El gobierno continúa con su tesitura de
transformar la realidad mediante el manejo discrecional de las estadísticas.
Cuando la suba de los precios de los commodities era
favorable porque le arrimaba recursos al Tesoro, no generaban inflación y
tampoco distorsionaban las estadísticas.
Ahora cuando ese alza de precios deja de arrimar recursos al
Fisco, los commodities generan inflación y por lo tanto no se adecuan a
las ilusorias estadísticas oficiales.
Pero contrariamente a la posición oficial, el alza de las
materias primas tiene un rasgo claramente especulativo y ello provocará un
efecto recesivo más que un daño inflacionario.
Un precio alto de las materias primas provocará un efecto
de desaliento en el consumo aunque en el caso de los alimentos podría ser menor.
Contrariamente a lo que sostiene la posición oficial, no
faltan alimentos en el mundo, sólo tienen precios elevados por la presencia
de especuladores y por las barreras arancelarias que imponen algunos países como
la Argentina y que generan irritación en todo el planeta frente al hambre que
sufren unas 1.000 millones de personas. La Argentina está en el blanco de todos
los organismos ecuménicos por el efecto que provocan las retenciones sobre el
precio de los alimentos.
Si la burbuja especulativa de los "hedge funds" se retira del
mercado de commodities, asistiremos en poco tiempo a un derrumbe de los
precios de los alimentos muy marcado, con consecuencias muy perjudiciales para
la economía argentina.
Así como en algún momento, se armó la burbuja en torno de las
compañías "puntocom", o como se fue creando en torno de las hipotecas en los
EE.UU., los fondos especulativos buscaran otra forma de apalancamiento y se
retirarán de los commodities.
La prolongación del conflicto con el sector rural y la
incertidumbre económica derivada de ella, impactarán en toda la actividad
económica. El mantenimiento de la resolución 125 significa el puntapié
inicial de un ciclo económico recesivo por la caída abrupta de la inversión.
Está claramente expuesto por el gobierno que la suba en las
retenciones tiene una necesidad fiscal imperiosa. Es como un respirador
artificial. Pero, ¿qué es lo que afecta este apretón impositivo? En primer
lugar, se verán afectados los consumos energéticos. Esto si bien impactará
reduciendo las necesidades de importación de combustibles, gas y gas-oil, al
mismo tiempo provocará una caída sistemática de la demanda agregada. Los precios
de los combustibles continuará elevados y en todo caso se acomodará la demanda
con los stock.
En segundo lugar, la retracción de la demanda llevará a una
abrupta caída de los niveles de inversión y de la mano de obra, lo que conducirá
también a una baja del consumo.
En tercer lugar, algo que ya viene verificándose, el menor
consumo, inversión y exportaciones, traerá consigo una reducción de los ingresos
públicos, ante un gasto público creciente.
Todo esto lleva inexorablemente a la reaparición del
déficit fiscal y un aumento de las necesidades de financiamiento para garantizar
el repago de la deuda pública.
Esto se ve reflejado en el nivel del índice de Riesgo
País que ya supera los 650 puntos básicos, lo cual revela no sólo el diferencial
de tasas respecto de los bonos del Tesoro de los EE.UU. sino también las
dificultades que encuentra el país para hacer frente al pago de la deuda
pública.
¿Cuánto le cuesta al país mantener tamaña tozudez? Es difícil
medirlo pero de acuerdo con estimaciones privadas, el abrupto freno de la
actividad económica desde marzo se comerá unos 4 puntos del producto, hacia fin
de año.
El conflicto rural es la bisagra de un modelo que navega al
garete y comienza a naufragar. Si se resuelve en favor de la inversión se
podrá estabilizar una economía que presenta daños concretos pero que con el
tiempo podrá reponerse, no sin costos y ajustes. Si se resuelve en favor de la
apetencia fiscal, las consecuencias serán pérdidas multimillonarias y una
ruptura del tejido social difícil de reparar en el corto plazo.
Miguel Ángel Rouco
DyN