Son múltiples los argumentos que se pueden
esgrimir para desmitificar a la teología con sus contradicciones garrafales que
suelen pasar inadvertidos para los lectores de las obras de los teólogos que,
ingenuamente, han inventado a un ser imposible.
Si leemos con criterio racionalista a los más renombrados
teólogos, entre los cuales se destaca Hans Küng con su extenso libro titulado
¿existe Dios?, subtitulado: Propuesta al problema de Dios en nuestro tiempo
(Ediciones Cristiandad, Madrid, 1979), pronto nos encontraremos con baches
profundos, que pasan inadvertidos para el autor, quien continúa impasible con
sus argumentos dejando por el camino un tendal de dudas y problemas sin
resolver, a saber:
a) ¿Pudo haber existido un dios solo, “aburrido” en la
eternidad pretérita, que cierta vez decidió crear el mundo para entretenerse o
“complicarse la existencia” con él?
No, porque el mundo, hasta su final no puede ser para este
supuesto creador novedad alguna, ni motivo de entretenimiento ni complicación,
desde que ya lo conocía todo como idea en la eternidad, hasta el más
insignificante detalle de su historia, puesto que este ente, según la
teología, se halla anclado en un eterno ente que enlaza pasado y futuro, y por
tanto carece de actitud expectante del futuro y de la espera impaciente de su
llegada. Conoce todas las cosas pasadas y por venir porque tiene “ciencia de
visión”.
b) Si lo sabía todo, ¿para qué creó el mundo entonces?
La pregunta encierra dos cosas graves para la teología a
saber: un absurdo, y la consecuente imposibilidad lógica de la existencia de un
creador de esta naturaleza. Muy distinto sería si los teólogos lo hubiesen
concebido no como un augur, sino carente de conocimientos sobre el futuro, a la
expectativa de los acontecimientos que le ofrecen motivos de entretenimiento y
razones de existir. Pero esto último le restaría perfección, pues al
desconocer lo venidero, dejaría de ser absoluto, perfecto, por cuanto su
existencia como ser omnisciente es imposible.
Además, si según la teología, expone a sus criaturas a prueba
para salvarlas o condenarlas según sus conductas ¿no se cae en un mayúsculo
absurdo? ¡Cierto! Si lo sabe todo hasta “la consumación de los siglos”, según se
afirma; si por ende conoce a sus criaturas desde siempre gracias a su cualidad
de la presciencia (según lo dice la “sabia” teología) ¿cómo puede juzgar
el comportamiento de los hombres si ya conoce al dedillo esas conductas desde
que nace cada niño, y aún antes? ¿A qué viene la prueba entonces? ¿No es esto
ridículo?
c) Se dice que este supremo ser es amor, que es bueno,
misericordioso, fuente de toda verdad, razón y justicia, que es feliz... Pero,
¿frente a qué?
Por supuesto que frente a lo que él no es y que está en el
mundo creado por él, pero lo que no es él salió de él, luego ante la nada, tuvo
que haber sido el único autor de las posibilidades del odio, del mal, de la
impiedad, de la falsedad, de la sinrazón, de la injusticia, de la infelicidad...
y un largo etcétera.
Sin embargo, esto no es posible porque de un ser que encierra
dentro de sí todas, absolutamente todas las perfecciones concebibles, según los
teólogos, a saber: puro amor, bondad, etc., nunca podría surgir lo contrario
Luego este ser es ¡un imposible! Porque el mundo existe y contiene todo lo
negativo y jamás pudo haber “salido de sus manos”.
d) ¿Puede este supuesto ente “brillar” como el mejor frente a
su supuesta creación sin menoscabar su perfección?
¡Nunca! Porque el ser soberbio esto es, preferido a todos los
demás, es pecaminoso.
¿Podría entonces haber creado seres pares idénticos a él,
múltiples dioses como él, para acompañarse de ellos en su soledad?
No, porque sería él mismo reflejado en otros seres que no le
añadiría nada. Sería él mismo multiplicado como una imagen repetida en los
trozos de un espejo hecho añicos, y al no ser único esto le restaría perfección.
