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LA ARGENTINA, LOS KIRCHNER Y UNA BOMBA DE TIEMPO
LA ARGENTINA, LOS KIRCHNER Y UNA BOMBA DE TIEMPO

Obviamente

    Obviamente, había que decir algo. Como es su costumbre, el gobierno nacional del binomio K-K salió al cruce de las críticas formuladas el lunes 25/8, por el Banco Central español acerca de los riesgos de invertir en la Argentina como anteriormente hicieran lo propio con el FMI. Esta vez fue el turno del dueto conformado por el ministro de Economía Carlos Fernández-Martín Redrado, este último titular del Banco Central. Los dos destacaron la “solidez” de la economía nacional. “En este sentido, Fernández ponderó las políticas que se impulsaron en los últimos 5 años, sustentadas en un 'fuerte crecimiento con inclusión social'. Además resaltó la "reducción sostenida del peso de la deuda (pública) que en la actualidad se ubica en torno al 53% del Producto Bruto Interno (PBI) frente al 140% que registraba en 2003. Será vital para nuestro futuro que se mantengan estas políticas, con un criterio definido sobre la promoción de inversiones y un programa de apoyo a las políticas regionales”, según un despacho de Urgente 24.
    Una semana después, la sensación imperante es de estupor, desasosiego y profunda incertidumbre. Los demonios, que se creían y exorcizados definitivamente, del miedo al futuro económico, han retornado con todo su infernal fulgor. En todos los sectores, altos, medios y bajos, son cotidianas palabras como recesión, hiperinflación, default y estallido social. Prácticamente, no existe casi ningún habitante de esta nación que no se refiera al temor frente al futuro inmediato. Quienes no ven salida, ya están preparando el terreno como para enfilar a Ezeiza rumbo al autoexilio al Viejo Continente.
    “Me querían aumentaron el alquiler de $450 a $1000, no puedo solventar semejante diferencia. Estoy separada y me mato laburando y dejo a mis dos hijos al cuidado de mis viejos, no puedo más, así que el 16 de este mes me voy a Italia, a probar mejor suerte”, esto decía Paula, en el Parque Lezama, en una tarde de domingo casi primaveral. Como ella, miles de argentinos, que cansados de yugarla, optan por emprender el camino inverso de sus abuelos y bisabuelos a comienzo del siglo XX.
    Pero desde intramuros de la Quinta de Olivos y la Casa Rosada, todo transcurre igual. El flamante jefe de Gabinete Sergio Massa prosigue más pintado que cuadro de Picasso, solo como Hitler en el barrio de Once frente a un Guillermo Moreno exultante, que se da el lujo de burlarse hasta de la inflación. Y de hacer gala de su virilidad, como se explicitó el sábado por la noche en TVR, al demostrar cómo el mandamás de Comercio enfrenta a propios y extraños alegando que él “la tiene más grande”.
    Ante tanta sinrazón, desidia y burla sistemática a la inteligencia, procurar un poco de sensatez es una tarea titánica que muchos no se atreven a emprender. Y tampoco, a pensar la manera de solucionar semejante desmadre.


Quiebre de la razón

    Si según la filosofía griega el término crisis significaba “quiebre del corazón”, es imprescindible encontrar un término exacto que defina, que englobe mejor dicho, el estado de cosas imperante. Ante la neta imposibilidad, es preciso apelar a un término gráfico, que aunque sea se aproxime. Y hurgando en el desván informativo reciente, se asiste a una impresionante y acertada visión de la actualidad. En el sitio El Ojo digital, Matías Ruiz descarnadamente ilustra sobre el particular: “Antes bien (los Kirchner), optarán por la salida. Y aún resta comprobar la hipótesis sutilmente sugerida por Laborda, en relación al infante que no puede componer el juguete roto y termina saltando sobre él, haciéndolo volar en pedazos. Del mismo modo en que Hans Grüber elige desvanecerse del Nakatomi Plaza en Duro de Matar: 'Cuando uno vuela un edificio con explosivos, nadie se preocupa por contar los cadáveres ni por ver quién se ha escapado con el botín'".
    Estupendo por donde se lo mire. Pues la Argentina se asemeja a un edificio tomado por una banda de delirantes, los secuaces del mencionado Hans Grüber. Un perverso transformista ideológico que posa ante las cámaras como un combatiente por la libertad, pero cuando estas se apagan, lo que queda es un vulgar ladrón.
    “Durante el día simulamos que peleamos, para poder luego a la noche robar juntos”, le dijo una vez el embajador alemán en Ankara, Turquía, Franz Von Papen, al futuro Juan XXIII, Ángelo Roncalli, cuándo éste era nuncio apostólico allí. Durante el día, quienes nos maltratan desde arriba simulan ser progresistas observantes de los derechos humanos fundamentales, para luego poder en la nocturnidad mostrarse como expertos en el arte de arrugar. Jorge Asís dixit.
    Mientras transcurren las turbias aguas de la iracundia, Néstor Kirchner deshoja margaritas con la mira puesta en las elecciones legislativas del 2009, al punto que una vez más defenestra a Julio Cobos y estigmatiza a Eduardo Duhalde, al tiempo que hace vudú en un muñeco que representa a Mauricio Macri.
    Y desde la noche de los tiempos, el fantasma de Cicerón se yergue una vez más, sentenciando hasta el infinito: “Catilina, ¿hasta cuándo vas a abusar de nuestra paciencia?”

 

Fernando Paolella

 

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