Se dice que, en cierta oportunidad, en Zaytun, Egipto, hubo una aparición de la “madre de Dios”, y esto fue sobre la cúpula de un templo.

     ¿Cómo en Egipto? Se preguntará el lector. ¿Acaso no se ha dicho que estos milagros sólo ocurren en el ámbito del mundo cristiano, más precisamente entre los católicos? ¿Acaso en Egipto no se profesa la fe musulmana?

     Pero resulta que en Zaytun, un suburbio de El Cairo, existe la Iglesia copta, que si bien tiene su propio papa, se halla estrechamente ligada a la Iglesia Católica, Romana, y el templo allí existente se denomina Santa María de Zaytun.

     Fue allí donde el 2 de abril de 1968 apareció junto a la cúpula central, cierta figura blanca de una mujer. Al principio se creyó que se trataba de una monja y por temor a que cayera de esa altura se llamó a un equipo de rescate, más sorpresivamente dicha figura desapareció. Entonces enseguida comenzó a correr el rumor de que se trataba no de otra persona que de la Virgen María.

     Más tarde, el 9 de abril del mismo año, la aparición se “materializó” nuevamente, y a partir de esta nueva exhibición comenzó a verse con frecuencia y siempre en las horas de oscuridad. Este “milagro” se publicó en los periódicos egipcios y atrajo grandes muchedumbres. Esta figura que era muy resplandeciente fue vista durante los  meses de abril y mayo.

     En ocasiones la cúpula aparecía luminiscente, mientras que en otras oportunidades los rayos de luz se proyectaban desde lo alto del templo hasta el suelo.

     Al principio la figura apareció como si estuviera flotando en el aire por encima de la cúpula o delante de ella. A veces se movía sobre el techo del templo, más nunca expresó palabra alguna. En cierta oportunidad fue vista de madrugada,  para luego desvanecerse y reaparecer más tarde y permanecer durante una hora más hasta el comienzo de la aurora, ante una enorme multitud.

     A veces hacía ondear la mano para bendecir a los asistentes.

     Estas apariciones, después de haberse hecho cada vez más esporádicas, cesaron en 1971.

     Desconozco la iglesia de Saytun, pero lo que más poderosamente me llama la atención, es que a lo largo de tres años a nadie se le haya ocurrido acceder al techo del templo para investigar de cerca este supuesto “fenómeno”.

     También desconozco si existe algún acceso hacia la cúpula desde el interior del templo, pero estimo que con un simple helicóptero se podía haber acercado cualquiera para ver de cerca la figura.

     Es de notar que e 1970, estábamos en plena era tecnológica. El hombre había llegado a la luna y por ello me extraña que no se haya revelado este “misterio” aunque más no fuera utilizando unos prismáticos.

     Puedo ofrecer múltiples explicaciones naturales del hecho sin necesidad alguna de caer en la creencia de un milagro, pues no creo en los prodigios.

     Pudo haberse tratado sólo de un truco bien montado para sorprender a los devotos y a toda persona supersticiosa. Pudo haber sido una persona de carne y hueso con vestimenta apropiada, quizás iluminada por algún poderoso reflector. ¿Quizás un acróbata disfrazado de Virgen María? ¡Todo puede ser! Su punto de apoyo situado al costado, delante o detrás de la cúpula pudo permanecer invisible fuera de la proyección del foco manejado por otra persona.

     También pudo haber sido una figura artificial de cartón o madera, una muñeca o maniquí vestido de María montado sobre un palo sostenido desde  abajo fuera del haz de luz que incidía sólo sobre la figura.

     Tampoco  es descartable que haya sido una proyección de rayo láser formando la imagen o... muchas cosas más, pero tenga el lector la absoluta certeza de que se trató de un truco, algo perfectamente natural.

     Vamos a retroceder en el tiempo y pasar ahora de Egipto a Portugal, más precisamente a la aldea de Fátima, donde ante tres pastorcitos llamados Jacinta, Francisco y Lucía, apareció repetidas veces la Madre de Jesucristo, esto fue en el año 1917. Se trata de una historia protagonizada por niños menores, de 6, 8 y  9 años, que lograron hacer creer en milagros a los mayores.