Luego este ser no puede existir ni de un modo ni de otro. Es
un imposible. Pero sigamos:
e) ¿Es posible que una vez hecho el mundo, el creador
comience a despreciarlo al punto de arrepentirse de haberlo creado?
¡Nunca! Porque teológicamente se dijo que era infalible e
inmutable.
f) ¿Puede concebirse como inmutable frente al acto de la
creación del mundo?
No, porque ello implica cambio, mutación en la situación del
dios solitario en la eternidad que de pronto se halla acompañado de la
“materia”, y de “otros seres espirituales”.
g) ¿Puede este supuesto ente asumir el papel de juez y juzgar
a sus criaturas?
Jamás, porque ya lo conoce todo “al dedillo” desde la
eternidad y sabe bien quién se va a salvar y quién a condenar (según la creencia
dogmática), pues posee el atributo de la presciencia y por ende conoce todos los
acontecimientos pasados, presentes y futuros.
h) ¿Puede confrontarse con un supuesto “libre albedrío” de
sus criaturas y poseer él mismo su propio “libre albedrío”?
No, porque su intervención o “concurso” (como dicen los
teólogos) en todas las cosas invalida toda supuesta libertad absoluta de sus
criaturas, y en cuanto a su propio “libre albedrío”, no puede poseerlo porque es
absoluto y conoce su pensamiento y su obrar desde siempre aun sus posibles
decisiones de cualquier clase desde cuando siempre supo cuál de ellas iba a
tomar, puesto que, pasado y futuro es presente para él porque es intemporal y
posee ciencia de visión, esto es presciencia y previsión.
En consecuencia, se trata de un ser paralizado anclado en
un presente que no puede tomar decisiones porque resulta ridículo, pues ya sabe
desde la eternidad su propio pensamiento, o más bien no es un ser sino una
aporía, un erróneo invento de la fantasía humana, inexistente en la
realidad como los duendes, los sátiros y los diablos.
i) ¿Puede existir algún dios perfecto, puro amor por sus
criaturas, que actúa con exactitud, frente al desordenado y no matemático
anticosmos (antiorden) y la crueldad biológica?
No, porque la obra no sería digna de él por su impiedad ante
un injusto sistema ecológico basado en la crueldad y el dolor (persecución entre
los animales que se devoran los unos a los otros, hambrunas por sequías, plagas,
pestes, toda clase de patologías, embates de la cruel naturaleza telúricos y
climáticos. Todo esto y mucho, muchísimo más, se contradice con el supuesto
atributo de misericordia, compasión, amor por sus criaturas...
j) ¿Puede la teología explicar satisfactoriamente la
existencia del mal en el mundo?
De ningún modo, porque aun para ella es un “misterio” tanto
su origen como la permisión por parte del hipotético creador de todo lo
existente. La misma teología lo reconoce humildemente.
k) ¿Puede demostrarse la existencia de este creador por los
argumentos ontológico, de la experiencia religiosa, de la confianza, de las
cinco vías tomistas, del artículo de fe, de las verdades eternas, del deseo de
beatitud y de la conciencia de la ley moral?
Ya hemos visto que no por lo antecedente.
l) ¿Pudo este dios haber creado lo imposible, esto es un
mundo donde también lo imposible fuera posible? ¿O tal vez pudo haber hecho un
mundo totalmente imposible?
De ninguna manera, porque es absurdo que, por ejemplo, lo más
grande sea más pequeño que lo más pequeño, o que la suma de los tres ángulos de
un triángulo no sea igual a dos rectos Nunca podría haber creado un mundo
imposible.
¿Entonces lo posible se halla por encima de este dios? ¿Le
obliga a no contradecirlo?
He aquí entonces que este dios no es absoluto porque se vio
obligado por la necesidad de crear sólo lo posible.
Luego, el mundo de lo posible estaría fuera de él. Existiría
él por un lado y lo posible por el otro desde siempre. Luego jamás fue único y
con poderes absolutos desde cuando se vio condicionado por lo posible, uncido a
ello.
Como podemos apreciar todas las vías en su dirección están
cortadas. No existe ninguna suerte de dios, no puede existir ¡es un ser
imposible!
(Para conocer un desarrollo más amplio del tema, véase mi
libro Razonamientos ateos, Buenos Aires, Ed. Meditación).
Ladislao Vadas