Internet eres tú
y yo, 50 millones de Portales que leen varios cientos de millones de
personas en el mundo. Un Portal es una aguja en el pajar global. Y aún así
nos encontramos. Es una gran coincidencia o algo más. De alguna manera
estamos cara a cara. Y ya es suficiente a tantos miles de kilómetros.
En el clic que tú haces está el azar de ambos. El texto
está ahí, la palabra sólo responde si tú accedes a ella y te instalas
frente a frente en tu ordenador. Hay textos que nos convocan con mayor
entusiasmo, pasión, deseo, interés por su lectura. Y después de leerlo,
volvemos a él. La escogencia de un escrito responde a nuestro gusto, en
primer lugar, porque es el placer el que nos llama por un texto. El
conocimiento, la información, la cultura, lo que nos enseña, tantas otras
referencias olfativas, gustativas, dactilares, porque hay poemas, narraciones,
que tienen piel. Favorecemos con nuestra lectura, escogencia, nos detenemos
sobre un Portal por nuestro propio deseo, gusto, necesidad de conocimiento.
Un texto que no nos ofrece una aventura en la palabra,
sentimientos, en algún lugar de la geografía de la palabra, nos desmotiva
desde un inicio. Nos pone una anteojera, nos calza un bozal, nos desilusiona,
espanta. El enganche está en lo no
nos dices, a veces el texto, en lo que refleja, en lo que el autor pone
decididamente a caminar en nuestra imaginación. Un buen texto nos hace hasta
sonreír, nos alegra una mañana, acompaña en la noche, porque el mundo del
autor está ahí viendo con nuestros ojos. Ficción
y Realidad se dan la mano.
Lo importante es que ambas coexisten y se guiñan algo más
que un ojo. Hay textos que se
escriben apuntalados por hechos reales, se sostienen por su veracidad, la
vigencia de lo real y que sucedió. La magia está en relatarlos con la gracia
de lo que el lector no vio y verá
gracias a la palabra. Tan tos millones de sitios para otro tanto millones de
palabras, un azar casi perfecto, pero estoy escribiendo para ti mi desocupado,
hipócrita, amigo lector. Estas palabras nacen de ti mismo, están escritas
con tu propia soledad.
Todo lo que ellas contienen está en ti mismo, porque
eres pura imaginación, conocimiento, aventura, y las palabras no ponen
límites. Son un carrusel, un camino, un guante, una áspera montaña, una
pista de hielo, la nieve que te escribe, unas hojas que caen del árbol.
En estos días nos hemos encontrado aquí con la lectura de
un texto sobre una adolescente siciliana que relata sus experiencias sexuales.
Tú te has detenido sobre este relato y ha ocurrido una singular preferencia
por él. Tendrás tus razones. Y en la palabra se dan algunas de las
explicaciones apuntadas en esta
nota, que no pretende ser exhaustiva de nada. Pero siempre habrá algo más
personal. Hasta ahí puede que llegue la palabra del texto, pero no el autor
de estas palabras. Un buen texto cumple con comunicar, decir lo suyo, en
nombre del escritor y del lector.
La textura del texto, su piel, lo que hay bajo de ella
que es realmente lo que desea inocularnos el autor, habla por el texto. Esa
colegiala le abrió los sentidos a muchos, una Lolita moderna, quizás no tan
profunda como la historia de Nabokov o de Bonjour Tristesse. Pero abrió el
apetito. Cien Cepilladas antes
de dormir. Un título inocente, para una historia de fogosas
e interminables pieles.
Un
Best Seller de la cama y las sábanas. Un millón de italianos así lo
comprendieron en sólo un mes. 30 mil españoles en unos días. Ha sido
traducido ya el libro de Melissa P, quien acaba de cumplir 18 años, a varios
idiomas. Ella visitó Buenos Aires y Santiago de Chile. Ya conocemos no sólo
su rostro, sino que piensa actualmente. Son textos ligeros, una pequeña guía
para el paladar, ahondan un poco en la piel. Están en estas páginas de TRIBUNA.COM.AR.
Tú decides, Desocupado, Hipócrita, Amigo lector. Es la condición de una
palabra que es libre.
Rolando Gabrielli