     Los tres niños eran analfabetos, criados en el catolicismo. En 1916, según la crónica, mientras jugaban en un lugar próximo a la denominada Cova de Iria, realizando al mismo tiempo sus tareas de pastores, vieron un “ángel” que se les apareció para anunciarles la venida de  la Virgen María. Esta aparición se formalizó en dos oportunidades más, manifestaron las criaturas. Pero también dijeron que el 13 de mayo de 1917, estando vigilando las ovejas en la misma Cova de Iria, habiéndose arrodillado a rezar vieron un gran relámpago que cruzó el cielo sin nubes. Las tres sintieron temor de que se desencadenara una tormenta y condujeron el rebaño hacia la cueva. Observaron un segundo relámpago y corrieron colina abajo, y al llegar al llano, Jacinta y Lucía vieron entre el follaje de un roble a una mujer deslumbrante por su hermosura, quien les dijo que venía del cielo y que su deseo era regresar a la Cova los días 13 de cada mes.

     Al poco tiempo se extendió por todo el pueblo la noticia del acontecimiento y los niños se convirtieron en  el centro de atención de aquellas gentes inflamadas de devoción.

     Al mes, esto fue el 13 de junio, por supuesto reapareció la Virgen en la Cova dicen los que escriben sobre el acontecimiento (narraron las criatura de 6, 8 y 9 años, digo yo, pues ningún curioso asistente al lugar ávido de contemplar la “santa”aparición vio ni oyó nada).

     No obstante, los pobladores de la villa continuaron dando crédito a las criaturas, pues allá, en la Cova, creyeron presenciar señales que confirmaban que algo sobrenatural estaba ocurriendo, ya que “la luz del sol se amortiguó y las ramas más altas del árbol permanecían  inclinadas a modo de un parasol, etc.” ¡Claro, hacia calor y las ramas y hojas de deshidrataban! ¡Pero los ojos de la fe pueden “ver” lo que otros no ven!

     La consecuencia de esto fue que todo el país se enteró de los acontecimientos tenidos por sobrenaturales.

     Cuando los pequeños regresaron a la Cova el 13 de Julio, se habían reunido en el lugar entre cuatro y cinco mil espectadores.

     Al aparecer la Virgen según dicen los textos (los niños narraron que apareció la imagen), les habló a los pequeños sin que nadie más viera u oyera nada, pero los fieles continuaron creyendo en las criaturas.

     La noticia que se difundió no especificaba que “las criaturas decían”, sino que “la Virgen había reaparecido y hablado” puesto que, el “ver para creer” de aquel Tomás del Evangelio no tiene importancia para el creyente de alma.

     Luego de la tercera “aparición” incluso el gobierno portugués, que era anticlerical, se sintió alarmado. Los pequeños fueron detenidos para que confesaran sus mentiras, y cuando el 13 de agosto acudió la multitud a la cova con la esperanza de que aun en ausencia de sus preferidos, la santa se manifestaría ante ellos, todo fue un fracaso para el ojo escéptico, pero no así para los fieles devotos de las fantasías infantiles: luego de escucharse un fuerte trueno  después de un relámpago, precisamente a la hora en que debía aparecer la madre de Cristo, una nube blanca se dibujó sobre el roble y permaneció allí un momento. Luego se perdió. ¡Era la  Virgen que se manifestó así a la muchedumbre! Pero... ¡Qué Virgen más mezquina, ésta la de Fátima, pues no gustó de presentarse en forma humana, con claridad con evidencia, ante tantos esperanzados fieles, sus devotos! (Habrá pensado más de uno de los asistentes).

     Pero, para la mayoría eso no importaba. Hubo una señal, un relámpago, un trueno y una nubecita y eso bastó. ¡La santa estuvo ahí!

     De nada valió la detención de los menores. El 13 de setiembre unos 30.000 peregrinos se amontonaban frente a la Cova de Iria. Llegaron los niños. Algunos presentes dijeron haber visto un globo de luz que se desplazaba. ¡Era la Virgen! Ahora en forma de globo. Pero esto no importa, los niños “sí la vieron” y esto bastaba, además... hubo una lluvia de pétalos blancos en la Cova y esto no podía ser más que ¡otro milagro!

     Mientras tanto la Virgen, preocupada por la guerra, le estaba dando mensajes a una criatura (Lucía) sobre la necesidad de un mayor número de oraciones para que el conflicto finalizara.

     Mientras en el mundo, “desde que fue mundo”, hubo millones de conflictos bélicos a lo largo de toda la historia, con sus tremendas consecuencias, y los hubo también por miles después de 1917, entre ellos “la reina de las guerras”, la Segunda Guerra Mundial, a esta Virgen sólo le preocupó la primera,  se lo dijo a una niña de 9 años en un punto insignificante del planeta mediante  un mensaje que no tuvo absolutamente ninguna trascendencia para los países beligerantes. ¡Lo lógico hubiese sido que apareciera, luego, en la década del ’40 ante el mismísimo Hitler, para iluminar al Führer con el fin de lograr la paz!

