Historia de la coima radioeléctrica: los 25 millones de dólares que el grupo francés Thales le pagó al clan Menem contada por el broker francés Lionel Queudot, que triangulara el soborno desde Ginebra. El paradigma de las comisiones ocultas investigadas en Suiza, con las que Siemens y Alstom retribuyeron presuntamente los contratos por los DNI, obras de electroingeniería, adquisición de centrales térmicas y el tren bala. La pista de los 520 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz depositados en Zurich, de los que sólo volvieron al país 390 millones de dólares.
El 30 de abril de 2004 en Suiza, el protagonista del libro viaja en el asiento trasero de un Volvo metalizado con placa diplomática. Es el coche del embajador argentino en Berna, Guillermo González, quien ha enviado a su chofer a Ginebra para buscar a un pasajero desconocido. Se trata de Lionel Queudot, titular de una fiduciaria que viene de quebrar en esa ciudad helvética, estigmatizada por las secuelas de la corrupción en África. El hombre tiene 53 años. Lleva consigo una cartera para guardar papeles.
Distrayéndose con el paisaje desarbolado que transcurre a la vera de la autopista, evoca sus discretas reuniones con funcionarios gubernamentales, conducidos por el entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz. Esas gestiones confidenciales lo terminaron de convencer para concretar un gesto espectacular: firmar un testimonio consular espontáneo en sede territorial argentina en Suiza, revelando su intervención para pagarle 25 millones de dólares al entorno del otrora presidente Carlos Menem. Fue la contrapartida por la concesión del espacio radioeléctrico nacional a la compañía Thales, líder en la electrónica militar y de seguridad en Francia, uno de los más poderosos del mundo.
Los documentos de las confesiones de Queudot y el contrato de fantasía con el que lo mandatara Thales para delinquir, se reproducen exclusivamente en este libro. La crónica de la obra le sigue las huellas a este comisionista financiero, ejemplo de los temerarios brokers, intermediarios fiduciarios habituales en el paisaje bancario helvético. Son agentes "multiuso" que constituyen sociedades instrumentales para ofrecer servicios parabancarios, gestores que actúan en las sombras y enmascaran transacciones encubiertas de sus clientes. Realizan operaciones en nombre de terceros por las que cobran faraónicos honorarios, al igual de lo que se viene conociendo sobre Alstom y Siemens. La declaración de Queudot por las coimas de Thales, punto de partida del libro, resumió a las autoridades argentinas cómo se organiza y circula un soborno internacional. El relato dibuja la ruta del dinero, atravesando cuentas, sociedades, oficinas y bancos, conectando empresarios y aventureros en la Argentina, Uruguay, Holanda, Francia, Suiza y los Estados Unidos.
Sin embargo, a los pocos meses del desembarco de Queudot en la embajada argentina en Berna, y siempre en el 2004, el presidente Néstor Kirchner cesó al ministro Beliz, y anuló un viaje a Suiza. El gobierno argentino resolvió asimismo no firmar un tratado de asistencia penal con Suiza para luchar contra la corrupción, el blanqueo de dinero y el terrorismo. De inmediato, Kirchner decidió no apelar en Ginebra contra la devolución de 7 millones de dólares depositados en cuentas de ese país por Menem y su secretario privado, Ramón Hernández, confirmando el desapego para profundizar la persecución de la corrupción. A su vez, los 520 millones de dólares de los fondos errantes de Santa Cruz, llegaron a Zurich. Volvieron al país sólo 390 millones de dólares, pero recién en marzo de 2008 y bajo amenaza de confiscación de la justicia de Estados Unidos.
Sin apartarse del hilo conductor del libro que encarna Lionel Queudot, quien temiendo por su vida ha escapado recientemente de Suiza, el reportaje se extiende en otras prácticas de la multinacional francesa Thales, incriminada en el "affaire Clearstream", que hiciera vacilar la transición en Francia entre los presidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. A Thales se le imputa paralelamente corromper a Jacob Zuma, candidato presidencial del partido dominante en África del Sur para las elecciones generales previstas para fines de 2009, cuyo juicio oral debería tener lugar próximamente en Johanesburgo. La mayoría de esos sobornos reiteran la utilización de un broker en Suiza, para disimular y canalizar los dineros del cohecho, metodología observada por Thales, Siemens y Alstom, todas firmas europeas con múltiples contratos denunciados en la justicia argentina, por un valor que ronda los 20 mil millones de dólares.
La narración evoca todo lo que pasó dentro y fuera del país en derredor de los estallidos políticos y judiciales provocados por las coimas de Thales. Da seguimiento a un escándalo de corrupción ocurrido en épocas de la presidencia de Carlos Menem sin resolver en los tribunales durante los gobiernos de los Kirchner. La investigación incluye un capítulo sobre cómo se fraguó en la Argentina el negociado por la privatización del espacio radioeléctrico. Sin transición y en capítulo separado, se desencriptan las claves de la cuenta de Menem en Ginebra, junto a las andanzas del testigo C, el arrepentido iraní que lo acusó de cobrar 10 millones de dólares para silenciar el sumario por el atentado contra la AMIA. Al disecar toda esa trama, el libro termina pintando el crepúsculo de las esperanzas de la lucha contra la criminalidad económica alentadas inicialmente por el matrimonio Kirchner, desnudando la matriz de la corrupción, al cabo de 25 años de democracia en la Argentina.
Juan Gasparini, abril de 2009
Nota: El manuscrito fue enviado a imprenta el 15 de marzo de 2009. Ocho días más tarde, al ex presidente Carlos Menem fue procesado en primera instancia por el sumario Thales en la Argentina, acusado de “defraudación por administración agravada”. El 6 de abril de 2009, la Sala II de la Cámara Federal de Buenos Aires, rechazó un recurso de los inculpados con sentencia firme en el presente sumario, prohibiéndoles apelar ante la Cámara Nacional de Casación Penal.