Son ellos, los que no quieren reconocer quienes por complicidad o ignorancia los apoyan. Son ellos, ni más ni menos que los mismos de siempre, quienes generación tras generación heredando el mismo poder manipulan el sistema internacional socio-político, geo-político y económico legitimando institucional y normativamente el delito al que dan diferentes nombres: “cambio de paradigma”, “globalización”, “modernidad”, “evolución científica o tecnológica”, “civilización”.
Para entender lo que pasa en la economía mundial uno puede verse tentado a pensar: “bueno, veamos lo que dicen los gurúes de derecha, adoradores de los clásicos. Esos deben saber”.
Otros en cambio dirán: “No, pero estos son los que FMI y Banco Mundial mediante más la CFR y otros Caballos de Troya engendraron más miseria y peor calidad de vida. Mejor consultemos a los de izquierda”.
Y así se buscarán alternativas para dar con quienes puedan explicarnos en términos adquiridos de una formación creada ad hoc para que piensen tal cual lo hacen, sin dar con una respuesta realmente satisfactoria a quienes verdaderamente se cuestionan desprovistos del chip.
¿Entonces?, ¿qué posibilidad nos queda para al menos intentar entender qué pasa que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres? ¿Qué pasa que la población mundial está envejecida y hay cada vez menos nacimientos? ¿Qué pasa que las Administraciones Tributarias mundiales ya hace años han previsto ese fenómeno y han elaborado estadísticas que les permitan calcular cuánto dinero deberán desembolsar cada año por la cantidad de ejemplares de la clase pasiva a la que deberá mantener el Estado? ¿Qué pasa que paralelamente a este conocimiento y medidas se destruyen los servicios de salud no asignando presupuestos como se debería y se tiene a los ancianos cada vez peor en prestaciones? ¿Qué pasa que los sistemas de seguridad en el mundo son tan vulnerables? ¿Qué pasa que se están masacrando tantas generaciones con la drogadependencia, la promoción publicitaria al consumo de alcohol y el incremento exponencial de la frivolidad? ¿Qué pasa que cada vez hay más desastres naturales y los afectados nunca se recuperan porque los Estados nunca cumplen nada de lo que les prometen cuando los funcionarios se sacan la foto con el infeliz que perdió todo? ¿Qué pasa que cada vez hay más enfermedades nuevas y resurgen las que pensábamos que habíamos superado? ¿Qué pasa que tenemos un equipo de personajes “pintorescos” al frente de varias naciones hoy en día: Francia, Italia, Argentina, Bolivia, Venezuela, etc.?
Y mientras los delirantes deliran y nos enloquecen a todos, los “pensantes” pasan desapercibidos y cuando queremos acordar tiran frases sueltas como la del Presidente de Brasil, Lula Da Silva hace poco más de un mes acerca del “Gobierno Mundial”, concepto receptado y expuesto por Tribuna de Periodistas el día 20/05/2010 en la nota “¿Hacia un gobierno mundial único?”. Llamativamente ese concepto no tuvo prensa, sólo fue reflejado por apenas unos poquísimos sitios por motus propio y otros que transcribieron la nota mencionada.
Son ellos, escuchémolos a ellos, leámolos a ellos mediante sus voceros.
Esos son los mensajes que hay que entender.
Ellos omiten partes sustanciales de contar, se contradicen, acomodan las versiones de todo según quien sea el destinatario del discurso.
La Economía, en su concepción, no es una ciencia, es un instrumento más de dominación como la política, la religión, los medios de comunicación que manejan (y si no los manejan los persiguen, los censuran, los atacan), la psicología de masas, la educación.
La economía sólo existe para ellos en tanto sea de utilidad para puntuales intereses comerciales, sin importar los efectos posteriores de esas manipulaciones ni quienes desaparezcan por los mismos.
En nuestro mundo la economía es sólo el nombre dado a los efectos de las decisiones de las grandes corporaciones manejadas por los mismos que están al frente de Instituciones gubernamentales que se supone representan a los ciudadanos comunes.
No más de 200 familias manejan el sistema financiero internacional, la economía y la política.
No más de 200 familias llevan siglos haciendo lo mismo y lo seguirán haciendo mientras haya quienes crean que esto es una fábula, una idea nacida de mentes afiebradas, de delirantes, de paranoicos como suelen llamar a quienes pudieron desactivar el chip y pensar por sí mismos.
Estaría bueno corroborar por ejemplo ¿No son acaso sólo 200 las entidades financieras que monopolizan el comercio internacional juntamente con las grandes corporaciones transnacionales? ¿Dónde se sitúa la sede central de esos bancos y corporaciones? ¿Cuántos son los consorcios globales que cotizan en el Dow Jones? ¿Dónde se sitúa Dow Jones? ¿Será en Wall Street? ¿Y quienes operan realmente tras bambalinas en Wall Street?
Para entender la economía mundial entonces, parecería que sólo tenemos dos tipos de fuentes que consultar: a economistas liberales maestros en el arte de la caracterización, y los autodenominados progresistas que generalmente de números saben muy poco y tienden más a filosofar, ideologizan y se pierden en sus propios discursos sobre lo ideal que en nada se asemeja a lo real y tampoco suelen ser demasiado ejecutivos a la hora de tomar el toro por las astas para resolver los problemas. Sin descartar a los hipócritas de discurso progresista que llevan adelante una política liberal frankeinsteniana de la cual huyen antes del fatídico final para que de los gastos del muerto se haga cargo el que sigue.
Si vamos a los medios, encontramos que los considerados más prestigiosos son los más funcionales al sistema elitista porque sus beneficios son enormes.
Sin embargo, paradójicamente, al contrario de lo que puede creerse, toda la información está a la vista, estados contables, consolidados, estados financieros, inversiones, cotizaciones, alianzas estratégicas, etc. Todo está a la vista y es relativamente sencillo dar con esos datos.
Si uno se toma la molestia de “decodificar” la información, esto es, separarla de los discursos interpretativos de liberales, progres y seudoprogres, es posible entender qué pasa con la economía mundial, por qué la historia es como es y por qué nos la cuentan adulterada.
Es posible empezar a saber quiénes son, cómo operan y al menos encontrar respuestas mucho más satisfactorias que las que siempre nos dieron para conformarnos al sólo efecto de que los dejemos “hacer su trabajo” y ejecutar su plan con el menor número posible de obstáculos.
Nidia G. Osimani