     Pero no importa, ingenuidad aparte, para los creyentes la Virgen habló en Fátima porque había guerra, y eso fue un mensaje del cielo al globo terráqueo “para toda la humanidad”, aunque en la China, el Japón, África, la India, Turquía, Australia, Alaska... nadie se había enterado de nada.

     Además, aquel memorable 13 de septiembre de 1917 la intrigante Virgen a quien le gustaba mantener ansiosos a sus adeptos y curiosos, prometió a su preferida Lucía un milagro en su próxima aparición, y eso para que todos los presentes se convirtieran.

     Y en efecto, la psicosis colectiva lo produjo y hasta hoy se comenta. Fue “fenomenal”, y hasta el mismo astro del día, nada menos que el sol un millón de veces mayor que la tierra, fue protagonista del prodigio. Un “fenómeno” en cierto modo semejante, por su magnitud, a aquel otro lejano episodio ocurrido durante la toma de “la tierra prometida” por parte del pueblo hebreo relatado en el texto bíblico, cuando su conductor reemplazante de Moisés, Josué, detuvo nada más ni nada menos que el curso del astro del día para prolongar la jornada en plena batalla.

     El prodigio de la Cova fue descrito como sigue:

     Llegado el esperado 13 de octubre, mientras llovía, una muchedumbre empapada, proveniente de “todo” Portugal (como se dijo) se había dado cita en la famosa Cova. El lugar estaba custodiado por tropa con el fin de revenir posibles disturbios, al mismo tiempo que algunos representantes del gobierno se hallaban también presentes como observadores. Un gran despliegue de reporteros de los principales periódicos cubría la faz informativa del esperado evento.

     ¡Y todo esto a causa de la simple fantasía de una niña de 9 años! Si la fe mueve montañas, la inventiva también.

     Se aproximaba el mediodía cuando los niños se hicieron presentes en la Cova. La multitud de peregrinos que asistió al lugar bajo una pertinaz lluvia era impresionante y se podían calcular unas setenta mil personas.

     Entonces, ante la expectativa general, Lucía, Jacinta y Francisco se arrodillaron frente al roble y comenzaron a orar.

     Luego Lucía pidió a los presentes que bajaran los paraguas y la acompañaran en sus rezos lo que todos acataron en el acto como una orden.

     A los pocos minutos, mientras la lluvia se fue transformando en una leve llovizna, los niños anunciaron que se aproximaba la Virgen.

     Entonces la visión, que nadie pudo ver con excepción de Lucía, le habló sólo a ella con una voz que ningún otro mortal pudo escuchar.

     En cumplimiento de lo prometido, comenzó por darse a conocer y explicar los motivos de su presencia manifestando que era Nuestra Señora del Rosario y que su deseo era que se construyera una capilla en su nombre en la Cova de Iria.

     (Nótese que la relación está hecha como si el que escribe fuese testigo del hecho, como si hubiese visto y oído todo. En esta forma de relatar coinciden todos los testigos, nadie aclara que el episodio ocurrió según se sabe por boca de la niña Lucía. Otro detalle llamativo es el petitorio de la Virgen para que le edifiquen una capilla en el lugar de su aparición).

     Algo similar aconteció en la localidad de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires, República Argentina en 1983. “Una Virgen que se le apareció a una tal Gladys, declaró su interés en ser considerada ‘Patrona de San Nicolás’ y ordenó que se le construyera un santuario” (Véase al respecto: Héctor Ruiz Núñez: La cara oculta de la Iglesia, Buenos Aires, Argentina, ed. La Urraca, 1990, pág. 62).

     Continuando con Fátima, una vez concluido su mensaje, la aparición predijo que la guerra mundial estaba a punto de finalizar y ofreció a los niños una seguidilla de visiones, para extender luego los brazos de los cuales partieron unos rayos luminosos.

     En ese preciso momento, Lucía presa del miedo, gritando en voz alta invitó a todos los presentes que dirigieran la vista hacia el sol. El formidable prodigio anunciado estaba por producirse.

     Debido a la densa nubosidad del día, el sol no había asomado en ningún momento; pero cuando la multitud miró en la dirección que indicaba Lucía, vio que entre las nubes partidas asomaba un gran disco plateado como flotando en el aire. La mayoría de los que observaron el fenómeno y que luego narraron el hecho, afirmaron que el disco de plata era realmente el sol.

