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EL DISPARATE DEL TREN BALA

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¿NEGOCIO PARA QUIÉN?
¿NEGOCIO PARA QUIÉN?

    Es evidente que el conflicto del campo está ocupando no sólo las páginas de todos los diarios del país y la mayor cantidad de espacio tanto en medios radiales como televisivos y digitales.
    Esta novela del conflicto campo-gobierno, a la que podríamos titular como La historia sin fin, hace que desaparezcan, por lo menos de las primeras planas, otros temas realmente importantes como la inseguridad, inflación, falta de inversiones, crecimiento de la deuda externa, la venta de bonos a Hugo Chávez —a un interés usurario del 13% anual, cuando el FMI cobra menos del 5%— y tantos temas más. Uno de ellos, que seguramente tomará relevancia en el futuro, es la fabricación del "tren de alta velocidad".
    Este proyecto, que cuenta con la desaprobación de gran parte de la opinión pública y absolutamente todo el arco político, salvo representantes del Frente Para la Victoria, que una vez más se desesperan por tratar de defender y justificar lo que es técnicamente indefendible e injustificable, seguramente será motivo de interminables debates; aunque, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que estamos en presencia de lo que podríamos denominar como la muestra más palpable de lo parecidos que son los Kirchner con Carlos Menem.
    Uno de los puntos sobresalientes de este proyecto, es que  existen algunas "irregularidades" en la empresa francesa Alstom, que lidera el consorcio Velexia, el cual será el encargado de realizar el proyecto ferroviario.
    Alstom es investigada en Europa por supuestos sobornos pagados en Venezuela, Brasil y el continente asiático por 200 millones de dólares, y hace tres años estaba en quiebra y fue salvada por el presidente francés Nicolás Sarkozy.
    Pero más allá de este dato “técnico”, al que podríamos agregar que además aumenta la deuda externa, ya que una gran parte la financia el Banco Societé Generale de Francia, existen otros factores que demuestran que este proyecto es realmente un disparate por donde se lo mire, factores que podríamos denominar como "sociales", puesto que para comenzar, no es el mejor ejemplo de redistribución de la riqueza, ya que hay otras prioridades como la de arreglar los servicios ferroviarios "comunes" que unen la Capital Federal con el Gran Buenos Aires, o el sistema de cargas, que aliviaría de forma sustancial el transporte terrestre de productos desde el interior además de disminuir sensiblemente el costo.


Algunos datos interesantes

    Este tren de “alta velocidad” desarrollará una aceleración aproximada de 320 kilómetros por hora, para lo que se deberán construir 1.000 Km de vías que sólo podrá usar esta formación, ya que no sirve para los trenes comunes, sólo para transportar pasajeros.
    El costo estimado es de, por lo menos,  4.500 millones de dólares.
    Un pasaje costaría entre 500 y 600 pesos, inaccesible para la mayoría de la gente.
    Sólo comunicaría 3 ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba). No comunica distintas zonas del país ni resuelve el problema de los pueblos que están incomunicados.
    Además, nos hace depender de la tecnología francesa, ya que este tipo de trenes no han funcionado en ningún otro país fuera de Europa porque necesitan desarrollos tecnológicos muy complejos con los que nuestro país no cuenta para su mantenimiento. Obviamente, de ninguna manera reimpulsa la industria ferroviaria nacional.


¿Por qué es un disparate?

    Con 3.000 millones de dólares —1.500 millones de dólares menos que para el tren "bala"— se podrían reconstruir 18.000 Km. de vías a nuevo, 7.000 Km. de vías para trenes de pasajeros y de carga y 11.000 más sólo para trenes de carga, que funcionarían con 300 locomotoras, 900 coches de pasajeros y 15.000 vagones para carga, a una velocidad de 120 Km. por hora (tres veces el promedio de velocidad actual).
    Los pasajes costarían varias veces menos de lo que cuesta actualmente un pasaje en micro, y además, el servicio ferroviario llegaría a todas las zonas del país (Noroeste, Noreste, Cuyo, Centro y Patagonia), a todas las grandes ciudades, y a cientos de pueblos que volverían a conectarse con estas grandes ciudades, bajando costos de transporte y reactivando las economías regionales.
    Otro dato importante es que se utilizaría tecnología nacional y del Mercosur, al alcance de las capacidades de nuestro país, lo que impulsaría la industria ferroviaria nacional con la construcción de vagones, el ensamble de locomotoras y la producción de repuestos, generando trabajo.
    Por último, la obra podría ser financiada por el Banco Central, ya que según el mismo gobierno, tiene reservas por 50.000 millones de dólares, es decir que se puede hacer sin aumentar ni un centavo la deuda externa.
    Como se podrá apreciar, estos no son datos subjetivos, sino que muy por el contrario son cifras reales y contundentes y que muy difícilmente puedan refutarse, incluso las connotaciones sociales del proyecto, puesto que como se demuestra, con menos inversión, se podrían realizar obras mucho más eficaces y útiles en todo sentido.
    Es llamativo que el gobierno no se de cuenta de tan grosero error, a lo que caben sólo dos conclusiones: ho hay "incapacidad" o hay "negligencia", aunque pensándolo un poco, creo, en lo personal, que es algo peor aún, y es la suma de las dos cosas.

 

Pablo Dócimo

 

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