Existen dos clases de cultivadores de esta patraña titulada “los poderes de la mente”, a saber: los sugestionables nescientes que toman ciertos acontecimientos equivocadamente y los sinvergüenzas que engañan a los incautos.
Algunos se fundamentan en que utilizamos tan sólo un 10 por ciento de nuestra capacidad mental, de modo que, el resto de la misma permanece desperdiciado.
Esta falencia, dicen, hace que no podamos subsanar algunas dificultades en la vida.
Según mi parecer, esto es una exageración, ya que, si así fuera, los borricos con sus reservas de neuronas puestas en marcha nos superarían con creces en su número para realizar maravillas y salir triunfantes.
Pero ciertos audaces, pseudoespecialistas en unos presuntos poderes de la mente, afirman que, como por arte de magia, sin ser magos, podemos resolver casi todos nuestros problemas que nos presenta la vida.
La mente, cual Mandrake el Mago (sugieren los chantas), puede “hacer papilla” casi todos los embates de la vida que aquejan al ser humano. (¡Ambiciosos los sostenedores de estas cosas! ¿No es cierto?).
Sin embargo, son escuchados con suma atención durante sus charlas o leídos en miríadas de libritos sobre este “mágico” tema.
A tal punto suelen llegar con sus patrañas, que hacen creer a muchos incautos que ciertos dotados son capaces de leer textos enteros y memorizarlos todos al pie de la letra en una sola lectura. (Pregunto: ¿textos de física, química, astronomía… también, o sólo poesías, cuentitos o novelas? Esto último, no lo aclaran los chantas.
También se atreven a sostener que ciertos superdotados mentalmente pueden hallar minerales en los suelos, es decir yacimientos aptos para ser explotados, amén de depósitos de agua bajo tierra y todo gracias a un cierto péndulo mágico que utilizan.
Igualmente nos quieren convencer de que existen personas, de ambos sexos, que poseen nada más, ni nada menos, que la habilidad innata de incursionar en el futuro para contemplar hechos destinados a suceder algún día propicio.
Tampoco faltan las curaciones mágicas de patologías graves, muchas de ellas declaradas incurables por parte de los galenos especializados.
Tampoco “escasean” ciertas personas que poseen un fuerte atractivo para acumular pesitos, dólares o euros, gracias a ciertas “habilidades” en los negocios, adquiridas mediante un cierto “inmenso poder de la mente para hacer cumplir sus deseos” ¡En estos casos, ya ni hacen falta los magos, cabalistas, ocultistas, mediums, ni otros poderosos chantas que pueden enojarse al ser desechados! ¡Con los poderes de nuestra modesta y sacrosanta mente, basta y sobra!
¡No señores! No engatusen a las personas angustiadas que necesitan ayuda psiquiátrica; no las entretengan con falsas promesas y “curaciones” milagrosas por obra y gracia de ciertos poderes de nuestra mente (frutos de una mera imaginación) que ni psicólogo, psiquiatra, neurólogo o fisiólogo serio alguno, ha podido detectar para exclamar jubiloso: “¡eureka! ¡Los poderes de la mente son auténticos! ¡Tenemos la prueba!; incluso señores universitarios que creen versar sobre el tema y denostar los poderes de la mente ¡váyanse a bañar!”
“La verdad es esta –dicen-: hay sujetos que pueden recordar libros enteros con solo una leída. Buscadores de minerales subterráneos y de aguas, amén de yacimientos petrolíferos, con sólo el empleo de ¡un simple péndulo! Duchos en futurismo capaces de incursionar en el porvenir para encontrarse cara a cara con ciertos acontecimientos que luego se producen al pie de la letra. Curaciones por la mente de dolencias insanables por medio de la medicina convencional. Facilidades por parte de ciertas personas para ganar dinero. Dotados otros de influencias mentales sobre las personas al punto de manejarlas a su gusto (¿hipnotismo en todo caso?” ¡Otra patochada y van!).
Según los duchos “dotados”, desafiantes de la física tradicional, dicen ser poseedores de un cierto santo poder, tanto de doblar cucharitas como hacer estallar los vidrios de las ventanas con solo emplear el poder de su mente (sin arrojar cascote alguno y ser penado por destructor de la propiedad ajena).
No han faltado los inventores de patrañas que afirman que son capaces de cerrar los ojos y visualizar a distancia ciertos hechos, amén de saber pronosticar el comportamiento de la Bolsa para tornarse millonarios.
¿Médicos? ¡“A la cucha”! Basta consultar a cierto poder energético encerrado en la naturaleza humana para sanar cualquier dolencia y… un larguísimo etcétera.
¡No señores! No es lícito engañar al prójimo de esta manera. A veces, el tiempo es oro, y debemos actuar lo antes posible ante una situación de suma gravedad; cuanto más pronto mejor, evitando que las cosas se empeoren y no haya más remedio.