En el idioma japonés, el término Reiki viene de rei que significa universal, y ki que es lisa y llanamente energía; lo cual equivale a cierta supuesta energía vital contenida en el universo.

Se trata, para sus sostenedores de una más de las terapias alternativas, empleando cierta “sacrosanta” energía universal.

Sus cultores creen, o sólo dicen, que mediante sus “mágicas manos, en uno de sus métodos, es transmitida dicha energía, y no solo a las personas enfermas, sino también a los animales y vegetales con diversas patologías.

Todo parece provenir del hinduismo, cuando se afirma que es el funcionamiento deficiente o un bloqueo de cierta supuesta energía lo que genera un deterioro en la salud.

Es menester enviar esa energía (Reiki) hacia un paciente y ¡santo remedio! La curación viene como por ensalmo (¡así de fácil!). ¡Qué antibióticos, vitaminas, sales minerales, intervenciones quirúrgicas… ni otras pérdidas de tiempo!

Dicen los que creen saber, que el Reiki es al mismo tiempo una terapéutica y un sendero espiritual.

Incluso afirman que, Reiki de por medio, se acelera la soldadura de las fracturas de los huesos. ¿Quizás ante la vista azorada de un traumatólogo? ¡Me gustaría presenciar tal fenómeno!

Es muy antiguo el fundamento de esta práctica basada en una creencia en cierta energía vital.

Más la picardía de los reikistas (valga el neologismo), se pone en guardia ante los argumentos de la ineficiencia de su método aduciendo que el tratamiento “milagroso” de Reiki ¡puede atravesar el yeso que colocan los traumatólogos! (No se si una prótesis metálica también en virtud de cierta energía vital proveniente de los diversos chakras de un paciente acelerando su recuperación).

¿Qué dicen a esto señores traumatólogos? ¿Han tenido oportunidad de verificar fehacientemente este fenómeno chákrico? (valga el neologismo).

Esta gente reikista (valga también este neologismo), dice que un paciente con traumatismo, puede contribuir a su curación mediante su propia energía mental curativa (desconozco esta supuesta energía; quizás debiera repasar mis libros de física para desasnarme). De este modo, dicen, el traumatizado se pone en reconexión con cierta Energía Maestra, nada más ni nada menos que del universo, para que, gracias a un cierto flujo Ki, pueda continuar con vida en salud.

Macaneos van, macaneos vienen, todo esto sería tolerable mientras no se tome en serio interrumpiendo tratamientos drásticos en los pacientes con riesgo, dejando quizás de lado los antibióticos y otros medicamentos, teniendo fe tan sólo en ciertos poderes mágicos. ¡Cuidado!

Sabemos que el método Reiki se fundamenta en un anticuado hinduismo que acepta el fluir de cierta Energía Vital a través de los chakras que velan por la salud.

Todo esto sería inofensivo si todos los pacientes supieran que no deben perder el tiempo con la espera de curaciones milagrosas o reikistas (valga mi neologismo), pero esto se halla alejado de la realidad. La fe, dicen, “mueve montañas”, pero… también puede traicionar al hombre; a un enfermo que necesita ser atendido y tratado con urgencia cuando los agentes patógenos (virus, bacterias, protozoarios patógenos y otras “bellas” criaturitas de Dios) se “dirigen” contra el paciente) y se multiplican en progresión geométrica en un organismo infectado y debilitado. (¡Cuidado con las septicemias!).

En cuanto a la óptica científica seria se refiere acerca del reiki, sabemos a ciencia cierta que no existen pruebas fehacientes de su efectividad. En todo caso podemos admitir que sólo consiste en un efecto placebo y esto nos certifica que se trata lisa y llanamente de una pseudociencia más entre miríadas de ellas, y cada vez hay más.

Esa ya famosa “energía vital” que barajan los esotéricos “energialistas”, no aparece en sitio alguno, tanto sea en las experiencias astronómicas, físicas, cuánticas, químicas o… médicas; señal esta, que obliga a incluirla en la categoría de una neta pseudociencia.