Aura vitalis; término adoptado por Jean Baptista Helmont
(1577—1644) para indicar cierta fuerza que mueve, anima y ordena los elementos
corpóreos. (Diccionario de Filosofía; Nicolás Abbagnano; Fondo de Cultura
Económica, México, 1963).
El aura, es una luz que fluye de cierta energía universal que se torna sombría,
dicen los esotéricos amigos de lo oculto, o… de las invenciones espurias.
Pero…, aclaran que, cuando los seres humanos (desconozco si también los perros,
gatos, sapos y arañas) perdemos esa luminosidad, dicha aura se torna oscura.
¿Qué nos queda entonces (excluyendo a los canes, felinos, batracios y otros
bichos) cuando perdemos su luminiscencia y nos internamos en una noche sombría?
¡Sencillo! Dicen que debemos hurgar en nuestro interior para extraer de allí lo
más positivo y recuperar así el fulgor, la claridad…
Es una suerte, dicen también los aurólogos (valga el neologismo), que el aura
puede purificarse de tal modo que podamos obtener la vitalidad física y mental
que hemos perdido.
Esta aura, cual mago benefactor —afirman los que creen o dicen saber— es como
una escoba que barre con un sinnúmero de molestias que padecemos en la vida,
pues nos permite respirar mejor, reduce la fatiga y nos tranquiliza y, lo que es
muy importante; dicen también los chantas, que nos quitan de un saque todo malo
pensamiento.
Lástima que, ¡por desgracia!, el aseo del alma posee un efecto temporario, para
luego volver a ser los individuos, presas de toda clase de infortunios. ¿Debe
ser esto entonces considerado como un ciclo? ¡Ellos sabrán!
En estas circunstancias, debemos ubicarnos cerca de una pared limpia, y es bueno
que no existan corrientes de aire en el lugar que nos distraigan.
El sujeto que será limpiado, no debe moverse; sólo sentarse y… a los pocos
minutos: ¡Oh maravilla! El impuro queda limpio como por ensalmo.
Estos creadores de fantasías, también involucran a un dios en la limpieza. Y…
¿qué “dios” podría ser dentro de la cultura judeocristiana en que estamos
enclavados, sino la bíblica Trinidad o dentro de la cultura judaica el dios
único Yahvé o Jehová? ¿Alá también? No tengo noticias acerca de esta
posibilidad, y no creo que lo sea Brahma de los hindúes o el predicador
Siddharta Gautama, alias el Buda (el iluminado).
Lo principal para el logro de una curación efectiva, según los aurólogos, es
comenzar con una limpieza desde los pies hasta la coronilla. “Nuestras manos
–dicen— actúan en estas circunstancias como el agua y el jabón”. (Acotación al
margen: ¿aunque estén sucias?).
Existen sin duda otros pasos para transformar el alma sucia de un ser pecador,
en un dechado de virtudes, y uno de ellos es orar para que la inmundicia
extirpada del paciente se hunda en la tierra para no retornar.
Toda esta charlatanería se halla fundamentada en cierta presunta energía
negativa que los físicos cuánticos jamás alcanzan a detectar, ni empleando los
más colosales aceleradores de partículas como el Bevatron, el Cosmotrón, etc.
(¿Será que son tan papanatas que no se percatan de su existencia durante las
experiencias con dichos gigantes aceleradores, o no se informan para nada de la
eficacia de la curación del aura? Dudo que sean tan despistados.
Inventos vienen, inventos van, todo esto es pura pseudociencia señores lectores,
que no tiene ni pies ni cabeza; pura fantasía, imaginación de personas
nescientes o individuos que nos permiten sospechar cierto propósito de lucro con
la venta de literatura al respecto o mediante sesiones áuricas; por ello creo un
deber alertar al público para que no se deje engañar y cuide su monedero o
billetera, salvo que, lo entienda todo como un mero pasatiempo pronto a ser
olvidado.
Ladislao Vadas