalizar la Aduana centralizada y doblegar el poder de los comerciantes y estancieros bonaerenses.

Designa como gobernador interino de la provincia a Vicente López y Planes y convoca a elecciones para la legislatura bonaerense.

El 31 de mayo de 1852, con el Acuerdo firmado por los gobernadores en San Nicolás, Urquiza obtiene el consenso necesario para convocar  a un congreso constituyente y para ser designado Director Provisorio de la Confederación Argentina.
Buenos Aires pierde su monopolio sobre la Aduana.
Las fuerzas porteñas se reorganizan: los liberales Bartolomé Mitre,  Valentín Alsina y Domingo Faustino Sarmiento reciben el apoyo de antiguos rosistas como Anchorena, Vélez Sársfield, Lorenzo Torres y Rufino de Elizalde.

En las Sesiones de Junio, el Acuerdo es impugnado -entre otros- por Vélez Sársfield y Mitre.
La presión porteña es enorme contra Urquiza. Aquí no se habla de patria sino de intereses comerciales.
Mitre, convertido en el líder de la oposición porteña, rechaza el Acuerdo de San Nicolás. Urquiza se indigna y cierra la Legislatura. Asume el gobierno de la provincia y destierra a varios opositores del ala liberal.
Urquiza promueve nuevas medidas para terminar con el monopolio portuario de Buenos Aires  Destina una parte de los ingresos de las aduanas exteriores a la atención de las necesidades financieras de las provincias.

La reacción porteña no se hace esperar. Los partidarios de Mitre y Alsina conspiran contra Urquiza. Así, una alianza rosista-mitrista da el golpe el 11 de septiembre de 1852. Como gesto simbólico, se abrazan dos íconos políticos opositores: el rosista Lorenzo Torres y el mitrista Valentín Alsina.
Este abrazo pasará a la historia como el Abrazo del Coliseo, ya que tuvo lugar en el Teatro Coliseo.

Así, mientras en Santa Fe se discutía la Constitución, Buenos Aires se separaba de la Confederación.

La oligarquía porteña, formada por los comerciantes y ganaderos, materializará su triunfo para recordar ese momento histórico en la  Plaza Miserere, llamándola Plaza Once, con un monumento central dedicado a Rivadavia, que tiene inscripto en una de sus paredes: “Al más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”. Está rodeada por las calles: Rivadavia, Mitre y Pueyrredón  “vigiladas” de cerca por Sarmiento, Viamonte y Lavalle.

Se aclara para los distraídos:

Bernardino Rivadavia: defensor acérrimo de la burguesía comercial porteña: entrega del mercado interno a los ingleses; monopolio aduanero; gestor principal del empréstito nacional con la Banca inglesa Baring Brothers.

Bartolomé Mitre: en una de sus “ARENGAS” consideró a  Rivadavia como “el más grande hombre civil de los argentinos”. Con su política consolidó el poderío de la oligarquía porteña; reprimió y avasalló al interior y al Paraguay; dio su apoyo total a los ingleses.

Juan Martín de Pueyrredón: tuvo un inicio promisorio en la historia argentina al luchar contra las tropas inglesas en 1806. Luego, integró el primer Triunvirato, gobierno que representa los intereses de la burguesía comercial porteña.
Domingo F. Sarmiento: considera que civilizar es desnacionalizar, implantando lo europeo en desmedro de lo local. Odia al gaucho, al indio, al negro y al judío.

Juan José Viamonte: contrario al plan revolucionario de Mariano Moreno.

Juan Lavalle: mano ejecutora del fusilamiento de Dorrego y amigo del enemigo francés.


Néstor Genta

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1 comentario Dejá tu comentario

  1. Hay un error grave en el texto: el concepto "la pedagogía de las estatuas" de Ricardo Rojas no está usado como "una forma más de proyectar una ideología de dominación": Pertenece al escrito "La restauración nacionalista", de 1909, y aparece en un contexto completamente distinto. Hay que informarse mejor, porque ese dato desvirtúa la realidad. Gracias.

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