Y no podía ser en otro lugar que en el Chaco y con la compañía de Jorge Capitanich -uno de los pocos gobernadores alineados que quedan- donde Néstor Kirchner reasumió hace 2 días como titular del PJ; cargo del cual se había apartado luego de la derrota electoral del 28 de junio pasado.
Mientras en el acto planeaban volantes con la inscripción: “Néstor 2011”, el mismo se aventuró a anticipar: “Estamos dispuestos a gobernar hasta el 2020”, lo que según cálculos de períodos electorales, le estaría sobrando un año de mandato.
También afirmó allí, que si no se le hizo ninguna pregunta a Mercedes Marcó del Pont durante su presentación pasada en el Congreso, fue porque “ella los superó en coeficiente intelectual”, afirmando que el actual gobierno “tiene la autoridad moral” para hacer uso de las reservas porque “este gobierno las juntó, no existían antes”. Mientras, Hugo Moyano, que no podía faltar al acto, aplaudía con el mismo furor con el que festejaba las palabras del entonces presidente, Adolfo Rodríguez Saá que por al año 2002, suspendía el pago de la deuda externa.
En el acto, además de elogiar excesivamente las políticas sociales, las políticas económicas, las políticas judiciales, las políticas legislativas y las políticas políticas de su esposa, se refirió a la oposición como la “máquina de impedir”, conformado por “agua y aceite”, describiendo así, las diferencias que el propio antikirchnerismo mantiene el día de hoy. Tampoco podía faltar obviamente, el repudio a ese aire a destitución que implantó su propia señora esposa, que ya se sumaron a los rumores de anticipo de elecciones por parte de la Presidenta.
Lo cierto es que esas ambiciones de querer perpetuarse en el poder por una incalculable cantidad de años, nos remonta a un sello característico de los gobiernos dictatoriales, donde no se acepta oposición política, parlamentaria, ideológica y mejor ni hablar de los medios de prensa, ya que se presume que no hay nada mejor para el pueblo que extender el gobierno que se exhibe. Vaya pensamiento paternalista.
Ayer durante otro acto en Ferro, y con una leve sonrisa de victoria -provocada por los interminables tropiezos de la oposición que no pudo rechazar el pliego de Mercedes Marcó del Pont- volvió a arremeter contra los medios de comunicación en un estadio repleto de manifestantes alineados a Emilio Pérsico, entre otros. También le tocó su parte a la oposición cuando se refirió a que “¡nosotros somos de jardín de infantes al lado de esta gente, por dios!” Mientras, la “tigresa” Acuña deambulaba firmando autógrafos, escenario bizarro si los hay.
Lo cierto es que cada vez que la oposición tropieza con una nueva piedra, y hasta a veces con la misma, Kirchner ostenta cada vez más prepotencia en sus discursos.
Esta vez, se desdijo sobre la posibilidad de perpetuarse en el poder, y señaló que no se refería a él, sino que es un lugar que debería ocupar “un joven o una joven (...) del movimiento nacional y popular." ¿Entrará Máximo en el cuadro presidencial familiar? Todavía no lo sabemos.
Mientras tanto, la gente observa impávida como los precios trepan hasta la última góndola durante las inentendibles pujas por quórum en las sesiones del Congreso. Pero Néstor nos motiva: “canten, sueñen… fuerza”, promulgaba ayer en su discurso.
¿Habrá kirchnerismo para rato? Pues en un contexto donde nada K es aceptado, cuesta hacerse de la imagen. Pero también es cierto que con la cantidad de baches que tiene la oposición en la actualidad, que luego de 8 años de ejercicio kirchnerista, aún no logra ponerse de acuerdo, despoja de toda alternativa a quienes al parecer, pretenden haber llegado para quedarse.
Equipo de Política
Tribuna de Periodistas