Néstor Kirchner eligió un marco propicio para cancelar el pasado y parte del presente, y meterlos en un museo. El calor que caía como plomo en las primeras horas de la tarde del miércoles 24 de marzo, no lo arredró para ser el maestro de ceremonias en el palco enclavado al costado de la siniestra ESMA.
Junto a su esposa y a medio gabinete, pero sin la molesta presencia de los impresentables gobernadores “justicialistas”, declaró que“hay cosas hay que llamarlas por su nombre y acá, como presidente de la Nación vengo a pedir perdón por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades. No vengo en nombre de ningún partido, vengo como presidente y compañero de todos los argentinos. Este paso que estamos dando hoy, debe ser llevado adelante por las corporaciones tradicionales. No nos llenen el espíritu de odio, porque no queremos odio, pero tampoco queremos impunidad, queremos que haya justicia y recuperación de la memoria. Este paso que estamos dando hoy no es un paso que deba ser llevado adelante por las corporaciones tradicionales, que por allí vienen especulando más que en el resultado electoral que en la conciencia del que pensaban y que deberían haber pensado. Nosotros seguimos luchando, soportando los aprietes, pero no nos van a quebrar, aquella bandera y corazón que alumbramos será nuestra guía y también la bandera de la Justicia y la lucha contra la impunidad para lograr un país más equitativo, luchando contra la desocupación. La década del ´90 es el epílogo de las atrocidades que nos tocaron vivir. Gracias por el ejemplo de lucha.”
El público que lo escuchaba, y luego se quedó para deleitarse con León Gieco, Joan Manuel Serrat y Víctor Heredia, oscilaba entre los espontáneos, memoriosos, organismos de derechos humanos, ex luchadores populares de los 70, los clásicos militantes del conurbano bonaerense –con pancartas alusivas a sus referentes-, y los laderos piqueteros de la Federación de Tierra y Vivienda, Barrios De Pie, y la Corriente Clasista y Combativa. Estos dos últimos, paradójicamente, se mostrarían también en el acto de Plaza de Mayo.
Con todo, se puede extraer una doble lectura de la decisión del Dr.K de convertir el más terrible campo de exterminio del Proceso en un museo evocatorio. Pues si bien es dable honrar a los que cayeron en pos de una sociedad más justa, no es excusa para congelar el presente, encajando también allí adentro las promesas electorales, las veinte verdades y las banderas reivindicativas sempiternas. Este punto de vista era comentado por varios de los concurrentes al acto, que manifestaban sin reservas el resquemor ante la postura del tero del kirchnerismo en cuestiones de peso. El perverso manejo de la deuda externa, solo es un botón de muestra de eso.
La silbatina furibunda a Ibarra, que casi sin excepción trinó en los cuatro costados del palco, fue signo evidente del repudio que ciertos personeros del oficialismo siguen suscitando en los sectores populares.
Esa Plaza siempre eterna
Eran casi las 17 horas, y el calor lacerante no aflojaba ni una pizca. Se abatía cruelmente sobre los integrantes de las diversas columnas que en orden pugnaban por ganar un lugar en la plaza de Los Dos Congresos. Dos horas después, el refulgir de gente empezaba a confluir en la histórica Plaza de Mayo, siendo recibidas por los maestros de ceremonias desde el palco que daba la espalda a la Casa Rosada. “Ellos (los desaparecidos) están aquí, para que la memoria no quede encerrada entre cuatro paredes”, clamó una de las locutoras en obvia alusión al destino de la ESMA, justo cuando hacían su entrada la cabecera de la copiosa marcha. “Aquí estamos, con el amor multiplicado. La larga marcha de las Madres, la resistencia de los compañeros y compañeras, la pelea de los familiares, de los hermanos, de las Abuelas buscando la identidad, el despertar de los hijos e hijas que renacieron a sus padres y madres a reconocerlos, no sólo en el vínculo familiar, sino en su lucha. Aquí estamos, frente a miles de luchadores populares, los desaparecidos que van venciendo a sus desaparecedores”, siguió clamando y la emoción empezaba a irradiar de muchos de los que la escuchaban.
“Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”, cantaban los integrantes de HIJOS, que también habían concurrido al acto de la tarde, cuando fueron recibidos por miles de aplausos, mientras la voz de Iván Noble cantaba “no pedimos no imposible y lo de siempre, siempre vuelve y nos enseña a caminar de espalda. La humedad nos mata y los caballos regalados siempre vuelven, y Diosito que ayuda a los que nos madrugan. Quien pone la mesa, quien escupe el vino; en este país que nos está comiendo vivos”.
Una hora y media después, la cantidad de concurrentes al acto duplicaba a la que ocupó el costado de la ESMA en el principio de la tarde. Incluso, el entusiasmo era distinto y no se percibía la tensión en el ambiente que capeaba por sobre las cabezas de aquellos que asistieron al primero. Tampoco la tranquilidad reinante se vio alterada cuando, como ocurre en varios actos no oficialistas, se hizo presente un sospechoso alcoholizado que intentaba liarse con cualquiera de los que lo rodeaban. Rápidamente, fue disuadido de deponer su actitud y terminó rompiendo en llanto. Evidentemente, otro afectado por el tinto del señor cara de morsa (perdón, del ministro del Interior Aníbal Fernández). Pues en estos casos, no se trata de pura coincidencia ni fruto de la casualidad permanente. Recordar que aún permanece impune, y tampoco Oyarbide aportó pista alguna, el bombazo del 20 de diciembre del año pasado.
Es que la mayoría de quienes se dieron cita en el histórico paseo, reconocían algunos aspectos positivos de la actual gestión, pero no transaban con las persecuciones a los militantes populares del movimiento piquetero, ni con la mencionada política terística. No era una plaza opositora en su totalidad, pero gran parte de los asistentes no se guardaron ni su queja, ni sus reclamos justos, ni sus broncas.
La masiva concurrencia, que incluía a adherentes de ATE, los nombrados de la CCC y Barrios de Pie, al Bloque Piquetero Nacional, y también a integrantes del ARI, evidenciaba la gestación de un gran frente antagónico (aunque ellos no lo perciban así), al difuso y evidentemente careta progresismo del Dr.K y sus adláteres.
En definitiva, una realidad, dos sitios emblemáticos, muchísima gente y por encima de ellos, las sombras de los caídos de ayer y de hoy, y las esperanzas intactas que aquellos que se niegan a comer “caballos regalados” o vidrio molido.
Fernando Paolella