Es sabido que el Frente para la Victoria, o Néstor Kirchner, si usted prefiere, no tiene ningún tipo de miramientos a la hora de
conseguir lo que se propone. Sea como sea, se debe hacer su voluntad, así en
toda la Argentina como en Santa Cruz, y es evidente que frente a la posible
derrota electoral que pueda sufrir en las próximas elecciones, va a utilizar
todas las armas —o artilugios, sería la palabra exacta— para tratar de salir de
la mejor manera posible de la contienda electoral.
También es sabido, y de público conocimiento, que en
las elecciones que lanzaran a la supuesta abogada Cristina Fernández a la
primera magistratura, hubieron numerosísimas anomalías antes, durante y después
del acto eleccionario, muchas de ellas denunciadas por este periódico.
Pero por más que con fraude o sin fraude Cristina
hubiese ganado la elección, aunque sea con el 35% real del padrón electoral, el
punto es que, si fueron capaces de hacerlo en octubre de 2007, ¿por qué no pensar
que lo harán nuevamente, máxime, conociéndolos un poco más que antes y sabiendo
de lo que son capaces de hacer con tal de lograr sus objetivos?
Lógicamente, la oposición hizo acuso de recibo de la
trapisonda pergeñada en esas elecciones y no quiere que le vuelvan a meter la
mano en el bolsillo, o mejor dicho, en la urna.
Para ello, casi todo el arco opositor, conformado por
La Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, el PRO, el Socialismo y el
Movimiento Social de los Trabajadores, y con el apoyo del Justicialismo
disidente, Luis Juez y Raúl Castells, presentó el proyecto de utilizar una
boleta única, además de quitarle al Ministerio del Interior la facultad de
organizar y controlar el escrutinio provisional y traspasarlo a la Justicia
Electoral. Otro punto sobresaliente del proyecto es que se plantea que las
autoridades de mesa deban ser docentes y empleados judiciales.
En cuanto a la boleta única, sería de la siguiente
manera: Una por cargo a elegir, léase: una para presidente y vicepresidente,
otra para senadores nacionales y otra para diputados nacionales.
Luego, para la elección de miembros de la Cámara alta
sólo figurará el nombre de los dos candidatos titulares, y para la elección de
los de la Cámara baja aparecerán los de los primeros tres candidatos. En ambos
casos, el votante deberá marcar en un casillero a quiénes elige.
Pero —siempre hay un pero—, como no podía ser de
otra manera, el FPV está en contra, y quien mejor que el —ya a esta altura del
partido— tragicómico ministro Aníbal Fernández para salir a decir que el
proyecto no sirve. Aseguró Fernández: "Con esta idea, la boleta tendría
el tamaño de una bandera de ceremonia (...) No se hace en ningún país. Discutimos
toda la vida 'la lista sábana no' y ahora lo que quieren hacer es una lista, no
solo lista sábana, sino que ni siquiera quieren mostrar los nombres", además de
considerar que la oposición "curra" con este tema y que los dirigentes de la
oposición "hablan de lo que no conocen".
Evidentemente, el Ministro de Justicia, viniendo del
Justicialismo bonaerense, habiendo sido intendente de Quilmes y Secretario de
Gobierno durante la gobernación de Eduardo Duhalde conoce mucho del tema.
Es más, debería ser un experto, pero parece que no sólo
desconoce temas que atañen a la realidad nacional, y que tampoco sabe. Por
ejemplo, que el dinero para imprimir las boletas que la ley determina, es
entregado sistemáticamente fuera de los tiempos adecuados a los partidos, y el
costo de la impresión de las mismas debe correr por cuenta de estos.
Tampoco debe saber que no todos los partidos cuentan
con los mismos recursos para ello.
Otro tema que evidentemente el Ministro desconoce, es
que el correo, encargado de distribuir las boletas de todos los partidos junto
con las urnas, siempre se "olvida" de hacerlo para con la de algunos partidos.
También, el Ministro debe desconocer que prácticamente
nunca se suspende la votación si en una mesa no hay boletas de algún partido
participante del comicio; no sólo si no las hay en el comienzo de la votación
porque no las llevó el correo, sino que tampoco se suspende si dichas boletas
han sido robadas por algún puntero mandado a tal efecto en el transcurso de la
elección.
Como seguramente tampoco estará al tanto de que la
impresión previa de las boletas, una vez aprobadas por la justicia electoral,
facilita luego el extendido método del "voto cadena" por el cual se obliga
—con
métodos diversos— al votante a poner el voto que el puntero correspondiente le
da.
Pero lo más grave es que también parece desconocer que
en la provincia de Córdoba, el 4 de diciembre pasado, se aprobó la reforma
electoral que, entre otras cuestiones, instauró la boleta única.
En definitiva, parece ser que quienes más se llenaron
la boca prometiendo desterrar a la “vieja política” son, precisamente, los más
interesados en que la vieja política siga entre nosotros.
Pablo Dócimo