Al habitual frenesí legislativo que ocurre
cada año, por estos días, el Congreso, con el empuje de la administración
oficial, desató su propia avalancha normativa, en muchos casos, sin pensar
siquiera en las consecuencias que pueden sucederse.
Desde la ley de estatización de los ahorros previsionales
hasta la confiscación de Aerolíneas Argentinas, más el blanqueo y la
moratoria impositiva, la catarata normativa aprobada casi a libro cerrado,
comienza a tener efectos no deseados sobre el futuro del país.
A diferencia de lo que acontece en el resto del mundo donde
los gobiernos aminoran la intensidad de la recesión, bajando impuestos y tasas,
la administración regente arremete presionando y fijando pisos de tasas de
interés, al tiempo que mantiene una fuerte presión fiscal sobre la mayoría de la
población que ahoga cualquier posibilidad de mantener el nivel de actividad.
Por un lado, el destino de los fondos de los futuros
jubilados estableciendo un piso de tasas para luego licitarlo entre bancos, para
fijar un nuevo escalón, a un mercado que dejó de tomar crédito por el elevado
nivel de tasas.
Por otro lado, busca fomentar el consumo asignando líneas
de financiación a sectores donde supuestamente se va a generar mayor consumo.
De otra forma, creer que se va a aumentar la actividad en el
sector de electrodomésticos o automotor porque se otorgan créditos, es una
ilusión. Creer que con una canasta navideña o con la salida de vacaciones se va
a frenar la recesión, es otra ilusión. En otros términos, ni el "plan
garrapiñada", ni el plan "sombrilla" ni el "plan heladera" sirven para enfrentar
la dureza del ciclo recesivo.
La abrupta caída del precio de las acciones y de los títulos
públicos como así también la notable reducción de los montos negociados y la
constante salida de capitales son algunos de los fenómenos emergentes de la
fiebre oficialista.
Las perspectivas para el año próximo son ásperas y las condiciones de la
economía argentina empeoran a juicio de analistas internacionales.
Los últimos datos de la economía dan cuenta que
actualmente la evolución del aparato productivo es menor a la registrada a
comienzos de 2003, el peor momento post-convertibilidad.
Las proyecciones de la CEPAL dan cuenta que el año
próximo la economía crecerá menos del 3 por ciento, lo cual revela que las
inversiones ni siquiera llegarán a alcanzar al valor de reposición del capital.
En este contexto, las calificadoras de riesgo estiman que el
país afrontará dificultades para poder hacer frente a las obligaciones de la
deuda.
Una prueba de estos temores es que el riesgo país llega a
casi 2.000 puntos básicos y el costo por el seguro contra un eventual default
orilla el 50 por ciento. Al mismo tiempo, se aceleró la salida de
capitales y sólo en el tercer trimestre del año, se fugaron más de 4.100
millones de dólares.
La caída en el precio de los bienes exportables dejará un
menor saldo comercial lo cual impactará de lleno en la cuenta corriente del
país.
Si lo que se busca es privilegiar el andar de algunos
sectores, es posible que una minoría salga favorecida, pero si el objetivo es
enfrentar la recesión, el camino elegido es erróneo.
Mientras tanto, el jubileo fiscal —blanqueo y moratoria—, el
affaire Aerolíneas Argentinas y la estatización de los ahorros
previsionales perfilan un horizonte de alta litigiosidad contra el país.
Felíz Navidad, la casa está...
Miguel Ángel Rouco