     A pesar del brillo del disco, este no enceguecía a la multitud que lo observaba. Entonces ante la sorpresa de todos, el disco comenzó a moverse girado sobre si mismo mientras despedía unos rayos de colores en forma radial. A continuación el disco se detuvo en el aire para girar dos veces más antes de comenzar a caer zigzagueando. Ante el aumento de la temperatura que acompañó al fenómeno, el público sintió miedo, pues “parecía que se aproximaba el fin del mundo”. Pero el disco desbocado no alcanzó a estrellarse contra el suelo, sino que luego de detenerse bruscamente, retornó al cielo.

     “La tormenta se había disipado y el suelo lo mismo que las ropa de los presentes se habían secado”, se dijo en el relato.

     En una descripción hecha según testimonio del doctor Almeida Garrete, profesor de la Universidad de Coimbra, quien había presenciado de joven el “milagro”, se añade: “... De repente, un gran clamor, como de gritos de angustia, se levantó de la enorme multitud. El sol, conservando su velocidad de rotación, se descolgó del firmamento y, adquiriendo un color rojo sangre, se lanzó sobre la tierra amenazando con aplastar bajo el inmenso peso de su masa de fuego a todos los presentes”.

     Este fue el “milagro” prometido secretamente por la “Virgen del Rosario”  Lucía.

     Dos cosas influyeron para que algunos de los setenta mil espectadores creyeran en  el prodigio del disco rotatorio en su caída y posterior ascenso: la fantasía de la niña Lucía, y el ánimo de los creyentes más devotos predispuestos desde un mes antes a ver un milagro el día señalado. (Recuérdese que la mayoría creyó ver al mismo sol que danzaba).

     Por supuesto que lo vieron todos fue el sol, pero algunos fueron víctimas de una ilusión óptica provocada por las condiciones atmosféricas que reinaban en esos momentos. Es común que después de un chaparrón o una lluvia prolongada, cuando se abren parcialmente las nubes y asoma el sol, se produzcan efectos de ilusión óptica. El reflejo solar en las nubes, las distintas capas atmosféricas de diferente densidad, el  reflejo de las gotitas de agua que aún pueden caer en zonas adyacentes delante del sol, entre otros efectos, hacen que este astro aparente girar sobre sí mismo como si se tratara de un disco que aletea despidiendo rayos. Todas las miradas estaban fijas en el disco solar señalado por Lucía. Ese fijar la vista hizo que se viera lo que nunca existió, en virtud de una ilusión óptica, la misma diferencia de densidad de la cortina nubosa hizo que pareciera que un disco rojo se precipitaba encima de los espectadores. (En otras circunstancias esto no se “ve” porque el ánimo no se encuentra predispuesto para ello, y la expectativa  de ser testigo de algún notable prodigio se halla ausente). El calor experimentado en estas circunstancias es común luego de un chaparrón cuando el sol envía sus potentes rayos.

     No hubo ningún disco plateado luego rojo semejante a un OVNI (como también se dijo en comentarios muy posteriores) que haya danzado en el cielo para precipitarse hacia la tierra y elevare después. De haber sido el propio sol... ¡qué raro! ¡En el resto del mundo nadie se dio cuenta del prodigio de la danza solar! Los astrónomos y meteorólogos del mundo entero parecen haber estado en Babia en esos momentos.

     Por supuesto que si el Sol hubiese caído de esa manera, para elevarse al instante, ya no existiríamos en la tierra, ni la tierra misma arrasada por un cuerpo candente un millón de veces mayor que nuestro planeta.

     Por otra parte, si este artículo cayera en manos de algún astrónomo, quizás éste se reiría de mí a carcajadas por ocuparme de cosas tan pueriles de la fantasía popular que sólo se justificarían ante un niño de cinco años, pero sin embargo, hay adultos de cualquier edad que son capaces de creer estas cosas y muchas otras más fantásticas aún, sin analizarlas.

     La imaginación de unos niños incitó una vez más la natural predisposición del hombre hacia la credulidad proveniente del código genético del plan ídem, según el cual nos formamos, para crear un nuevo culto, el de “Nuestra Señora del Rosario de Fátima”.

     Ingredientes del “milagro”: gente aldeana, simple, católica, muy creyente y supersticiosa; fenómenos naturales observados en trance místico; criaturas fantasiosas de corte edad, y una gran difusión del pseudofenómeno.

Ladislao Vadas