Las gestiones del Ministro de Economía en relación al nunca bien ponderado “Canje de deuda” están siendo sinónimo de fracaso.
El funcionario afirmó hace unas horas con relación a los magros logros obtenidos: “ese era nuestro objetivo, nunca sobreactuamos las expectativas, no esperábamos que entraran los fondos buitres", lo que permite advertir que los actores de este “modelo progresista nacional” perderán el pelo pero nunca las mañas, no dejando pasar oportunidad para materializar el slogan del “cuando algo sale mal, mintamos, mintamos y más mintamos”.
En el marco del disparate que resulta, en un país inmerso en la más absoluta inestabilidad política, institucional y de crecimiento económico, a lo que a la vez se suma la inexistencia de un modelo que torna más inseguro aún el panorama ante la vista de los potenciales inversores —frente al desatino de seguir pagando una deuda ilegítima que mínimamente requeriría la designación de una Comisión oficial que la investigara y todo eso sostenido por un discurso diametralmente opuesto a la realidad nacional que nos golpea todos los días—, era previsible que nada saliera ni por asomo como se lo intentaba hacer aparentar.
Los analistas locales dejan traslucir su preocupación en tanto los rumores de que el gobierno nacional usará los fondos del ANSeS y el BCRA para poder sostener los precios, se hace cada vez más fuerte.
El nivel de aceptación del canje fue mucho más bajo que el proclamado y esperado por el Ejecutivo, esto es de un 45 % frente al 60 % como mínimo, lo que obliga a acudir a los inversores minoristas que suelen resultar mucho más difíciles de convencer.
Así las cosas, sólo de haberse alcanzado entre un 75 y 80 % de aceptación, se hubiera podido evitar el accionar de los tribunales internacionales en torno a los embargos.
Asimismo, frente a este escenario de riesgos de todo tipo, el gobierno se esperanza con colocar el “Global 17”, lo que parece a todas luces otro gran disparate.
Nidia G. Osimani