En otro almuerzo amiguista, Cristina Fernández de Kirchner pretende mantener los pies de los gobernadores kirchneristas en el plato. Si bien en este almuerzo están convocados los mandatarios provinciales alineados al actual modelo, ya no hay saliva que alcance para perpetuar la chupada de medias en el conflicto por la coparticipación del impuesto al cheque. Entre la sumisión y la necesidad se encuentran 17 gobernadores que saben que cuando las provincias se prenden fuego, todas se incendian por igual, incluso las de mandatarios oficialistas; y al parecer los gobernadores empiezan a quemarse.
Mientras que la oposición propone coparticipar a las provincias la totalidad de lo ganado con este impuesto, el Gobierno pretende que si esto se aprobara, las provincias recibirían un menor caudal desde otros ámbitos. Es así como se vieron obligados a apoyar la medida kirchnerista. Medida extorsiva si las hay. Pero todo tiene un precio, incluso el apoyo incondicional. A cambio de seguir rechazando la propuesta opositora, los gobernadores alineados se encuentran jadeando por algún hueso. Pero todo indica que Cristina no está dispuesta a renunciar recursos de la Nación para los Gobiernos Provinciales.
Si bien Florencio Randazzo salió a desmentir que este almuerzo sea para “negociar algo”, hay 7 gobernadores que apoyan los cambios que quiere efectuar la oposición para la equitativa repartición de los fondos, y que causalmente no fueron invitados al ágape.
Dejando bien marcada la línea delimitadora política, se planeó otro almuerzo para los gobernadores opositores, esta vez, para el martes 6 y no con asado, sino con merluza congelada de $12,50. Complaciendo así, la pataleta de Hermes Binner por no haber sido invitado en el día de hoy.
Lo que nadie se explica es por qué, si las provincias arden, no se las "apaga" con dinero de las reservas en vez de priorizar pagos a deudas privadas. Algo tan contradictorio en un Gobierno que se dice progresista.
Además, ¿cómo se expresa que entre discursos de igualdad y legitimidad, este Gobierno no quiera repartir los fondos del impuesto al cheque de manera equitativa, en un sistema que dadas las circunstancias, parece más unitario que federal?
Una de las provincias con más déficit es Buenos Aires, cuyo mandatario salió a aseverar: "Hay que encontrar un equilibrio: no desfinanciar al Estado nacional, y que las provincias sigamos haciendo nuestro esfuerzo propio". Son definiciones optimistas al estilo Scioli, aunque resultan acertadas cuando se repasa en todo lo que los gobernadores deben fabricar en reparo a su dependencia al Tesoro Nacional. Sin embargo... ¿estarán al tanto de que raras veces las promesas K se cumplen?
Equipo de Política
Tribuna de Periodistas