Como todos sabemos, los seres humanos nos
diferenciamos de las demás criaturas del reino animal, entre otras cosas, por
poseer el uso del raciocinio.
Esto hace, sencillamente, que el hombre haya evolucionado a
través de los siglos y llegar, por ejemplo, a alargar la expectativa de vida,
sólo por citar un caso.
Pero parecería ser que hay seres humanos que no utilizan o,
al menos, no correctamente, ese don que nos dio la naturaleza.
Tal parece el caso del matrimonio presidencial, que después
de una semana de sufrir un duro golpe donde quedó demostrado que siete de cada
diez argentinos no los quieren, siguen haciendo caso omiso de la lección, que
no es la primera, y todo hace creer que lamentablemente no será la última.
Cualquier persona medianamente coherente, hubiese aprendido
del garrafal error cometido al querer subir las retenciones allá por marzo del
año pasado.
Y cualquier persona medianamente coherente sabe que de no
haber seguido hasta las últimas consecuencias con ese capricho, no les hubiese
ido tan mal el 28 de junio.
Pero evidentemente, eso que nos diferencia de los animales, a
veces nos juega en contra, porque sólo los seres humanos somos capaces de
creernos que somos omnipotentes, creencia que se apodera sistemáticamente de
algunos personajes a los que les toca manejar los destinos de una nación.
Néstor Kirchner demostró que no es la excepción a la regla, y
creyó que jamás mordería el polvo de la derrota, como alguna vez le ocurriera a
Carlos Menem.
El mismo domingo, Kirchner mostró al país que su soberbia
estaba intacta. Minimizó la derrota, no felicitó a los vencedores y lo peor,
no reconoció que el caballero de la derrota, el único responsable, es solo él.
Al día siguiente, quien hace las veces de Presidente de la
Nación, la supuesta abogada Cristina Fernández, hizo lo propio, y con esa
arrogancia que la caracteriza dijo una estupidez detrás de otra, incluso, vaya
uno a saber si por efecto de la medicación se le ocurrió decir: “ah… pero
ganamos en El Calafate, que es mi lugar en el mundo”.
Esto demuestra dos cosas: O no es conciente de cual es su
responsabilidad, o nos está tomando por idiotas; o lo peor, debe ser un poco de
ambas cosas.
Néstor, por su parte, luego de elaborar un corto duelo de tan
solo seis días, no pudo con su genio y apareció en público. Como siempre, hizo
todo lo que no debía hacer, y en lugar de bajar el perfil, llamar al diálogo, a
la conciliación, comenzó a vociferar como si todavía seguía en campaña.
El lugar fue Parque Lezama, y la excusa una reunión de los
intelectuales de Carta Abierta.
Y ahí empezó de nuevo a lanzar munición gruesa, y dijo entre
otras cosas, frases tan lamentables como:
"Tras las elecciones se devela qué es lo que realmente pasa,
con la designación de una persona como Palacios". Esto, lo dijo con tan soltura
como si sus ministros o el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, fuesen
dignos de destacar.
También cargó con dureza contra el senador por Santa Fe,
Carlos Reutemann, por decir que Cristina “no digirió la derrota”, y lo desafió a
“que se anime a disputar por las ideas del país”. En primer lugar, hay que
reconocer que Reutemann se quedó corto, porque no solo Cristina no digirió la
derrota, tampoco la digirieron él, Scioli, D`Elía, Moyano, Aníbal Fernández, De
Vido, Randazzo… en fin, ningún kirchnerista. Pero lo curioso, además, es que
recién ahora se acuerda de desafiar a alguien a debatir, cuando en los meses de
campaña se rehusó cobardemente.
Luego aseveró: “Esto no es una carrera de automóviles ni un
partido de fútbol. Acá estamos peleando para construir un país distinto. Ya lo
veremos a él disputando por las ideas del país si es que tiene alguna idea”.
Francamente, habría que avisarle al buen Néstor que quien
planteó esta elección como si fuese un partido de fútbol, fue él, ni más ni
menos, y que la inmensa mayoría de la población está esperando verlo en la
cámara de diputados para ver cuantas ideas se le caen a él, ya que en seis años
de gobierno no se le cayó ninguna, por lo menos buena.
"Espero que algún día se anime, que juegue de cara al
sol...". También, advirtió: "Sería importante que aclare su participación en los
hechos del 2001, en las inundaciones de Santa Fe y todos aquellos problemas que
hubo en Rosario... los argentinos tenemos memoria. Que sepa que la Presidenta
tiene fuerza, coraje, decisión y que va seguir con todas sus fuerzas adelante
gobernando la Argentina".
Entonces, sería bueno que el aclare que pasó con los
fondos de Santa Cruz… sólo por recordarle algo, porque evidentemente, Néstor no
es de los argentinos que tienen buena memoria.
Como dijimos al principio ni Néstor ni Cristina
parecieron haber aprendido la lección, pero los kirchneristas tampoco, y lo peor
del caso es que no tienen ninguna intención de aprender.
Pablo Dócimo