La presidenta argentina, Cristina Fernández, ha pedido al presidente de la Biblioteca Nacional, Horacio González, conocido intelectual kirchnerista, que retire su carta exigiendo a los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires que el escritor y Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, no fuera invitado como orador principal en la inauguración de la 37ª edición, que abre sus puertas a finales de abril. Cristina Fernández, según ha anunciado González, le explicó, se supone que muy cuidadosamente, que "no es concebible la vida literaria y el compromiso con la ensayística social sin el absoluto respeto por la palabra de los escritores —o de cualquier ciudadano— cualquiera que sea su significado o intención".
El director de la Biblioteca Nacional, iluminado por la presidenta y atraído por su idea de que "no se puede dejar la más mínima duda de la vocación de libre expresión de ideas políticas en la Feria del Libro, en las circunstancias que sean y tal y como sus autoridades lo hayan definido", comprendió finalmente que no era ningún desdoro para los intelectuales argentinos que un Premio Nobel de Literatura inaugure una Feria del Libro y aceptó el consejo presidencial de retirar su demanda.
La polémica sobre la iniciativa de Horacio González tuvo una inmediata repercusión en medios culturales internacionales, perplejos ante la idea de que Mario Vargas Llosa pudiera ser vetado para hablar en la inauguración de una Feria del Libro. Para colmo, la discusión estalló el mismo día en que la presidenta Cristina Fernández inauguraba la legislatura con un importante discurso político ante el Congreso, que se vio, en parte, oscurecido por la noticia sobre Vargas Llosa.
La decisión de retirar la protesta no implica, en absoluto, que en la Argentina haya terminado la polémica sobre si un escritor liberal, crítico con el peronismo y con el gobierno Kirchner puede ser invitado a hablar en un acto como una Feria del Libro. Decenas de intelectuales cercanos a la presidenta Cristina Fernández o militantes de grupos kirchneristas en general, hicieron oír rápidamente su disgusto, desagrado o malestar por la presencia del Premio Nobel en la feria porteña.
Según otra carta mencionada por el diario Página 12 (muy cercano a los Kirchner), otro grupo de intelectuales, encabezados por José Pablo Feinmann, Ricardo Forster y Diana Bellessi, entre otros, expresaron su "profundo desagrado y malestar" por la presencia de Vargas Llosa, "vocero de los grupos multinacionales editoriales y mediáticos, de un supuesto "liberalismo" de sometimiento y depredación, y de oposición a lo que ellos denominan gobiernos populistas". Para ese grupo de intelectuales, que proclaman su vocación "patriota", "Mario Vargas Llosa se ha ensañado de modo muy particular con nuestro país y nuestra sociedad".
Sin menciones a la política nacional
La guinda más curiosa la puso el conocido editor Daniel Divinsky, quien declaró que admitía la presencia estelar de Vargas Llosa en la Feria, "siempre que haya un compromiso tácito de que no va a incursionar en la política nacional, sobre la que tanto se equivoca", es decir siempre que se le advierta sobre de qué puede hablar y de qué no.
Eduardo Sacheri, autor de la novela en que se inspira la película El secreto de sus ojos, señaló cuidadosamente que "respeta profundamente" la posición del director de la Biblioteca Nacional , pero que no se siente "ofendido" (¿?) por la invitación. Por el contrario, opina que su presencia como invitado especial en la Feria ayudará a desmentir algunas de las críticas de intolerancia que el premio Nobel hace a gobiernos como el argentino.
La polémica ha ayudado, sin duda, a aclarar cuál es la posición política y el grado de tolerancia de algunos intelectuales argentinos y ha dado una especialísima relevancia a la presencia de Mario Vargas Llosa, cuyo discurso inaugural podría convertirse en escenario incidentes o "escraches" de grupos populares kirchneristas enfadados con su visita.
Mario Vargas Llosa aseguró este miércoles a El País que tiene la intención de participar en la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires mientras que los organizadores no retiren su invitación. "Me parece muy lamentable que alguien quiera vetarme en Argentina, porque la única vez en que me ocurrió eso fue durante la dictadura militar, cuando un general que se llamaba Harguindey prohibió dos de mis libros, "Pantaleón y las visitadoras" y "La tía Julia y el escribidor".
El premio Nobel de Literatura reiteró su deseo de acudir a la feria, como estaba previsto, y que el acto se pueda realizar sin incidentes. Los escraches (americanismo que significa atacar a alguien reiteradamente y con dureza) son frecuentes en la vida política y cultural de Buenos Aires y han estado presentes en ediciones anteriores de la Feria del Libro, especialmente en los actos en los que se criticaba al gobierno de Venezuela o al kirchnerismo.
Soledad Gallego Díaz
El País.com