El G-20, Foro interconsultivo y de cooperación entre países en temas inherentes al sistema financiero internacional, está conformado por los siete países más industrializados del mundo, once industrializados de manera relativamente reciente, Rusia y la Unión Europea.

En las últimas horas tuvo lugar una reunión en la que quedaron en evidencia las discrepancias de sus miembros con relación a las variables a considerar al momento de realizar las mediciones vinculadas con la economía global.

El desacuerdo gira en torno a cuáles son los indicadores que con mayor certeza ponen de manifiesto los puntos sobre los que se debe actuar a efectos de mitigar los desequilibrios pasibles de provocar una nueva crisis económico-financiera, siendo los más sensibles la balanza comercial, las reservas, el comercio internacional y los tipos de cambio reales.

Uno de los desafíos más importantes a enfrentar es el incremento mundial del precio de los alimentos frente a las economías deprimidas como consecuencia de la última crisis que dejara bastante vapuleadas las finanzas públicas de manera generalizada.

El Fondo Monetario Internacional por su parte, dejó constancia en uno de sus últimos informes acerca del peligro inminente que resulta la falta de cambios en materia de criterios macroeconómicos, pudiendo redundar la política actual en un incremento exponencial de los desequilibrios internacionales.

Un argumento “clave” a considerar con relación a los ajustes que podrían esperarse, está en las palabras de la ministra de finanzas de Francia, Christine Lagarde al exponer su expectativa de que el G-20 logre consensuar en breve, criterios de medición para corregir los efectos de la crisis y evitar nuevos remesones.

En tal sentido, la mencionada funcionaria advirtió que “algunos países no quieren ser identificados como ejecutores de tales políticas".

La propuesta del Presidente Nicolás Sarkozy tendiente a reducir la dependencia mundial a la moneda norteamericana, gira en torno a frenar la expansión de precios en los alimentos y el combustible. Para Francia es relevante considerar como parámetros de medición el nivel de reservas, el tipo de cambio real y el déficit de cuenta corriente.

Por su parte China argumenta que el FMI mantiene una visión distorsionada sobre su situación monetaria al afirmar que el yuan está depreciado de manera artificial, y tanto este país como Alemania no parecen proclives a concordar con la propuesta francesa para no tener que enfrentar futuras acusaciones de contar con superávits en exceso.

El titular del Banco Central mexicano, sostiene que la existencia de tipos de cambio más flexibles se reflejarían de manera benéfica en toda la economía global, por lo que aconsejó la aplicación de esas políticas en las economías del continente asiático.

Asimismo, otros miembros del G-20 opinan que la expectativa francesa de lograr un acuerdo en los próximos días en París de unificar criterios en la elección de parámetros capaces de medir de manera más homogénea la economía global está bastante alejada, por lo menos, frente al escenario actual.

Por último, solo cabe acotar que si algo parece indudable, es el permanente esmero de los gobiernos de cada país por mantener sus respectivas apariencias ante la opinión pública, y esto, muchísimo más allá y a costa de las reales e imperiosas necesidades de sus pueblos.

Nidia G. Osimani